En el informe anterior les recomendaba, en medio del pánico al coronavirus, que se mantuvieran en sus posiciones. O que compraran, si tenían pensado crear una cartera de inversión. Pero sobre todo que no vendieran. La historia demostraba que siempre ha sido un error vender en pánico. Además, en esta ocasión el motivo que generaba la crisis tenía fecha de caducidad, porque, les decía, no pasará tanto tiempo hasta que un tratamiento, una vacuna o simplemente la evolución natural de este tipo de virus permitieran volver a la actividad económica, que es lo que valoran los mercados.
Desde entonces la bolsa norteamericana ha recuperado más de 30% – el índice tecnológico Nasdaq está ya casi en positivo en el año– y el europeo recupera un 22%.
Llegamos a la siguiente fase, que se centra en tres cuestiones:
- Si no vendimos entonces ¿deberíamos hacerlo ahora?
- Si aprovechando la caída compramos ¿deberíamos realizar beneficios?
- Si mantenemos posiciones ¿hasta cuando?
Al final todo lleva a la misma pregunta: ¿qué va a hacer el mercado ahora que ha vuelto a una cierta “normalidad”? (en contraposición al descontrol y pánico anterior)
Como el mercado se está moviendo sobre todo por cuestiones sanitarias, donde ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo, es complicado hacer predicciones. Pero podemos tener una idea relativamente clara de por donde pueden ir los tiros en función de los acontecimientos.
El mercado se ha recuperado porque ha recibido una dosis de dinero y otra de esperanza. La primera es evidente: si se trataba de mantener el motor al ralentí para que cuando haya que meter las marchas reaccione y avance, la clave es no se quede sin gasolina. Y vaya si le han llenado el depósito: la inyección de liquidez de los bancos centrales supone aproximadamente un 10 % del PIB mundial y los programas de estímulo económico prometidos por los gobiernos suman un 4 % de la producción anual mundial.
En cuanto a la esperanza, se apoya en que el número de fallecimientos está tocando techo y que en algunos casos ya se está reduciendo. Esto abre la puerta a que lo siguiente sea que la expansión y la mortalidad del virus decaigan.
Al final, para los mercados lo importante ahora no son los datos de paro o de actividad económica, puesto que se da por descontado que serán horribles: lo importante es saber cuándo vamos a volver al trabajo.
Si la vuelta al trabajo y la reapertura de la economía se retrasan un día más de lo esperado, entonces todas las apuestas estarán abiertas.
En mi opinión, la posición de los inversores es que si no se demora mucho esa vuelta a la actividad, esto es algo que se puede superar. Y a más pronto se vuelva, mejor.
Hace tiempo llegamos la conclusión de que las bolsas se moverían de forma inversamente proporcional a la curva de fallecimientos y contagios. Y así ha sido. Fíjense en las curvas de fallecimientos del gráfico nº 1 y en la línea verde que he dibujado en el gráfico nº 2. Según se estabilizan o disminuyen los fallecimientos se estabilizan o recuperan las bolsas mundiales. Especialmente aquellas que los inversores consideran volverán antes a la normalidad económica o que incluso se beneficiarán (Gráfico nº 3). Es el caso de las empresas que ofrecen sus servicios a través de Internet o que participan en la revolución digital, que se concentran en los índices tecnológicos cuyo representante más importante es el NASDAQ. Este índice ha conseguido incluso superar la línea de la media de cotización de las últimas 200 sesiones.
Gráfico nº 1: Según se estabilizan o descienden los fallecimientos …

Grafico nº 2: … se estabilizan y suben los mercados (Índice Dow Jones Global)

Gráfico nº 3: … y se recuperan mucho mejor los menos afectados. O incluso beneficiados (índice NASDAQ)

