Las preguntas que se hacen con más frecuencia los inversores son:
1) ¿Ha tocado fondo el mercado? (se plantea cuando se produce una fuerte caída bursátil) y
2) ¿estamos ante una corrección o se trata de un cambio de tendencia? Esta se plantea en una situación como la actual, cuando el mercado cae pero tampoco es un “crash”.
Obviamente, ambas preguntas son totalmente legítimas y de hecho no solo se las plantean los inversores sino, como no podía ser menos, los asesores (como el que suscribe).
A la primera cuestión —el fondo del mercado— contestamos cuando “tocaba”, concretamente en los Cuadernos del mes de abril, mayo y junio. Y lo hicimos recomendando tomar posiciones (y explicamos los motivos). Ahora “toca” aclarar si la caída que están sufriendo los mercados desde hace aproximadamente un mes es una corrección o un cambio de tendencia. Afortunadamente existen formas de comprobarlo.
La primera y más importante consiste en analizar si los motivos que dieron lugar a la tendencia alcista que se ha truncado con la caída siguen en vigor. En otras palabras, si los motores de la subida anterior siguen funcionando y si tienen gasolina.
Si de gasolina se trata, los mercados de renta variable van sobrados, puesto que la gasolina que ha alimentado la recuperación bursátil ha sido la que han inyectado en los depósitos bursátiles los bancos centrales. Y desde luego no tienen intención de dejar de hacerlo hasta que se estabilice la situación económica. De hecho, probablemente sea ahí donde las cosas empiezan a complicarse de verdad: cuando decidan que la economía puede andar por sí sola sin las muletas de la fábrica de billetes en que se han convertido los bancos centrales.
Mientras se mantenga el tsunami de liquidez, parte del dinero se irá a los mercados financieros. No valorar esto sería repetir la definición de Einstein de locura. Decía que locura es repetir constantemente algo que no ha funcionado antes con la esperanza de que los resultados sean distintos. En este caso el error sería repetir el de los meses de marzo, abril o mayo, el que cometieron quienes aconsejaron a sus clientes evitar las bolsas mientras los bancos centrales inundaban los mercados de dinero. En aquella ocasión el resultado fue que se perdieron la recuperación, en esta se perderán la rentabilidad que generará la vuelta a la normalidad.
Porque el otro motor de recuperación de las bolsas ha sido la esperanza de que se obtuviera una vacuna efectiva contra el COVID-19. Si ese “motor” ha funcionado cuando la vacuna todavía era pura especulación, mucho cuidado con vender cuando la duda no es si la habrá, sino cuánto tiempo tardará en aprobarse una vez acaben los ensayos de tercera fase que ya están en vigor. Y tengan en cuenta que los mercados descuentan expectativas y acontecimientos futuros, es decir, no necesitan que la vacuna esté en las farmacias para descontar en los precios su efecto final, que no es otro que la vuelta a la normalidad económica.
Porque lo que está impidiendo la vuelta a la normalidad económica es el miedo. Eliminen de la ecuación el miedo y tendrán normalidad económica, aderezada, además, con el deseo de vivir que surge después de épocas tan grises como esta. Basta leer crónicas y novelas escritas después de la Primera Guerra Mundial (o de la Segunda) para entender a qué me refiero. Y basta ver las cifras de recuperación económica tras esas guerras para entender cómo el deseo de vivir se convierte en consumo y producción.
De momento y por no desviarnos del tema, dejemos claro que el motor de la esperanza en una vacuna que nos devuelva a la normalidad económica no solo sigue encendido, sino que tiene más gasolina que antes.
Para los amantes de las estadísticas diremos que las correcciones suelen moverse en niveles de caída en el entorno del 10 % y, de hecho, las que ha habido en los últimos 10 años han cumplido matemáticamente esta regla. Pero tampoco pasaría nada si no la cumplieran y cayeran las bolsas un poco más, porque las correcciones suelen ser proporcionales a las subidas anteriores. El NASDAQ, el índice más “caliente “ de todos, había subido previamente un 80 %, y el SP 500, que representa mucho mejor la economía actual puesto que no es totalmente tecnológico, un 56 %.
Del Ibex no hablo, puesto que el caso español es desgraciadamente un caso aparte que no es en absoluto representativo de la evolución de las bolsas mundiales.
Ya que hablamos del NASDAQ y de los factores que generaron la tendencia alcista, no conviene olvidar que no solo seguimos en plena revolución digital, que es la nueva revolución industrial, sino que además los beneficios para los líderes de la revolución digital se han adelantado por lo menos años como consecuencia del coronavirus.
Dicho de otra manera, si no hubiera habido coronavirus probablemente habríamos tardado mucho más tiempo en utilizar masivamente el teletrabajo o en llegar a los niveles de compra “online” de bienes y servicios en los que nos encontramos actualmente.
Lo dije en su momento y lo mantengo: el coronavirus es el mejor agente comercial de la revolución digital.
