Solo hay una forma por la que Japón podría salir del estancamiento económico en el que se encuentra. Y es que lo saquen otros.
Se ha intentado todo. Desde medidas de política monetaria no ya poco ortodoxas sino directamente disparatadas, hasta soluciones keynesianas vía gasto público que asustarían al propio Keynes.
Esa es la mala noticia. La buena es que la ayuda que necesita Japón posiblemente esté llegando.
La situación de la economía japonesa me recuerda a la norteamericana durante la gran depresión y años posteriores: si no hubiera sido por el impulso económico que supuso la puesta en marcha de la maquinaria de guerra, existen muchas dudas de que se hubiera consolidado la recuperación y la salida definitiva del estancamiento.
Ahora, por primera vez en mucho tiempo la economía global crece de forma sincronizada. Unos mas, otros menos, pero crecen todos los países, casi sin excepción. Y Japón es un país eminentemente exportador. Si a sus clientes les va bien, a Japón también. Ya se esta notando: en los últimos meses han mejorado las exportaciones, lo que ha llevado a que el país presente por primera vez en mucho tiempo superávit en la balanza de pagos. En Agosto las exportaciones aumentaron un 18%, la mayor subida en cuatro años.
Pero el problema de Japón no solo es vender fuera. Hay otros. Uno, la deflación y el otro, la falta de reformas. No se puede competir en el mundo actual con leyes laborales y regulaciones empresariales de los años sesenta, ni tampoco puede crecer una economía tan anquilosada y encorsetada como la japonesa. Todo ello requiere una solución política y no solo económica.
Hasta hace unos años, en Japón era prácticamente imposible que hubiera un gobierno estable o monocolor. Era un caos de apaños en forma de coaliciones. Y detrás de esos “apaños” estaban los intereses de los conglomerados empresariales, que los financiaban para que no cambiara nada. Así, Japón era incapaz de realizar las reformas necesarias para competir en el mercado del siglo veintiuno. Y de crecer internamente.
El cambió empezó en 2007, con la victoria de Sinzo Abe y podría consolidarse con la mayoría absoluta que ha alcanzado en las elecciones del pasado mes de Octubre. Ahora no hay impedimento para que Abe implemente las reformas que prometió y que le ha costado realizar. Y seguir con los programas de estímulo económico.
La inflación, aunque sigue siendo todavía muy baja, lleva todo el año en positivo. Y el 0,7% en el que se encuentra ahora no está tan lejos del 1% en el que se mueven muchas economías avanzadas. Dicho esto, aclararemos que la deflación sigue siendo una de las mayores amenazas a las que se enfrenta Japón y está lejos de poder cantar victoria en ese frente.
Japón cuenta ahora con amigos que pueden ayudarle (en forma de demanda para sus exportaciones) También tiene un gobierno estable con poder para realizar reformas. Si no sale de esta ahora , no saldrá nunca. Merece la pena darle un voto de confianza, en forma de pequeña posición especulativa. Y no solo por la posibilidad de que salga del agujero, sino porque en ocasiones anteriores en las que parecía que salía y no lo consiguió, aún así el mercado subió fuertemente en anticipación, ante la posibilidad de que lo consiguiera, para luego volver a caer cuando no lo consiguió. Pero para quien supo salir a tiempo fue un buen negocio.
Japón cuenta ahora con amigos que pueden ayudarle en forma de demanda para sus exportaciones. También tiene un gobierno estable. Si ahora no sale de esta, no saldrá nunca.
Grafico nº 4 ¿Despierta el Nikkei?

Fuente: The Lyons Share
Como puede observarse en el gráfico nº 4, el Nikkei ha recuperado un 50% de lo perdido desde el año 1990, tras haber establecido un suelo entre 2004 y 2009. Veremos que hace a partir de ahora, pero nunca ha tenido tanto a favor para abandonar el rango en el que se ha movido desde el año 2000.
Como digo, se trata de una especulación pura y dura. Pero no como el ”Bitcoin”. Aquí hay una economía real que podría estar cambiando de signo y un mercado que, como puede verse en el grafico número 4, podría estar rompiendo un nivel de resistencia muy importante.