El mejor estratega de inversiones es aquel que, de diez ideas, acierta en siete. Y lo de decir siete en lugar de las diez no es porque me haya equivocado: es que no existe un asesor financiero o estratega de inversiones que acierte siempre. Y el que acierta en siete y además sabe retirarse a tiempo de alguna de las tres en las que se ha equivocado ese es excelente. Y por supuesto ninguno, ni siquiera el excelente, se retira a tiempo siempre porque, como dicen en los mercados, es más fácil comprar que vender.
Probablemente los dos mejores inversores de los que yo tenga conocimiento son Warren Buffett y Ray Dalio. El primero nunca o casi nunca vende, se limita a comprar lo que le gusta cuando caen los mercados y luego lo mantiene, porque sabe que eso es una gran política de inversión. Así que Ray Dalio ha tenido en cierto modo un trabajo más difícil, puesto que el sí que compra y vende, aunque a medio y largo plazo.
No siempre acierta y se “comió” la caída que ha tenido el mercado como consecuencia del coronavirus, aunque no creo que sea justo incluir esto en su ficha de errores, puesto que, como dice con cierta ironía, “we don´t trade on viruses” (“no trabajamos con virus”), que podemos traducir como que su capacidad de predicción y análisis se centra en variables económicas y financieras, no en la llegada, capacidad infecciosa o mortalidad de un virus cuya aparición puede ser totalmente aleatoria en forma y tiempo.
Hay que escuchar siempre a Ray Dalio y ahora dice que “Cash is Trash”. Podría tener razón.
Por cierto y en honor a la verdad, su última predicción financiera y no médica fue la de caerían los bancos europeos, especialmente los españoles. Estando en su salsa y no en la epidemiología, Dalio sigue siendo un gran estratega. Como reconocí en su día, fueron sus opiniones las que me animaron a reducir posiciones en renta variable en la recomendaciones de estos cuadernos antes de la caída del mercado de diciembre de 2018. Así que hay que escucharle siempre y ahora dice que “Cash is Trash”.
En realidad este viejo refrán de los mercados hace referencia al hecho de que en el largo plazo se gana mucho más en bonos, acciones u otros activos que teniendo el dinero en cuentas corrientes o depósitos a plazo, lo cual es evidente. Y el primer punto a tener en cuenta.
Pero Dalio ha ido más lejos y ya antes del coronavirus decía o incluía determinados bonos del Estado con tipos de interés negativos como “trash”. En su opinión, si los estados siguen emitiendo deuda, habrá un momento en el que esa deuda resulte poco atractiva, lo cual desde un punto de vista económico parece evidente.
Pero es que ahora – y aquí ya dejamos a Dalio y entramos a opinar – no es sólo que se emita una enorme cantidad de deuda que pensamos acabará afectando al precio de los bonos (1) – como hemos dicho en multitud de ocasiones – sino que esta deuda va a superar cualquier magnitud histórica previa. En EE.UU. podría llegar a ser del 96% del PIB en 2022 (lo mostramos en el gráfico nº 4), pero es que en Europa llegará seguramente al 100% (120% en España) y en Japón superará con creces el 200%.
Además va a ir acompañada por un nivel récord de fabricación de dinero, porque la factura del coronavirus se va a pagar mediante la emisión de deuda por parte de los estados, pero también mediante la “fabricación” de billetes por parte de los bancos centrales. Lo pueden ver en la línea roja del gráfico nº 5.
La factura del coronavirus se va a pagar mediante la emisión de deuda por parte de los estados y la fabricación de billetes por parte de los bancos centrales.
Para mí esto tendrá consecuencias. En primer lugar, un ajuste al alza de los tipos de interés. En segundo, un posible repunte de la inflación en el medio y largo plazo. A lo primero le doy una alta probabilidad de ocurrencia. Lo segundo es más complicado porque si hay estancamiento económico puede ser tanto deflacionista como inflacionista.
Gráfico nº 4: Deuda en manos del publico en EE.UU (desde 1930)

Gráfico nº 5: Balance de los bancos centrales del G7

Aún así repetiré las palabras de Charlie Munger, el “alter ego” de Warren Buffett, es decir otro gran inversor, de que si nos pasamos con la máquina de fabricar billetes acabaremos como Venezuela.
En el corto plazo va a ser difícil que suba la inflación. Pero cuando se despeje la niebla y las economías vuelvan a un funcionamiento normal nos vamos a encontrar con una enorme cantidad de billetes en el sistema. Habrá que ver cuál es para entonces el poder adquisitivo de ese dinero y cuál es su valor, lo que nos lleva a recordar la definición clásica de la inflación, que no es otra que la pérdida de poder adquisitivo del dinero que crean los bancos centrales.
Para un inversor esta no es una mala noticia si sabe invertir en los activos adecuados, porque hay muchos activos que se benefician de la existencia de inflación.
Por supuesto podría darse el escenario totalmente contrario: que a los gobiernos se les haya ido la mano con el cierre de la economía y el precio sea una depresión económica o una larga recesión que al deprimir esa actividad económica mantenga los precios bajos o incluso más bajos que ahora.
Tampoco es descartable el peor escenario, el de estancamiento con inflación, es decir, que la economía se estanque durante años y, en paralelo, el dinero pierda valor como consecuencia de haberse “pasado” los bancos centrales a la hora de darle a la máquina de hacer dinero.
De momento lo importante no es saber cuál de estos escenarios se va a producir, pues es una predicción harto complicada y necesitaremos más datos. Lo importante es tener claro que direcciones pueden tomar los acontecimientos y en función de ellas – inflación, deflación o “estanflación” – distribuir nuestras inversiones, pues, insisto, en los tres escenarios puede haber activos ganadores, que trataremos de identificar desde Nextep para ponerles nombre y apellidos a los productos adecuados para beneficiarnos de esas tendencias.