Pero si la vuelta al trabajo y la reapertura de la economía se retrasan un día más de lo que los mercados consideren aceptable – y no estamos muy lejos de ese día – en ese momento todas las apuestas volverán a estar abiertas.
Al final el “timing” de compra o de venta en bolsa vendrá de que cumplamos o no con el “timing” previsto para la vuelta a la normalidad económica. ¿Que se va cumpliendo? Entonces seguirá a la recuperación ¿Qué se atasca? A partir de ahí la cosa cambia. Lo que hay que mirar no son los datos económicos de hoy, sino los plazos de vuelta al trabajo de mañana.
No hay que mirar los datos económicos de hoy, sino los plazos de vuelta al trabajo de mañana.
La recuperación no será la misma ni en todos los países ni en todos los sectores. Abrir restaurantes, bares y hoteles será más complicado que reabrir fábricas y oficinas. Las primeras porque cada vez usan más robots y se pueden mantener fácilmente las distancias de seguridad. En las oficinas, porque se puede teletrabajar. Una gran parte de la economía puede volver a la normalidad en un plazo relativamente corto, pero no en países como el nuestro, muy dependiente de turismo o la hostelería.
También hay que vigilar los avances o los retrasos en la consecución de tratamientos antivirales. Si la población sabe que puede salir a la calle y que en lugar de riesgo de muerte sólo se arriesga a sufrir los síntomas de una mala gripe, es más fácil que salga y, por lo tanto, que consuma.
Finalmente, los imponderables, tan importantes en los mercados. En el lado positivo podrían venir porque se descubriera y aprobara un tratamiento antiviral efectivo antes de lo previsto. O que disminuyera la virulencia de la enfermedad. Todavía no se sabe, pero tampoco se puede afirmar, que sea o no estacional. O el famoso denominador – población inmunizada de una u otra manera – , que resulte ser mayor de lo esperado. Y a más gente que haya pasado la enfermedad con o sin síntomas o que haya generado anticuerpos, menos posibles “huéspedes” para el virus.
¿Y en el lado negativo? Pues cualquier cosa que pudiera retrasar la vuelta al trabajo. Incluido que los datos fueran mucho peores de lo esperado. Pero como el mercado se espera lo peor y con creces, ese parámetro será más importante una vez se vuelva a la normalidad, cuando el mercado espere una recuperación.
Dicho lo anterior, volvamos a las preguntas con las que iniciamos este capítulo. La primera era que, dado que recomendamos no vender en pánico, ahora que el mercado se ha recuperado ¿deberíamos de aprovechar para vender?.
De lo escrito anteriormente habrán deducido que no somos partidarios de hacerlo. Al menos en términos generales. Pero esto no va a ser un camino de rosas, incluso si el mercado continúa recuperándose. Es una cuestión de sentido común: estamos en un escenario muy volátil, muy inestable, donde cualquier traspiés, cualquier mala noticia pueden hacer que caigan de nuevo las bolsas, aunque no sea a los mínimos anteriores.
En consecuencia, aquellas personas que lo hayan pasado muy mal con esta situación deberían plantearse que la recuperación les da la oportunidad de adaptar su perfil de inversión a la realidad de su capacidad de asumir riesgos.
Quitando el caso europeo y concretamente el español, las caídas bursátiles no han sido excesivas (para lo que puede darse en las bolsas). El índice norteamericano SP 500 sólo cae un 8 % en lo que va de año y el NASDAQ todavía menos, un 1% por ciento. La caída europea es más dura, pero aún así un 21% de caída en el año es algo relativamente normal en un mercado bajista. De hecho, un 20% es el porcentaje de caída a partir del cual se considera que un mercado entra en periodo bajista.
Resumiendo: lo que ha ocurrido nos recuerda que quien invierte en renta variable tiene que estar preparado para este tipo de situaciones. Evidentemente no llega un virus desconocido, mortal y terriblemente contagioso todos los días, pero puede haber guerras, crisis financieras y muchas otras cosas que, por ser de carácter económico o financiero, pueden llegar a ser predecibles, pero es imposible hacerlo siempre.
Ahora tiene la oportunidad de adaptar su perfil de inversión a su capacidad de asumir riesgos, vendiendo a un precio razonable y no a precio de saldo.
Para el resto de inversores, aquellos que aunque lo hayan pasado mal – nadie lo pasa “bien” viendo caer así los mercados- se vean con capacidad de asumir este tipo de volatilidad, deben esperar. En todo caso modificar la distribución geográfica en función de la capacidad de recuperación de cada economía, asunto del que hablamos en otro capítulo de este informe y sobre el que asesoraremos detalladamente a los clientes de Nextep a través de nuestro servicio de notificaciones.
En cuanto a la posible realización de beneficios, solo se la aconsejamos a clientes que operen a corto plazo. Nosotros somos inversores de medio y largo plazo y nuestro asesoramiento sigue esa orientación. Como consideramos que el mercado seguirá recuperándose en la misma medida en la que se vaya recuperando la normalidad económica, sanitaria y social, preferimos esperar a que llegue ese momento. A partir de ahí veremos cuales son las expectativas de evolución futura de la economía y de los resultados empresariales. Asumiendo que el proceso de recuperación incluirá recaídas, sustos, dudas y dientes de sierra.
Evidentemente y como hemos dicho antes, si por lo que sea, se retrasa la vuelta al trabajo modificaremos nuestra estrategia e informaremos inmediatamente de ello a nuestros clientes.
Confiemos en la inteligencia de nuestros políticos para entender que lo perfecto es enemigo de lo bueno y que el caos social y la miseria económica no son la solución a la crisis sanitaria. Tendrán que ganarse el sueldo y buscar el equilibrio entre dos soluciones malas. Esa capacidad es precisamente la que distingue a los líderes y a los buenos gestores de los políticos mediocres.