Salvo novedades de última hora, que nunca se pueden descartar situaciones como esta, lo más probable es que asistamos a una recuperación económica una vez superemos la recesión que sin duda vamos a sufrir como consecuencia de las medidas que se han tomado para contener la expansión del coronavirus.
Pero es importante recordar los conceptos. Se entiende por recesión un crecimiento negativo de la economía por un periodo superior a dos trimestres consecutivos. Por el contrario, una depresión consiste en una disminución importante y sostenida en el tiempo de la producción y el consumo acompañada de desempleo, restricción del crédito y quiebra de compañías. Es como una recesión, pero mucho más larga y con consecuencias más profundas y a largo plazo.
Una recesión es una desaceleración normal y pasajera del ciclo económico, mientras que una depresión es el punto más bajo del ciclo económico y su duración es muy superior. Se entiende que una recesión dura como mínimo seis meses y se considera que a partir de tres años de recesión lo que se ha sufrido es una depresión.
A nuestros efecto, lo importante es saber si vamos a tener una recesión, es decir, un daño temporal limitado o una depresión, es decir, un desastre económico del que además es muy difícil salir, tal y como ocurrió en los años treinta. Y es importante porque en el primer caso normalmente no es necesario modificar radicalmente la cartera de inversión, mientras que ante la posibilidad de una depresión hay que modificar totalmente su estructura.
Lo que importa es saber si vamos a tener una recesión, es decir, un daño temporal y limitado o una depresión, es decir, un desastre económico sostenido en el tiempo.
En términos generales, es decir, a nivel global, mi opinión con los datos actuales es que lo que tendremos serán seis meses de crecimiento negativo. Muy negativo, pero corto. En números anteriores de estos “Cuadernos” he comentado que eso será así porque se está inyectando una enorme cantidad de dinero de los bancos centrales y ayudas de los gobiernos, precisamente para mantener en marcha el motor de la economía – digamos que al “ralentí” – y se produzca una recuperación tan pronto se vuelva al trabajo.
La cuestión es: a partir de ahí ¿cómo será esa recuperación? Se está cometiendo el profundo error de considerar que la recuperación o incluso la recesión será igual en todos los países. Craso error, porque como puede entender cualquiera si necesidad de ser economista, el distanciamiento social le hace mucho más daño a una economía como la española, híper dependiente de la hostelería o el turismo, que es una economía como la alemana, la china o la norteamericana.
Tan pronto se restablezca la demanda de bienes y servicios, la economía alemana tendrá seguramente un rebote en V mayúscula. Y probablemente ocurra lo mismo con la norteamericana. Y no sólo por la composición sectorial de sus economías, sino también porque ambas están cuidando su tejido productivo para que esté en condiciones de funcionar cuando se reanime la demanda. Ya está ocurriendo en China, a la que solo le falta que se una la demanda externa. Pero países como España tendrán una salida en L, es decir la recesión será más larga y profunda que el ritmo y potencia de la recuperación. Una U en el medio – largo plazo, en el mejor de los casos.
Todos esto es muy importante para el inversor, una cuestión que vigilamos muy de cerca en Nextep para las carteras de nuestros asesorados. Porque dependiendo de cual sea el tipo de rebote o salida de la recesión que tenga cada país, su mercado bursátil tendrá un movimiento acorde y además se adelantará a esa mejora. Es lo que hacen las bolsas: adelantar movimientos futuros de la economía o los resultados empresariales.
De hecho ya lo estamos viendo: se ha recuperado mucho mejor el mercado norteamericano que el mercado europeo y China cayó menos que ambos, porque se controló más rápido y de forma más eficaz la enfermedad.
El alfa en las carteras de fondos vendrá de acertar en los países y sectores que se recuperarán antes y mejor de la crisis, no de la selección de gestores.
De hecho, para desgracia de los selectores de gestores o partidarios de la gestión activa, el “alfa” (rentabilidad adicional sobre el mercado) de las carteras de fondos no vendrá de la selección de los gestores, sino de acertar en los países. Lo cual, además, va a suponer un importante ahorro en comisiones para los inversores.