Si tuviera que escribir un libro sobre como invertir en bolsa – o renta variable en general, – lo más honesto sería que no tuviera más de tres páginas.
La primera sería para explicar que todo se resume en comprar en las caídas y periodos bajistas. A partir de una pérdida de valor de un índice en el entorno del 10% empiezan las rebajas y es el momento de plantearse comprar. A más caída, mayor compra. Si el índice cae en el entorno del 10%, se compra un poco. Si cae un 20% se compra más. Y si cae un 40% se compra mucho. Suena simple, cierto, pero es que realmente lo es.
En la primera página del libro también pondría un gráfico: el del índice SP 500 durante un amplio espacio de tiempo. De hecho, es el primer gráfico – Gráfico nº 1 – que aparece en este informe. No hace falta saber de mercados ni de economía para darse cuenta de que todo el que compra después de una caída o periodo bajista importante gana dinero. Hablo de los mercados más avanzados, es decir, EE.UU. y Europa. No hay porqué complicarse con otros índices en los que esta norma, si bien suele cumplirse, no se cumple siempre al 100%.
Grafico nº 1: De rebajas en la bolsa Norteamericana (índice SP 500)

Me dirán, con toda la razón, que no hay tantas caídas o periodos bajistas en los que el índice pierda más del 20%. Cierto. Para el inversor inteligente las ocasiones de compra son relativamente pocas. Tiene que estar preparado y tener liquidez en cartera, porque, como en la vida, las buenas oportunidades son pocas. Y por eso digo también que la actividad inversora no da mucho trabajo. Es una actividad ocasional y de temporada. Eso de “no tengo tiempo ni conocimientos para dedicarme a ello” es en realidad un mito, como veremos más adelante.
La segunda página de este “libro” estaría dedicada a transmitirle al inversor que el éxito no depende de elegir un mercado, sector o fondo de inversión concreto. Lo realmente importante es tene la autodisciplina necesaria para comprar en el momento adecuado, porque ahí está la clave. O en apoyarte y confiar en alguien que la tenga.
Elegir un mercado tampoco es complicado. Basta utilizar el índice el SP 500, bien sólo, bien acompañado del índice mundial MSCI ACWI (MSCI All Country World Index) En el largo plazo nadie bate a EE.UU., pero, por si acaso, lo mejor es acompañarlo de un fondo global. Como vehículo vale, por lo tanto, cualquier fondo de inversión indiciado o referenciado a esos índices (mejor indiciado, porque es mucho más barato). Si se compra bien, con esos dos fondos es más que suficiente.
Finalmente, el tercer paso: sentarse sobre lo comprado y olvidarse. De vender o tener que vender, hacerlo a ser posible en momentos de euforia compradora (cuando todo el mundo se cree Warren Buffett) Vender cuando nos venga bien a nosotros, no al mercado.
Como pueden ver, el método, el “timing” y el producto son de lo más sencillo, así que la pregunta es evidente: si es así – y les aseguro que lo es – ¿porqué no gana todo el mundo en los mercados? La respuesta es igual de evidente: porque ganar en bolsa es una cuestión mental. Más concretamente, de disciplina mental. Todo el mundo sabe – o es fácil que llegue a saber – que hay que hacer. Lo difícil es hacerlo.
Ganar en bolsa es una cuestión mental. Más concretamente, de disciplina mental. Todo el mundo sabe o puede saber lo que hay que hacer. Lo difícil es hacerlo.
No conozco a casi nadie que, de forma natural, se ponga a comprar masivamente acciones o fondos de renta variable cuando solo se escuchan malas noticias. Y que a más malas las noticias, mas fondos o acciones compre. O que tenga renta variable en cartera y ni se inmute cuando caen las cotizaciones. Los que se hacen ricos y famosos por comprar cuando todo el mundo vende – como Warren Buffett o el Barón de Rothchild, que dijo aquello de “comprar cuando suenen los cañones, vender cuando suenen los violines” – nacieron con un don natural para las finanzas.
Lo que no sería normal es que su reacción inmediata ante una crisis bursátil sea estar deseando comprar. Ni la suya ni la de la inmensa mayoría de la gente. Pero no se preocupe: en esto, como en casi todo, además del blanco y el negro hay tonos de gris. Y alternativas. Así entraríamos en la tercera página del libro, dedicada a conocer su grado de autodisciplina, las distintas formas de complementarla si fuera necesario y como invertir en cada caso.
Las personas que se reconozcan con alta capacidad de autodisciplina pueden invertir por ellos mismos sin necesidad de gestor u asesor alguno, aunque lo ideal – que no imprescindible – es que lo hagan acompañados de cierta guía profesional (como pretende ser este informe) Pueden establecer su grado de autodisciplina analizando desde cómo dejaron de fumar o su forma de trabajar – si necesitan al “jefe” encima o se “motivan” solos – hasta invirtiendo una pequeña cantidad de dinero y viendo si son capaces de hacer lo que dice este “libro” de tres páginas.
