En los mercados se clasifica a los inversores entre “toros” y “osos”. Toros son los que piensan que un determinado activo, sector o país va a subir. Son osos los que piensan lo contrario.
Lo de “los Pedros” es más de cosecha propia y viene de un artículo que escribí hace mucho tiempo (2), en el cual comparaba a estos agoreros profesionales que, para captar clientes o vender libros, siempre le están metiendo miedo a la gente (para que busque su protección). Que si la burbuja, que si la crisis, que si la “represión financiera”, etc. Evidentemente hay y habrá burbujas y habrá crisis, son parte integrante de los mercados, pero tirarse años repitiéndolo a ver si un día suena la flauta y puede uno apuntarse el tanto y de paso utilizar el miedo para captar clientes o vender libros, es, en mi opinión, éticamente reprobable.
En cuanto a lo de la “represión financiera” se cae por sí solo, puesto que durante la época de la “represión” —bajada de los tipos de interés— es cuando más dinero han ganado los inversores conservadores en sus fondos de renta fija o en sus activos inmobiliarios, mientras que ahora que suben los tipos de interés y desaparece la supuesta “represión” está claro que no están muy contentos.
En el mencionado artículo decía que lo grave no es que haya agoreros, sino que, como en el cuento de Pedro y el lobo, cuando ya nadie les hace caso es cuando realmente llega el lobo. Son como un indicador contrario: cuando dicen que hay que vender, lo que hay que hacer es comprar. Y viceversa. Así que cuando están callados, mala señal. Significa que han perdido todo crédito entre sus seguidores, lo que significa a su vez que sus seguidores tiraron la toalla y decidieron invertir. Y cuando entran en el mercado los “últimos de Filipinas”, es decir, los que hicieron caso a los «Pedros” y se quedaron fuera, eso significa que no queda mucha gente fuera.
Que los Pedros están muy callados es fácil de comprobar siguiendo los medios y las redes sociales relacionadas con la inversión. Hemos visto como las palabras “crisis”, “burbuja” o “represión financiera” estaban antes en todos los medios y ahora no aparecen por ningún lado. Y eso no es bueno.
En cuanto a los “osos”, ya solo son un 20 % de los inversores en EE.UU., que es el mercado que marca la pauta al resto del mundo. Lo vemos gráficamente en el gráfico número cuatro. En la parte de arriba tenemos la evolución del índice SP 500, en la parte de abajo vemos que el porcentaje de inversores que piensan que la bolsa puede caer está en mínimos.
Gráfico n.º 4: El sentimiento de los inversores
La buena noticia es que, viendo el gráfico, se da uno cuenta de que el hecho de que haya más o menos “osos” no cambia la tendencia de medio y largo plazo del mercado. Vemos cómo desde el año 2015 ha habido temporadas en las que ha habido casi tantos inversores con visión bajista como ahora y aún así el mercado ha seguido subiendo.
En nuestra opinión, que la mayoría de los inversores piense que el mercado seguirá subiendo y que, además, los agoreros estén en silencio, significa que el mercado es vulnerable a una corrección, pero no que vaya a cambiar de tendencia.
Hacemos esta afirmación apoyándonos en lo comentado en el capítulo anterior. Cuando las bolsas tienen tanta gasolina como tienen ahora y las alternativas de inversión rentable son tan pocas, una corrección lo que hará es atraer nuevos inversores, no generar un cambio de tendencia (salvo que ocurra algo totalmente inesperado y muy grave, pero con ese tipo de eventos no podemos trabajar).