Aunque si se analiza fríamente la situación nada ha cambiado significativamente en la economía mundial, está claro que las bolsas están tocadas. Ciertamente hay riesgo de guerra comercial con China, pero, a día de hoy, parece que estamos más ante una negociación – aunque sea “a lo Trump”, es decir, disparar primero y hablar después – que ante una guerra comercial abierta. También es cierto que se está poniendo en duda el modelo de negocio de las grandes empresas tecnológicas que ofrecen servicios gratuitos a cambio de datos. Pero está por ver que la gente decida dejar de usar servicios como el de Google porque esta empresa conocerá tus preferencias. Si lo piensan detenidamente, es difícil imaginarse vivir hoy en día sin Google y a la mayoría de la gente no le afecta que la “conozca” o no.
Más preocupante es la actitud, un tanto amenazante, de la Reserva Federal de los EE.UU., pero no parece ni que los datos de inflación le vayan a dar la razón ni que el mercado le siga la corriente. El bono americano a diez años, que amenazaba con superar el 3% de rentabilidad, se ha dado la vuelta y se aleja de ese nivel a partir del cual sería comprensible que mucho dinero abandonara la volatilidad bursátil y se sentara a “cobrar el cupón”.
Como digo en la nota que aparece al final de este informe, el objetivo de estos “Cuadernos del Mercado” es compartir con Uds. mi estrategia de inversión. Y mi estrategia de inversión es muy sencilla. Es la que he explicado en el capítulo anterior y se centra, sobretodo, en tratar de comprar con descuento y, en caso de vender, hacerlo sólo cuando todo el mundo compra (y, en consecuencia, los precios son altos) No veo ahora mismo que todo el mundo compre, sino más bien al contrario. Es, por lo tanto, el primer motivo por el que no me planteo vender.
Mi estrategia de inversión es sencilla: comprar con descuento y, en caso de vender, hacerlo cuando todo el mundo compra. No parece que ahora mismo sea el caso.
Ciertamente puedo hacer liquidez si creo que más adelante voy a poder comprar más barato. Es lo que hice antes del inicio de esta corrección, aprovechando la euforia que se vivía en las bolsas al inicio del ejercicio (ver Informes de Enero y Febrero de este año). Compré con descuento – en el entorno del 8% -, pero eso significa que ahora tengo menos liquidez. Aún así, si el mercado cayera otro 10% no lo dudaría: reduciría el peso de los fondos mixtos híper conservadores que tengo en cartera y aumentaría el peso de la renta variable.
Es la forma en la que muevo mi dinero desde hace años y, si miran el gráfico nº 1, verán que no ha resultado una mala estrategia (Ver epígrafe anterior)
Tampoco hace falta irse a un gráfico de tan largo plazo. Basta con retroceder unos años para comprender que, para un inversor de medio largo plazo – que es el plazo en el que se debe mover un inversor o ahorrador no profesional – lo que les estoy diciendo es igualmente válido. En el gráfico nº 2 nos retrotraemos al inicio de la tendencia alcista actual, a finales del 2009, y vemos que todas las correcciones que ha habido desde entonces fueron oportunidades de compra.
Gráfico nº 2: Correcciones del índice SP 500 desde el año 2009

Obviamente, si fuera de la opinión de que las cosas han cambiado tanto como para que esa tendencia alcista de largo plazo se vaya a convertir en una tendencia bajista profunda de lenta y difícil recuperación (como la del año 2000), o una crisis financiera mundial (como en 2009), evidentemente reduciría mi exposición a renta variable. Por encima de cualquier estrategia está el sentido común. Es más: debe ser el elemento más importante de cualquier estrategia de inversión.
Pero, de momento, ni creo que al Sr. Trump le interese una guerra comercial en la que EE.UU. – y su presidencia – serían los primeros perjudicados, ni que la gente vaya a dejar de utilizar los servicios de Facebook o Google – más bien se endurecerán las políticas de privacidad – o que la inflación se vaya a disparar como para que la Reserva Federal se lance a una loca carrera de subida de tipos. La revolución digital, el cada vez mayor uso de la inteligencia artificial, la competencia global y el nuevo modelo energético, son todos ellos elementos desinflacionistas y se ocuparán de que la inflación se mantenga dentro de límites razonables.
Hay otras excepciones a mi estrategia. Por ejemplo, si los fondos de renta variable que compré durante la corrección perdieran más de un determinado valor – normalmente un 10% –, aplicaría un “stop” de pérdidas y vendería. Además de autodisciplina para comprar hay que tener humildad para asumir los errores y vender. Un 10% es recuperable (con un acierto posterior). Un 30% es casi imposible de compensar.
Además de autodisciplina para comprar hay que tener humildad para asumir los errores y vender. Un 10% es recuperable. Un 30%, no.
Finalmente, en el gráfico nº 2 vemos que las ultimas correcciones han durado unos 200 días – de media – hasta su completa recuperación. Pero ojo: eso es la media. Y algunas de ellas fueron motivadas por cuestiones muy graves. No es comparable la crisis de confianza que se produjo con la devaluación del Yuan o la crisis del euro con la que estamos viviendo ahora. Todo es susceptible de empeorar, por supuesto, pero de momento no son casos comparables.
De hecho, y para terminar este repaso a la crisis actual, de todo lo que asusta ahora a los inversores a mi me preocupa precisamente lo que menos parece preocuparle a la mayoría: los tipos de interés de los bonos USA. Lo que yo vigilo como posible detonante del fin del periodo alcista actual es que el bono a diez años supere y consolide una TIR por encima del 3%. Porque al 4% yo sería el primero en llevar una buena parte del dinero que tengo en renta variable a renta fija norteamericano. Y seguro que no sería el único. Pero, de momento, la realidad es que estamos en el 2,80%.