En el mundo de las inversiones no siempre es cierto que el camino más corto sea la línea recta. O dicho de otra manera: muchas veces hay que complicarse la vida para obtener una rentabilidad superior.
Complicarse la vida en las inversiones significa moverse fuera de los índices más importantes o de los activos tradicionales. Puedes limitarte a invertir en el Dow Jones o en el Ibex, pero también puedes “complicarte la vida” e invertir en índices de sectores y países muy variados. También puedes seleccionar estilos de gestión (“crecimiento”, “valor”, etc.) Incluso apostar por gestores (“fondos de autor”). Puedes invertir en activos no tradicionales, como los bonos de alto rendimiento, los bonos convertibles o las materias primas. La lista de alternativas es muy amplia y a casi todas ellas se puede acceder utilizando fondos de inversión.
Complicarse la vida en las inversiones significa salirse de los índices más importantes, de los activos tradicionales o apostar por gestores concretos.
Hay años en los que la forma de obtener una rentabilidad superior se basa en lo que podríamos denominar microgestión, es decir, complicarse la vida y “picotear” entre todo lo anterior, con el objetivo de hacerlo mejor que los grandes índices. Otros años lo mejor es la línea recta. El “Keep it simple” de los anglosajones.
Yo creo que, al menos de momento, este es uno de esos años en los que es mejor no complicarse la vida. Por eso me la he “simplificado” y el grueso de mi cartera de renta variable está compuesta por un fondo global y un fondo referenciado al índice tecnológico Nasdaq. Y por el momento está resultando una estrategia tan simple como efectiva.
Para demostrar esta afirmación vamos a utilizar los datos de la empresa norteamericana Morningstar que combinan en una matriz el tamaño de las empresas con los estilos de gestión.
Tabla nº 1: la matriz de resultados de los fondos de inversión por tamaño y estilo de gestión en 2018.

Interpretar la matriz de la Tabla nº 1 es más sencillo de lo que parece. Es como jugar a los barcos. Por ejemplo, si yo les digo que los fondos que invierten en empresas grandes (“Large”) cuyos gestores están orientados al crecimiento (“Growth”) han ganado de media un 3,3% en lo que va de año, significa que primero me he ido a la parte de arriba del eje vertical (“large”) y luego me he deslizado hacia la derecha, al extremo del eje horizontal. La intersección está en el recuadro superior derecho, en el que aparece el dato 3,3%. Significa qué los fondos que invierten en grandes empresas orientadas al crecimiento han obtenido en lo que va de año una rentabilidad media del 3,3%.
Sí nos vamos al otro extremo, es decir, al recuadro que hay abajo a la izquierda, vemos que coincide con fondos que invierten en empresas pequeñas (“small”) y cuyos gestores están especializados en buscar valores baratos, sin tener muy en cuenta sus expectativas de crecimiento. Son lo que se conoce como gestores “value” (de “valor”). Lo que nos la matriz es que en lo que va de año los gestores de valor pierden un -5,2 %, mientras que los gestores que invierten en grandes compañías de crecimiento ganan un 3,3%. Una diferencia del 8,5% entre ambos. En seis meses.
Los fondos de valor que invierten en pequeñas compañías son muchos de los conocidos como “fondos de autor”. Los fondos que invierten en grandes compañías de crecimiento son, sobre todo, grandes fondos referenciados al índice tecnológico NASDAQ.
La conclusión es que, en términos generales, han funcionado mucho mejor los fondos que sencillamente se limitan a seguir la evolución de un gran índice como el Nasdaq sin complicarse en buscar gestores o estilos de gestión especiales. De hecho, el propio índice Nasdaq lleva una revalorización del + 8% en el momento de redactar este informe, lo que significa que los fondos baratos que no hacen nada mas que seguir al índice – fondos indiciados o de gestión pasiva – lo han hecho todavía mejor que los gestionados de forma activa. De nuevo, a más simple el planteamiento, mejor el resultado.
En segundo lugar, nos fijamos en la evolución de un fondo Global – la opción más sencilla que existe, pues se limita a reflejar la evolución del índice mundial MSCI- y vemos que lleva una rentabilidad del 1% en el año, lo cual compara muy bien con el -5,2% de los fondos “de autor” . También supera al índice MSCI de mercados emergentes – otra forma típica de “complicarse la vida” – que pierde un – 1,50% en el año. No es una diferencia muy grande, pero hay que tener en cuenta que invirtiendo en los mercados emergentes se asume una volatilidad – riesgo – mucho mayor que en los desarrollados (por definición). Así que más riesgo y menos rentabilidad por “complicarse la vida”, en este caso en emergentes.
Han funcionado mucho mejor los fondos que se limitan a seguir la evolución de un gran índice.
Que duda cabe que ha habido otras “guindas” interesantes, como, por ejemplo, las pequeñas compañías norteamericanas (Rusell 2000. + 4,60%), pero, de nuevo, nos encontramos ante fondos que siguen a un índice que, aunque sea de pequeñas compañías, no es precisamente pequeño.
Habrá un momento en el que tengamos que complicarnos la vida, no les quepa la menor duda. Pero de momento no es el caso.