La diversificación es una protección frente a la ignorancia. Tiene poco sentido para quienes saben lo que están haciendo. (Warren Buffett)
En la mayoría de las ocasiones en las que se habla de diversificación se hace referencia a comprar de todo. Pero eso no es diversificar. O al menos no como se entiende la diversificación inteligente en las finanzas. Porque si compras de todo al final el resultado suele ser una suma cero.
En realidad una diversificación inteligente es aquella en la que se compran distintos activos con la esperanza de que, al final, el resultado neto del conjunto sea rentable evitando una excesiva volatilidad.
No es necesario llegar al extremo que propone Warren Buffett ni comprar de todo a lo loco. Se puede realizar una diversificación inteligente combinando activos que se mueven de forma inversamente proporcional (amortiguadores) y se pueden tener activos que se mueven de forma independiente y generan rentabilidad por su cuenta en periodos diferentes.
Cuando se mueven con esa independencia se les llama activos descorrelacionados y son muy interesantes, porque permiten que se amortigüen mutuamente en las bajadas sin por ello perjudicarse en las subidas. Y hay muchos por activos, sectores e incluso países.
Para quien le guste la física diremos que con los activos financieros y sus correlaciones ocurre algo parecido a las relaciones que se establecen entre las distintas partículas: unas se atraen, otras se repelen y otras se mueven de forma totalmente independiente.
Así dicho parece muy fácil, puesto que una vez establecidas las correlaciones se trataría simplemente de jugar con ellas. El problema es que, siendo esto cierto, no lo es menos que las correlaciones cambian. Hay algunas muy potentes y estables en el tiempo, pero normalmente la mayoría son de una manera en un periodo y de otra en otro.
Volviendo al ejemplo de la física, recuerdan un poco a la física cuántica, donde los resultados dependen del observador, aunque en este caso de lo que depende es de cuál sea la situación económica y financiera. Incluso de otros factores, que van desde motivos financieros hasta simples y puras modas que surgen entre los inversores.
Pues bien, las correcciones juegan un papel muy importante a la hora de ayudarnos a establecer las correlaciones. La unión de las observaciones realizadas durante cierto tiempo en un determinado periodo nos da la información que necesitamos para realizar una diversificación inteligente de nuestras carteras.
¿Qué podemos estar observando en las últimas correcciones que ha tenido el mercado a lo largo del mes de mayo? En primer lugar, lo que llevamos diciendo desde hace mucho tiempo: que hay determinados activos y sectores que aguantan bien las correcciones cuando el motivo de estas es la inflación (por los motivos explicados en el primer capítulo de este cuaderno).
En segundo lugar, que los bonos han entrado en un periodo de correlación claramente negativa con los sectores bursátiles más cíclicos. Es totalmente lógico, puesto que esos sectores se ven beneficiados por la inflación y los bonos no podrían verse más perjudicados que por la inflación. Pero permítanme insistir en que no siempre ha sido así.
También estamos viendo que el oro ha perdido cierto lustre en su correlación positiva con el miedo a la inflación. Aunque recientemente ha repuntado, no lo ha hecho ni de lejos al mismo nivel que las expectativas de inflación. Aunque seguramente si esas expectativas se fueran confirmando con datos podríamos ver cómo renace la correlación positiva entre inflación y cotización del oro.
Y si el Bitcoin iba a ser el activo que iba a protegernos de la inflación, sus últimos movimientos demuestran que no es así, ya que su valor se ha desplomado justo cuando más se habla de inflación.
El dato más interesante —y más difícil de detectar— es el de los activos y sectores descorrelacionados, es decir, los que no tienen por qué subir o bajar en función de lo que haga la bolsa. En la corrección actual podrían entrar en esa categoría las materias primas o los bonos corporativos de baja calidad crediticia.
Todo lo anterior es de gran utilidad si lo que estamos es ante una corrección, pero también lo es si se trata de algo peor y pudiéramos estar entrando en tendencia bajista. Porque la corrección nos va indicando qué activos, sectores y países podrían hacerlo mejor en una nueva tendencia bajista, ya que los elementos que han generado la corrección suelen ser los que predominan en la posterior tendencia bajista. La tendencia bajista suele producirse como confirmación —e incremento— de los temores que generaron la corrección.
Nuestro consejo: su asesor tiene que tener muy claro cuáles son las correlaciones actuales del mercado, hacia dónde pueden evolucionar y cómo aprovecharlas. Tener eso claro es lo que hará que su cartera de fondos gane con menos volatilidad que el resto del mercado, y que si hay un cambio de tendencia esté preparada para aprovecharlo.
Y decimos su asesor porque el estudio de las correlaciones requiere de mucho tiempo, mucho conocimiento y gente especializada que entienda cuáles han sido esas correlaciones en el tiempo.