Todos los años, los banqueros centrales del mundo se reúnen en Jackson Hole (Wyoming). Es un congreso, pero no es un congreso cualquiera: las consecuencias de lo que allí se decida afectarán a todos los ciudadanos del mundo, y no sólo a los inversores. Sobre todo en un momento como el actual, cuando en la economía empieza un nuevo ciclo.
Esta reunión —que ha sido virtual por el COVID— es la ocasión perfecta para que quienes tienen más poder que ningún político coordinen sus políticas monetarias. O, “sensu contrario”, la ocasión de mostrar sus discrepancias, información todavía más interesante para los inversores, ya que puede dar lugar a los llamados “arbitrajes” entre distintos activos financieros (apostar a favor del dólar y contra el euro o a favor de la renta variable en lugar de la renta fija, etc.)
El presidente de la Reserva Federal de los EE.UU., Jay Powell, ha venido a decir que procederá a reducir las compras de bonos que viene realizando la Fed desde la crisis financiera de 2009 (que incrementó de forma masiva para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia).
Es un cambio muy importante, pero la Reserva Federal lo ha preparado tan bien a base de globos sonda y pistas y el anuncio era tan esperado que no ha tenido impacto en los mercados. De hecho, ha tenido un impacto positivo, porque los mercados estaban empezando a temerse alguna sorpresa, pero ha insistido en que el proceso se hará con mucho cuidado, para no dañar la recuperación económica y, sobre todo, para asegurarse de que se alcanza el pleno empleo.
Todo ha coincidido plenamente con nuestras predicciones de meses anteriores. Y también la de que no tocarían los tipos de interés hasta bien entrado 2022, el otro asunto importante. Y que no los subirán hasta que haya finalizado el estímulo monetario, es decir, cuando haya finalizado definitivamente la compra de bonos.
Si tuviéramos que trasladar el resultado a una frase sencilla sería esta: “No nos importa que caiga el precio de los bonos de largo plazo, lo que no queremos es que suban los tipos de interés de corto plazo y hagan daño a las empresas, especialmente a las PYME. Es prioritario que sigan contratando gente”.
De hecho, el precio de los bonos de largo plazo estuvo cayendo días antes, pero haciendo bueno el refrán de “comprar con el rumor, vender con la noticia”, rebotaron/respiraron aliviados tras confirmarse que sería un “tapering” amable.
Pero mucho cuidado: por muy amables que sean las formas, el mensaje no lo es tanto para el precio de los bonos. La Fed está diciendo claramente que va a comprar menos. Y es obvio que el siguiente paso será detenerlas totalmente. No se podrá decir que Powell no avisó.
Las declaraciones de Powell han tenido un impacto bastante diferente por activos y sectores bursátiles. E incluso por plazos dentro de la renta fija, puesto que plazos muy largos de bonos europeos, por ejemplo, ni siquiera han tenido el rebote de la confirmación de la noticia y se han asustado, pensando tal vez en el refrán de que “cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.
No vamos a aburrirles con una descripción detallada de cómo han afectado a cada sector bursátil y a cada estilo de gestión las declaraciones del presidente de la Reserva Federal. Pero diremos que ha supuesto un empujón a nuestra teoría de la “gran rotación”, ampliamente comentada desde estos “Cuadernos” y que se notará en nuestras carteras recomendadas. Y no insistiremos porque necesitamos espacio para hablar de lo más importante: qué pasará a partir de ahora.
De momento está claro que el mercado se ha quitado un peso de encima y las bolsas, que seguirán siendo alcistas en el corto plazo. También le ha venido bien al bitcoin, cumpliéndose nuestra previsión de que todo lo que sea que los bancos centrales sigan imprimiendo dinero a raudales aumenta el atractivo de una moneda que no depende de los bancos centrales. No podemos afirmar que este sea el motivo por el que ha subido, pero, fanáticos que somos de las correlaciones, tomamos nota de cara al futuro.
Pero volvamos a los activos clásicos. Sabemos cuándo va a empezar a reducir compras la Fed —en octubre, en nuestra opinión— y cuándo subirán los tipos de interés —si por Powell fuera, bien entrado el año 2022—. El problema es que el hombre propone y, aunque se trate del presidente de la Fed, es Dios quien dispone. En este caso a través de las cifras de inflación.
La estrategia de la Fed pasa porque los altos niveles de inflación actuales sean algo transitorio y luego vuelvan al objetivo de la Reserva Federal (2 %). Pero ¿qué ocurre si se estabiliza claramente por encima de dicho objetivo? En ese caso no podrá ser tan “amable” y tendrá que actuar vigorosamente, lo cual significa cortar por lo sano las compras de bonos, subir inmediatamente los tipos de interés e incluso vender bonos en lugar de comprarlos, es decir, lo contrario del estímulo monetario. Y eso sí que afectaría a las bolsas, y no les quiero decir a los bonos. Y si pasa en Norteamérica, pasará en Europa. Aunque la señora Lagarde lo crea, Europa no es inmune a la inflación importada.
El resumen es bien sencillo: a partir de ahora habrá que ver si los hechos se adaptan a los deseos del presidente de la Fed o por el contrario el presidente de la Fed tiene que adaptarse a los hechos.
Tampoco se puede descartar que tenga que dar marcha atrás, si, por ejemplo, surge una variante de la COVID peor todavía que la Delta, y no les quiero decir si es inmune a las vacunas. O si los gobiernos sobrerreaccionan ante la variante Delta. Como los mercados tienen la mala costumbre de que suceda lo menos probable, o por lo menos lo que menos espera la mayoría, tampoco podemos descartar esta posibilidad.
En realidad el más claro beneficiario de que la Reserva Federal se tome la inflación en serio y el Banco Central Europeo dé prioridad a la financiación barata de la eurozona sería el dólar. Pero la “amabilidad” de la Fed también ha enfriado sus expectativas de revalorización, si bien es algo que vamos a vigilar estrechamente porque tendría toda su lógica dada la divergencia entre la Fed y el BCE.
Pero todo lleva a lo mismo: a partir de ahora ganará quien sepa elegir los indicadores adecuados —indicadores adelantados— relacionados con la inflación, los siga atentamente y sepa interpretar a cuál de los escenarios anteriores nos llevan, si al que quiere el presidente de la Fed u otro distinto. Nosotros desde Nextep les vamos a dar prioridad. De hecho, si les interesa el tema, solemos subir a nuestra cuenta de Twitter —@NextepFinance— muchos datos de este estilo para facilitar el seguimiento de los mismos.