Y añado: desgraciadamente el virus seguirá activo durante una buena temporada y nos quedan meses de limitación de la distancia social. Pero todavía más importante es el hecho de que el germen de la comodidad y las ventajas del comercio online y la digitalización han prendido ya en toda la sociedad. Hasta Gobiernos como el español, muy reacios a abandonar la burocracia, se están dando cuenta de que no hay otra. Por ser justos insistiremos en que se trata de “Gobiernos”, en plural, puesto que el incremento de la burocracia y las regulaciones es un proceso que lleva en España —y en el resto de la eurozona— más de 10 años en vigor (y es uno de los motivos por lo que estamos a la cola de la revolución digital).
Respecto a Europa y a si los rebrotes actuales son motivos para abandonar el mercado, lo que sorprende es que algunos analistas se sorprendan tanto de que se produzcan esos rebrotes, cuando ya lo dijo Ángela Merkel: el 70 % de la población tendrá que infectarse, con o sin síntomas, y de lo que se trata es de aguantar hasta que llegue una vacuna, intentando evitar que colapsen el sistema sanitario y/o la economía. Yo, que soy infinitamente menos importante que Ángela Merkel, recomendé —y recomiendo— algo parecido: comprar (o mantener) hasta que lleguemos a ese momento en el que tengamos una vacuna y se haya vuelto a la normalidad económica, haciendo los cambios necesarios para ir adaptándonos al proceso, que primero ha beneficiado a los valores tecnológicos y ahora empezará a beneficiar también a otros.
Y así, hasta que lleguemos a la estación término. Entonces —y sólo entonces—, veremos si la gente decide seguir confinada económicamente o, por el contrario, decide lanzarse a consumir. Y veremos también qué tal se toman los mercados que los bancos centrales dejen de comprar. Pero para cruzar ese puente todavía nos queda camino por delante.
¿Cómo afecta esto a su cartera de fondos?
Como ya hemos comentado, acertar si se trata de una corrección o cambio de tendencia es fundamental para el resultado de cualquier cartera de inversión que invierta en cualquier tipo de activo.
Supongamos que está de acuerdo conmigo en que estamos ante una corrección y no un cambio de tendencia. En ese caso es probable que se esté planteando si lo que le interesa es vender para intentar comprar más abajo o si debe mantener posiciones.
A mí me parece muy bien vender con la esperanza de comprar luego más barato, pero personalmente pienso que para el inversor medio bajarse de un autobús para volver a subirse luego para ir al mismo sitio es una pérdida de tiempo, salvo que estemos hablando de una corrección que dure meses, que creo que no es el caso. De hecho, no es fácil acertar en el momento de entrada y salida y muchos inversores acaban subiéndose un par de paradas más adelante. No creo que al inversor medio le interese tomar el riesgo de equivocarse en el “timing”, si piensa que el autobús no ha llegado todavía a la estación término.
En cuanto a tomar posiciones si se cuenta con liquidez, la respuesta es obvia. De hecho siempre digo que el valor de la liquidez está en el del activo que va uno a comprar barato aprovechando una corrección y siempre he aconsejado mantener dinero fuera de la cartera de fondos, en una cuenta corriente pura y dura, para aprovechar estas circunstancias. Y digo en una cuenta corriente porque hoy en día con tipos de interés cero y las comisiones que siguen aplicando los fondos más conservadores, sobre todo aquí en España, sale más a cuenta tener la munición guardada en una cuenta corriente.
Por lo tanto la cuestión no es si hay que aprovechar esta corrección, que en mi opinión está claro que sí, sino cuál es el momento adecuado.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es que las correcciones no tienen por qué tener forma de V simétrica. De hecho es más fácil que se parezcan a una V asimétrica (con ángulo de la pendiente de subida menos pronunciado que el de la bajada). Esto tiene toda su lógica, porque la gente cuando vende suele vender rápido y asustada, mientras que cuando compra suele hacerlo despacio y con prudencia
También es muy normal que una corrección se inicie con una bajada de mayor o menor magnitud pero que, en lugar de recuperar en forma de V simétrica o asimétrica, entre en un periodo lateral con forma de dientes de sierra, es decir, lo que en el análisis técnico se llama un periodo de distribución. Finalmente —y puede llevar tiempo—, se rompe dicho canal, al alza si efectivamente se trata de una corrección, a la baja si se trata de un cambio de tendencia. También es una información importante a la hora de decidir a qué nos enfrentamos.
Lógicamente todo lo anterior muestra lo importante que es el “timing” y resalta la importancia del seguimiento en una cartera de fondos, de contar con un asesor que te ayude a decidir cuál es el momento de comprar, mantener o vender. De ahí que en Nextep le demos tanta importancia al seguimiento de la cartera como al diseño inicial de la misma y ofrezcamos un sistema de alarmas y notificaciones totalmente personalizado y perfilado.
Porque para cuestiones de timing una Newsletter no es el mejor instrumento, entre otras cosas porque su periodicidad es mensual. Vale para dar respuesta a la cuestión fundamental —si estamos o no ante una corrección o cambio de tendencia—, pero para establecer el “timing” adecuado están los asesores (en el servicio Premium de Nextep) y las notificaciones en forma de vídeos y podcast en el servicio básico (que evidentemente también se reciben en el servicio Premium).