Nada más apasionante en este sector que las peleas entre los bancos centrales y los mercados. En realidad no se trata de algo personal, sino de que los mercados piensan en un momento dado que algo tiene un determinado valor y los bancos centrales piensan lo contrario.
Otras veces no son los bancos centrales sino los políticos. Pero en ambos casos es como ese juego en el que se marca una línea en el suelo, dos equipos tiran de una cuerda y gana el que consigue traer al otro equipo a su zona.
Normalmente este tipo de luchas se desarrollan en torno a una divisa. En el caso de que participen los políticos la pelea suele consistir en que quieren manipular la divisa del país para alinearla con sus intereses de política económica y el mercado no “compra su mercancía”.
Otras veces son los bancos centrales los que consideran que la divisa del país puede estar sobrevalorada o infravalorada, pero puede que los inversores no estén de acuerdo y actúen cómo actúan los inversores, es decir, comprando o vendiendo (en esta caso la divisa en cuestión).
Así como la Reserva Federal de los Estados Unidos tiene fama de ganar este tipo de batallas —aunque dentro de ciertos límites y siempre y cuando sus objetivos sean razonables—, el Banco Central Europeo tiene ya algunas derrotas en su corta historia.
Antes del lanzamiento del euro se creó el European Exchange Rate Mechanism o ERM (Mecanismo Europeo de Cambios) y saltó por los aires en cuanto un especulador —George Soros— decidió que aquello no tenía sentido. Bueno, Soros y todos los especuladores que se unieron a la “fiesta”.
Tampoco lo pasaron nada bien en el BCE durante la crisis del euro del año 2010. El mercado consideró que los niveles de deuda y déficit de los países del sur de Europa y la solvencia de su sector bancario no eran sostenibles y no justificaban la existencia de una moneda común entre un país como Grecia y otro como Holanda.
Empezaron las ventas de deuda y de la divisa europea, se unieron los especuladores ante la posibilidad de ganar dinero apostando contra ambas —poniéndose “cortos”— y al final Grecia tuvo que ser rescatada y España no fue rescatada oficialmente pero sí en la práctica.
En las últimas semanas la presidenta del Banco Central Europeo ha tenido que salir a la palestra a decir que no está por la labor de que sigan subiendo los tipos de interés de los bonos en la eurozona porque pone en peligro la recuperación económica. Piensen que los tipos de interés del mercado establecen indirectamente cuál es el coste de los créditos de medio y largo plazo que da la banca.
El origen de la subida de los tipos de interés de los bonos, tanto europeos como norteamericanos, está en que el mercado percibe que llega la normalización económica y que con ella posiblemente llegue también la normalización de los niveles de inflación. Sobre todo por el tsunami de liquidez y gasto público que se ha generado y se planea seguir generando. Y no tiene mucha lógica económica que se haya generado la masa monetaria mayor de la historia y la inflación no repunte, aunque sólo sea ligeramente. Con tanta liquidez en el sistema hay un riesgo evidente de que si vuelve el crecimiento vuelva también la inflación. Eso es lo que piensa el mercado y lo que hace que algunos de los inversores que tienen bonos con rentabilidad cero o negativa quieran soltarlos como si quemaran y caiga el precio de los bonos (1).
El ratio de expectativas de inflación (gráfico n.º 1), que muestra dónde espera el mercado que esté la inflación dentro de cinco años, se ha situado en el 2,42 %.
Gráfico n.º 1: Expectativas de inflación en Estados Unidos (a 5 años)
El razonamiento vale también para Europa. Es más difícil que Europa crezca, porque Europa sufre de euroesclerosis, es decir, sus políticos la han metido en un traje de cemento de burocracia y regulaciones que impide el crecimiento, la innovación y tener cierto peso en la revolución digital. Pero con la cantidad de estímulo monetario y fiscal (es como se llama técnicamente al gasto público) que se ha realizado, Europa podría crecer y tener un repunte de la inflación. En ese caso nada justificaría que los tipos de interés de los bonos europeos sean mayoritariamente negativos.
Así que estamos entrando en un escenario en el que los que tienen bonos, lo cual incluye grandes instituciones, entidades financieras y la mayoría de los partícipes de fondos de renta fija, quieren —o querrán— deshacerse de ellos. Imagínense el “papelón” de quedarse con un bono que no paga cupón cuando a lo mejor dentro de unos meses un bono similar puede llegar a ofrecer un 2 % en el mercado (por poner un ejemplo).
