En el número del mes de marzo de estos “Cuadernos del Mercado”, en el capítulo titulado “Y a corto plazo…”, decía que uno de los motivos por los que pensaba que habría una recuperación en las bolsas sería porque la volatilidad se había disparado y que tenía que volver, si no a la media, sí a niveles más bajos, tal y como ha ocurrido en otras crisis. El índice de volatilidad no se mueve como un índice bursátil que sigue tendencias a medio y largo plazo. La volatilidad sigue un movimiento pendular dentro de una banda de fluctuación. Y por mucho que se dispare siempre acabo volviendo al entorno de la media (gráfico n.º 5). Y solo podría volver a la media con un rebote en los mercados. Exactamente igual que ha ocurrido en todas las ocasiones anteriores.
Tengamos en cuenta que en el peor momento del pánico la volatilidad alcanzó un nivel del 82%, nivel que solo se había visto en los peores momentos de la crisis financiera de 2008 (ver gráfico n.º 5). Y en aquella ocasión también acabó normalizándose.
Gráfico n.º 5: El VIX, el “índice del miedo”

Para poder entender el motivo que me llevaba a realizar esta afirmación, en lugar de utilizar la definición técnica de la volatilidad utilice la que se usa coloquialmente en los mercados, que dice que la volatilidad es el índice del miedo.
En otras palabras: sólo en 2008 había habido un nivel de pánico como este. Y ese miedo tenía que bajar si ocurría lo que efectivamente ha ocurrido: que los bancos centrales y los gobiernos tomaran medidas para evitar el colapso del sistema. Como en 2008, aunque al tratarse de una crisis financiera, en aquella ocasión fueron solo los bancos centrales —estímulo monetario—,
y ahora, al tratarse de una crisis de la economía real generada por el cierre por decreto de la economía, hacía falta lo que se llama técnicamente estímulo fiscal, es decir, promesa de gasto e inversión pública.
La pregunta sería: ¿y ahora qué? La respuesta es la que ha servido de base para nuestra apuesta por una recuperación bursátil y es la de la vuelta a la normalidad. Y la vuelta a la normalidad pasa por la vuelta a la “nueva” normalidad, es decir, que el proceso es pánico-nueva normalidad-normalidad. Siempre en el supuesto de que se reactive la economía, baje la mortalidad del virus y finalmente pasemos de la “nueva” normalidad a la normalidad cuando o bien se descubra un tratamiento eficaz que convierta al virus en una enfermedad más con tratamiento y cura o que se descubra una vacuna, momento en el cual se alcanzará la normalidad “normal”.
Lo que quiero decir con esto es que la volatilidad sigue siendo un buen indicador de la vuelta a la normalidad que, en el fondo, es lo que más nos importa como inversores. Si se vuelve a la normalidad pronto y las inyecciones de dinero de los bancos centrales y los gobiernos permiten reiniciar el motor económico antes de que sea demasiado tarde, el mercado reflejará esa vuelta a la normalidad estableciendo cotizaciones “normales”, es decir, más altas que las del pánico o las de la “nueva” normalidad.
Pero la vuelta a la media en la volatilidad también tiene un significado negativo y es que a partir de ese momento podría costar más que el mercado subiera si no hubiera nuevos motivos para ello. En otras palabras, estamos viendo la subida de la vuelta a la normalidad y la bajada de la volatilidad correspondiente. Necesitaremos buenas noticias en el plano del tratamiento médico o en el económico para seguir subiendo. Si no hay buenas noticias en este sentido y no van mejorando los datos económicos, a corto plazo el mercado podría perder fuelle por falta de incentivos.
La volatilidad del SP 500 está actualmente en el entorno de los 30 puntos, mientras que la media histórica se sitúa más en el entrono de 20 (ver gráfico n.º 5).
Eso significa que el “miedo” todavía podría reducirse en 10 puntos, lo que le sentaría muy bien a las bolsas.