Con lo que han subido las bolsas mundiales, que el Nikkei japonés suba pudiera parecer un dato poco significativo. Ahora bien, si decimos que se sitúa entre los mejores de los grandes índices de los mercados avanzados, la cosa cambia. Y si añadimos que el año pasado el Nikkei fue capaz de igualar el resultado de la bolsa norteamericana, la mejor entre los grandes índices, eso sí que llama poderosamente la atención.
Porque mucho antes de que lo “imitara” Europa, Japón entró en una mezcla de estancamiento y deflación que se ha mantenido durante mucho tiempo y que se consideraba un fenómeno exclusivamente japonés. De hecho, cuando se hablaba de que pudiera ocurrir algo parecido en otras zonas geográficas se hablaba de “japonización” de la economía. Yo lo llamé “japonetización” porque cuando empecé a hablar de esto no existía todavía una definición. El artículo, del año 2011, se llamaba “La japonetización de la economía occidental” (2) y, efectivamente, Europa se “japonizó”, pese a que nuestros políticos habían visto lo que había ocurrido en Japón y estaban más que avisados.
Las causas, los síntomas y los efectos son muy parecidos. Japón no crecía como consecuencia de los excesos burocráticos y regulatorios que atenazaban su desarrollo económico, así como por la maraña de intereses políticos y económicos que se habían creado para proteger a las élites empresariales del país y evitar cualquier tipo de competencia interna o externa. Igual que en Europa. Y si en Europa es complicado para las empresas ajustar sus plantillas, en Japón era totalmente imposible.
Japón era y es el campeón del envejecimiento de la población, así como de la deuda pública y de las intervenciones del banco central para intentar sacar a la economía de su esclerosis. Qué duda cabe que Europa es su alumno más aventajado en todos estos asuntos. De hecho, vamos camino de superarles en casi todo lo que llevó a Japón a un proceso de estancamiento y deflación que ha durado décadas, con el agravante de que Europa es una sociedad menos avanzada tecnológicamente y mucho más alejada de la revolución digital.
Por eso es importante para Europa lo que ocurra en Japón, porque si Japón es capaz de salir del agujero, Europa también podría conseguirlo. Si las herramientas que ha utilizado Japón han funcionado allí, también podrían funcionar aquí. Y si la bolsa japonesa puede situarse en los puestos de cabeza también podrían hacerlo algún día las europeas si se hace lo correcto.
Como podemos ver en el gráfico n.º 1, a finales de los años 80 explotó la burbuja inmobiliaria y bursátil en Japón. El Nikkei había alcanzado valoraciones absolutamente surrealistas. Lo mismo se puede decir de los precios inmobiliarios.
Pero si miran el gráfico n.º 2 verán que, tras un largo periodo de tira y afloja, el índice ha conseguido romper el techo que se había establecido en el año 1991 (línea roja). La ruptura de un techo que ha durado 30 años no es una noticia cualquiera.
Gráfico n.º 2: El Nikkei rompe su techo de los últimos 30 años
Dirán, y con razón, que en sus programas de estímulo monetario el Banco Central de Japón ha estado comprando acciones cotizadas de forma recurrente desde hace mucho tiempo (a través de ETFs). Cierto, pero eso ya ocurría antes. La diferencia es que ahora parece ser que se han unido compradores “de verdad”. Es otro cambio importante.
Pero el objeto de este capítulo no es recomendar invertir en Japón —ni tampoco lo contrario—, sino transmitir que si Japón es capaz de salir del agujero del estancamiento y la deflación, Europa también puede hacerlo. Y que además estamos ante un dato claramente alcista para la renta variable global. Cuánto dinero tiene que haber buscando oportunidades en renta variable para que hasta Japón se una a una “fiesta bursátil” a la que normalmente sólo está invitado Estados Unidos y ocasionalmente China. Es como si accediera a la zona VIP una persona a la que antes ni siquiera le permitían entrar en la discoteca.
Que Japón salga del agujero no es casual. Es el resultado de la tenacidad del pueblo japonés y en concreto la de su primer ministro durante muchos años, Shinzo Abe, que dimitió recientemente por motivos de salud.
Probablemente no lo recuerden, pero fue él quien lanzó su famosa política basada en tres flechas: política monetaria agresiva, estímulo económico y estrategia de crecimiento basada en reformas que actualizaran la situación y competitividad de la economía japonesa. Es lo que se llamó “Abenomics”, y ahora podría estar dando sus frutos. Así que es muy importante ver si Europa es capaz de lanzar sus propias flechas para salir de la “japonización” en la que se encuentra.
De momento Europa solo ha copiado las medidas más fáciles y efímeras: endeudarse hasta límites insospechados e inyectar dinero en la economía. Ambas funcionan en el corto plazo y seguramente funcionarán en Europa, pero en el largo plazo la experiencia japonesa demuestra que son insuficientes.
Para que Europa pueda salir de la euroesclerosis y de la japonización tiene que eliminar el traje de cemento de burocracia y excesos regulatorios en el que la han metido los políticos en los últimos 10 años, que es también el responsable de que Europa esté a la cola de la revolución digital. Si no, seguirá a la cola entre los índices de las principales economías del mundo. Y a partir de ahora también detrás de Japón.
- Importancia de esta información para la gestión de una cartera de fondos
- En el caso japonés es importante vigilar si efectivamente estamos ante el éxito de las medidas tomadas o simplemente la inercia de las bolsas en general.
- En Japón hay que vigilar con atención los datos de inflación —para ver si abandona definitivamente la deflación— y los de crecimiento, así como que continúen las reformas que inició Abe.
- En el caso europeo tenemos que ver si hay valentía política para quitarle a Europa su traje de cemento de excesos regulatorios y burocracia y si se dedica dinero a la educación, la investigación y el desarrollo.
- Si se toman esas medidas y se percibe esa valentía política, al atractivo del dividendo europeo se añadiría la posibilidad del crecimiento y la dinamización de la economía.
- Japón y Europa tienen un peso considerable en el MSCI World. La decisión de sobreponderar una u otra zona geográfica afectará al resultado de una cartera de fondos en su comparación con el índice de referencia más importante.