Así que de un lado tenemos a los inversores, que ya no quieren tener en cartera bonos con rentabilidad cero o negativa, y del otro a los bancos centrales, que consideran que es demasiado pronto para que se encarezcan los créditos de medio y largo plazo, incluidas las enormes deudas en las que han incurrido los estados para hacer frente al coste de los confinamientos. El conflicto está servido.
En circunstancias normales la Reserva Federal de los Estados Unidos tendría opción a vencer en esta pugna, ya que con su máquina de fabricar dólares puede hacer casi cualquier cosa. Ya saben lo que dice el refrán: “don’t fight the Fed” (“no te enfrentes a la Fed”). El problema es que también tiene que tener razón, porque si la razón la tienen los mercados y la inflación va a repuntar, no hay dinero en el mundo para evitar que quienes tienen esos 12 billones en bonos con rentabilidad negativa se los quieran quitar de encima.
Además la Fed lleva muchísimos años imprimiendo billetes para solucionar todos los problemas, desde la crisis financiera de 2008 hasta las consecuencias de los confinamientos por la pandemia, y ellos mismos saben que todo tiene un límite.
El Banco Central Europeo hará también todo lo posible por evitar que sigan subiendo los tipos de interés de los bonos. A su favor juega la euroesclerosis de la economía europea, es decir, es más difícil de justificar que suban mucho los tipos de interés o la inflación en la burocratizada, hiperregulada y poco digitalizada Europa, que no puede crecer como Estados Unidos o China. Pero aún así, con la enorme cantidad de dinero que se va a inyectar, hasta la economía europea podría crecer, aunque sea temporalmente, y con ella repuntar la inflación. El problema del BCE es muy parecido al de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
No quiero decir con esto que la inflación europea se vaya a poner mañana en el 2 % o la norteamericana en el 3 %. Digo que si empieza a aumentar, a los bancos centrales les va a costar mucho mantener estable el precio de los bonos. Podríamos asistir a la típica pelea de Bancos Centrales “contra” inversores. Además, si la cosa se “anima” se irán uniendo los especuladores, que saben que ponerse corto en una situación como esta puede ser muy rentable. Que se lo pregunten si no a Soros o a los bancos de inversión que se “forraron” en la crisis del euro.
Si finalmente entramos en esta batalla, cosa que parece bastante probable, ¿quién la ganará? Pues todo dependerá de cómo evolucione la inflación. Si el repunte es pequeño o es temporal serán los bancos centrales los que se lleven el gato al agua y los especuladores que se pongan cortos saldrán escaldados. Pero como repunte la inflación y el repunte sea sostenido, los bancos centrales lo van a tener muy difícil, los “cortos” ganarán mucho dinero y los tenedores de bonos y fondos de renta fija de largo plazo saldrán escaldados.
Cómo gestionar una cartera de fondos en este escenario
- No se puede tener renta fija de medio y largo plazo en cartera. Es un riesgo innecesario. Hace meses que lo recomendamos, tanto en Nextep como desde estos Cuadernos.
- La renta fija tiene que ser de corto y medio plazo y europea, donde los tipos de mercado podrían subir menos que en Norteamérica (por la “euroesclerosis”).
- A medio y largo plazo todo va a depender de la inflación. Y la forma de adelantarse a lo que ocurra con la inflación está en interpretar adecuadamente los indicadores adelantados.
Los comentamos en los informes y vídeos que enviamos a los clientes de Nextep y en la cuenta de Twitter (@NextepFinance).
- ¿Cuánto pueden caer los fondos de renta fija de largo plazo si finalmente el BCE tiene que tirar la toalla?
- Si la acción de los mercados NO va acompañada de un incremento de la inflación y/o una mejora de la economía, la caída será reducida y temporal. Serían pérdidas en el entorno del 2 % al 3 %.
- Si repunta la inflación significativamente y de forma sostenida, podríamos estar hablando de entre un 4 % y un 8 % de pérdida.
- Afortunadamente existen muchas alternativas a los fondos de renta fija de largo plazo. Alternativas y fondos concretos que ya conocen los clientes de Nextep, puesto que hace tiempo que hemos preparado las carteras para esta eventualidad. Y que ya se está viendo que va muy en serio.
- De las consecuencias sobre los fondos de renta variable hablamos en el siguiente capítulo.