Gráfico n.o 4: Ratio PIB – Deuda, a nivel global

El gráfico n.º 4 es realmente interesante y puede llegar a tener una enorme importancia si en el futuro, y como esperamos, se complica la evolución en el precio de los bonos.
El mundo nunca ha estado tan endeudado. En paralelo, la financiación de esa deuda nunca ha sido tan barata. Y esto no es porque hayan desaparecido todas las reglas del mercado, sino por las compras masivas de bonos de los bancos centrales.
Desde el año 2008, primero para hacer frente a la crisis financiera y luego a la pandemia, los bancos centrales se han dedicado a inyectar dinero a mansalva en todas las economías del mundo.
La forma en la que inyectan ese dinero es comprando bonos, con la esperanza de que el que vende el bono luego dedique ese dinero al crédito, a montar un negocio o a cualquier otra actividad productiva. En realidad mucho de ese dinero se queda en los mercados, lo cual potencia la subida artificial del precio de los bonos.
La espada de Damocles que se cierne sobre los mercados de bonos caerá el día que los bancos centrales dejen de inyectar dinero. Y no les quiero decir si además la inflación se mantiene en niveles altos como los actuales, porque en ese caso los tipos de interés que financian todas esas deudas resultarán absolutamente ridículos medidos en términos de rentabilidad real, es decir, la rentabilidad con la que se compró el bono, menos la inflación. Y todos los bonos que se han comprado en los últimos años se han comprado con una rentabilidad bajísima en términos históricos —la más baja de la historia, de hecho—, e incluso negativa.
Imaginen por ejemplo lo que valdrá ese bono español comprado con una rentabilidad del 0,30 % si la inflación se queda en el 4 %. Aunque bajara al 3 % seguiría siendo una rentabilidad real absolutamente ridícula. Y, por supuesto, negativa.
Pero cuando vuelva a funcionar el mercado, habrá matices. Lo lógico es que aguanten mejor los bonos de los países que estén menos endeudados y/o tengan mayor calidad crediticia.
Por ejemplo, Japón se puede permitir tener un ratio de deuda sobre su PIB del 257 %, porque es un país muy rico y con una población muy ahorradora. Tiene una alta calidad crediticia. Pero en cambio es posible que los bonos de un país como Grecia, con una ratio similar, lo pasen bastante peor. Tendría el apoyo del BCE, pero ya no sería como el que tiene actualmente gracias al QE masivo en vigor.
También podrían pasarlo bastante mal los mercados emergentes. Imagínense los países latinoamericanos. Si en Estados Unidos suben los tipos de interés como consecuencia de la caída del precio de los bonos (1), es decir, se empieza a remunerar mucho mejor el dinero, en los países latinoamericanos tendrán que subir los tipos de interés de sus bonos si quieren que alguien los compre. Y eso hace caer el precio (1).
La conclusión es evidente: hay que revisar la composición de la cartera de fondos de inversión de renta fija o poner en práctica las recomendaciones de un asesor que haya tenido o esté teniendo en cuenta este grave problema potencial.
Tenga en cuenta que la mayoría de gestores y asesores españoles, en su búsqueda de cupón, han estado recomendando renta fija emergente de muy baja calidad crediticia. Esos fondos son los que van a estar en pleno huracán cuando se generalice el “tapering” —reducción de compras de bonos por parte de los bancos centrales— y luego se pase al “closing”, es decir, al cierre definitivo del grifo.