Como avancé antes, invertir no tiene porqué llevar mucho tiempo ni mucho trabajo. Lo importante es comprar de “rebajas”, así que el trabajo del inversor debe centrarse en observarlas y analizarlas. Y no me refiero a complicados análisis económicos o financieros sobre los motivos que las generaron, sino tener claro qué se consideran rebajas. Porque están las hay “normales”, que en los mercados vienen a durar aproximadamente un año, otras son el equivalente al “black friday” – que en las bolsas sería una corrección temporal – o, finalmente, las rebajas por liquidación de negocio. Estas últimas pueden durar entre uno y tres años. Tienen ejemplos de todas ellas en los gráficos 1 y 2. Como verán, no hay tantas rebajas interesantes, así que el trabajo de compra es muy ocasional.
Después de los auto disciplinados por naturaleza están las personas que, si bien tienen autodisciplina, no es su mayor virtud. En ese caso la solución es el asesoramiento sistemático, es decir, no ya una guía o un apoyo, sino hacer exactamente lo que le recomiende alguien que conozca sus circunstancias – perfil de riesgo, preferencias, entidades con las que trabaja, etc.- y que tenga la autodisciplina y los conocimientos adecuados. Es lo que pretendo ofrecerles con el servicio de asesoramiento personalizado que estoy construyendo.
Los errores más comunes que comete quien no tiene el apoyo de un buen asesor son vender en pánico, dejar de invertir porque un año ha sido malo, no atreverse a comprar en las caídas o periodos bajistas, dejarse influenciar por los medios de comunicación, las redes sociales y los tertulianos, etc. De hecho, muchas veces el papel del asesor no es tanto ser el más listo – recordemos que ya sabemos cuando hay que comprar o vender y qué -, sino dar ideas, confianza y guía a ahorradores e inversores.
El papel del asesor no será tanto ser el más listo, pues ya sabemos todos cuando hay que comprar o vender, sino dar ideas, confianza y guía.
Finalmente tenemos la delegación de facultades. Está pensada no tanto para quien tiene poco tiempo para ocuparse de sus inversiones – ya hemos visto que tampoco hace falta tanto – sino para quien no tiene autodisciplina ni ganas de tenerla, o no quiere aprender sobre los mercados, lo cual es todo ello muy loable y absolutamente respetable, faltaría menos.
En ese caso, lo mejor es optar por lo que se conoce como gestión delegada, donde se otorga un poder para que una entidad o una persona debidamente cualificada y registrada en los organismos de protección competentes gestione tus inversiones. A ser posible independiente, porque sino lo que das es un poder para que te coloquen productos o te fundan a comisiones (normalmente ambas cosas)
En esta opción el reto no está en saber de mercados ni en tener autodisciplina. El reto está en saber elegir personas (o entidades). El problema es que los bancos no suelen ser los mejores a estos efectos. Y desde luego no son independientes, son puros vendedores. Y la mayoría de las sociedades de valores, agencias, EAFIs y gestoras de patrimonio son igual de poco independientes y, aunque digan lo contrario, viven mayoritariamente de las comisiones de los productos que venden a los clientes. Desgraciadamente, en este sector delegar es complicado y puede salir caro y poco rentable.
Pero no hay que desesperar. Al final ocurre como en cualquier profesión. No das con el abogado con el que te sientes a gusto a la primera, ni todos son buenos. Los hay buenos, malos y medio pensionistas. Y lo mismo se puede decir del médico, el jardinero, el veterinario, el fontanero, etc., etc.. Y se trate de jardineros, médicos, abogados, asesores financieros o gestores de patrimonio, el que busca, encuentra.
Ya lo ven: tres páginas, gráfico incluido, que permiten explicar honestamente entre el 60% y el 70% de lo que se necesita saber para invertir. Lo demás – análisis técnico, fundamental, crecimiento, valor, etc., – es sin duda importante, pero porque aporta un importante valor añadido adicional, pero no el grueso de la rentabilidad.
En cualquier caso, mi libro tendría con seguridad una segunda parte, que podría titularse “Como invertir mejor” en lugar de “Como invertir bien”. En ella entraríamos en las muchas cuestiones, formulas, ideas y métodos que permiten generar ese valor añadido adicional que en los mercados se denomina “alpha”. El que trata de aportar este informe y tratará de aportar mi futura herramienta de asesoramiento personalizado.
Pero, entonces, se preguntarán Uds., ¿merece la pena construir una cartera cuando no hay oportunidad de comprar en rebajas? Como dije anteriormente, las rebajas pueden ser de muchos tipos. Por ejemplo, actualmente, los índices a los que hago referencia – el norteamericano y el global – están aproximadamente un 8% por debajo de donde estaban cuando alcanzaron los máximos anteriores. En otras palabras: estamos comprando con lo que podemos calificar de un buen descuento, que también es interesante.
Además, hay ocasiones en las que no hay rebajas, pero tampoco son caros los precios y la tendencia es positiva. Como dicen los anglosajones “the trend is your friend”, que se traduce en “la tendencia es tu amiga”. Subirse a una tendencia alcista que tenga recorrido no te permitirá ganar tanto como comprar en grandes rebajas, pero te permitirá obtener una buena rentabilidad. Y para asesorarte sobre donde hay descuentos, tendencias o precios atractivos ya está tu asesor.