A riesgo de ponernos pesados y dada la importancia del asunto, queremos insistir en otra cuestión que podría ser clave de cara al año 2021. Se trata de qué pasará con todo ese dinero que han inyectado los bancos centrales y los gobiernos, que en gran medida se ha quedado en depósitos y cuentas corrientes y que no ofrece absolutamente ninguna rentabilidad, ni económica ni lúdica (consumo).
Gráfico nº 3: Crecimiento de la masa monetaria en Estados Unidos.
El gráfico representa el crecimiento porcentual interanual que se ha producido en EE.UU. de lo que los economistas llamamos la oferta monetaria o M1. Se trata del incremento del dinero en manos del público (billetes y monedas en manos de los ciudadanos, dinero que tienen los bancos en sus cajas, el depositado en el banco central y los depósitos de los ciudadanos). En otras palabras, cantidades que los ciudadanos tienen fácilmente accesibles para gastar (el gráfico es de Estados Unidos, pero es muy parecido en Europa).
Esta última parte es muy importante: “cantidades que los ciudadanos tienen fácilmente accesibles para gastar”. A lo que habría que añadir “o para invertir”, porque no todo el dinero que sale del colchón cuando se anima va al consumo, siempre hay una cantidad, evidentemente menor, que va a la inversión. Eso si sale del “colchón” y de las cuentas corrientes donde se encuentra “escondido” actualmente, claro.
Porque tenemos delante dos posibles escenarios. 1/ que esta inmensa cantidad de dinero, un importe desconocido en la historia, se mantenga refugiada, y 2/ que la M1 vuelva a niveles normales. De hacerlo se animaría muchísimo el consumo y, en menor medida, la inversión, por esa parte de la M1 que esté actualmente en el colchón que saliera y fuera al consumo o a la inversión.
Hablando “en plata “, es decir, en miles de millones de dólares y no en porcentajes, sólo para volver a los niveles de diciembre de 2019 la M1 tendría que reducirse en 2.500 millones de dólares y para volver a algo parecido a la media histórica tendría que reducirse en 4.500 millones de dólares (ver gráfico n.º 4).
No es difícil imaginar el efecto que tendría sobre el consumo que todo ese dinero se dirigiera a comprar productos o contratar servicios. O que una pequeña parte fuera a la inversión.
Gráfico nº 4: La oferta monetaria USA en miles de millones de dólares.
La conclusión es muy sencilla. Si como dicen la mayoría de los analistas una vez finalice el confinamiento la gente se confinará de forma voluntaria —económicamente hablando— y gastará poco, en ese caso el dinero seguirá en el “colchón” y no ayudará al crecimiento de la economía. Pero como la gente decida salir a vivir, lo cual en una sociedad de consumo significa salir a consumir, el impacto sobre el consumo y en consecuencia, sobre el crecimiento, puede ser brutal.