En el número anterior de los “Cuadernos del Mercado” realizamos un ejercicio de “finanzas ficción” e imaginamos el día en el que se anunciaría la primera vacuna contra el coronavirus. La realidad resultó muy parecida cuando el pasado día 9 de noviembre se dieron a conocer los resultados preliminares de la fase 3 de la vacuna de Pfizer y BioNtech.
Pero más que repetir todo aquello en lo que acertamos, vamos a añadir nueva información, concretamente la que nos da comprobar, primero, las diferencias entre nuestras hipótesis y el resultado final, y, en segundo lugar, cosas que se han materializado en mayor o menor medida de lo que esperábamos. Y así cerramos el círculo de la información generada por este evento.
Porque, como también dijimos en aquel artículo, observar lo que ocurre el día en el que se produce una noticia tan importante es aprovechar uno de los mejores mensajes que nos puede mandar el mercado. Aunque sea de forma desordenada y que incluso puede generar confusión, los inversores han hablado y han mostrado cuáles pueden ser sus preferencias ante un escenario muy distinto.
Tampoco debemos olvidar que estas reacciones suelen ser muy viscerales y que, sobre todo, se compra aquello que más ha caído, sin pararse a pensar si puede o no tener continuidad o si el “timing” es el correcto. Este es un filtro importante que también vamos a aplicar en este capítulo.
En lo que acertamos plenamente es en que la noticia no estaba descontada. Y no porque las compañías fabricantes de las vacunas no lo hubieran ido avisando, sino porque la mayoría de analistas y asesores eran escépticos. El resultado fue que cogió desprevenido al mercado y de ahí la fortaleza de la subida que se produjo al conocerse la noticia.
¿Cuál sería la información adicional que nos ha dado el mercado? Pues que nos quedamos cortos, porque ese día hubo momentos en los que, por ejemplo, el Eurostoxx 50 llego a subir un 6 %. Y analizando los días posteriores, que como consecuencia de las vacunas noviembre ha sido el mes más alcista que se recuerda en la historia, con una subida del MSCI World del 13 % y que, en el caso del Eurostoxx 600 europeo fue del 14 %.
Es una información muy importante porque nos confirma que el miedo que le han estado metiendo la mayoría de analistas y asesores a los inversores para captarlos como clientes —el miedo es un gran argumento comercial porque genera búsqueda de protección para tu dinero— ha funcionado. Les decían que no invirtieran en renta variable porque todo estaba muy mal. Y claro, esto les ha pillado desprevenidos a muchos. Han dejado a mucha gente fuera del mercado, que incluso ahora mismo sigue fuera.
Este es un dato muy importante porque algún día tendrán que entrar en mayor medida, especialmente cuando los bonos finalicen su recorrido alcista, lo cual no está muy lejos de ocurrir. La conclusión principal es que quedan muchos rezagados y eso puede dar solidez al siguiente tirón alcista.
El mercado americano en general, representado por el SP 500, también tuvo una subida potente, pero no tanto como la europea. Y es lógico. Durante la crisis del coronavirus se ha producido una división radical en las bolsas. Por un lado, aquellos países y sectores en mejores condiciones de enfrentarse a la pandemia o incluso sacarle partido, los conocidos como la “economía del confinamiento”. Por el otro, países y sectores que se veían seriamente perjudicados.
En el primer grupo han estado Estados Unidos y China, ambos por su liderazgo tecnológico y dinamismo económico (en el caso de China hay que añadir su capacidad de control de la pandemia). Especialmente su sector tecnológico y empresas especializadas en vender bienes y servicios online.
En el segundo ha estado Europa, muy retrasada digitalmente e incapaz de dinamismo alguno, como consecuencia de los excesos regulatorios y burocráticos que se han ido imponiendo a lo largo de los últimos años en la eurozona.
Por lo tanto que haya subido más Europa tiene toda su lógica y es un dato muy importante de cara al futuro, si bien habrá que ser muy cuidadoso porque Europa tiende al autoboicot. Y también hay que tener cuidado porque los problemas de Europa no se arreglan porque desaparezca el virus. Pero, por otro lado, tácticamente la eurozona va a jugar un papel importante en este proceso de recuperación bursátil.
Pero, además de países o zonas geográficas, las grandes perjudicadas de la pandemia han sido las empresas que no resaltaban por su posicionamiento ante el cambio digital. Muchas de esas empresas se agrupan en las que suelen invertir los llamados gestores “de valor”, o “value” en terminología anglosajona, es decir, gestores que no se fijan tanto en el crecimiento potencial de las empresas sino en su precio: valoración, beneficios, dividendos, etc..
Esas empresas, normalmente alejadas del cambio digital, no solo llevan tiempo por detrás de lo que se conoce como inversión “de crecimiento” —en la que se agrupan las tecnológicas y los disruptores digitales—, sino que además han caído de forma adicional como consecuencia de la pandemia, porque sus negocios no solo no se benefician sino que se ven perjudicados por el distanciamiento social. Por poner un ejemplo, en una pandemia como esta, Netflix o Amazon crecen mucho mientras las empresas de cruceros u hostelería se derrumban, por motivos obvios. Hay también muchos tonos de gris, pero ese sería el resumen.
Si observamos el gráfico n.º 1 vemos el que ya quedará para la historia como “el día de la vacuna”. Y ese día además de una subida generalizada en la bolsa se produjo una fuerte reacción en la cotización de esas empresas que se podrían adscribir al concepto de “valor” y que ha sido la mayor de la historia.
Ni siquiera cuando los bancos centrales decidieron tirar la casa por la ventana ante la crisis de crédito del año 2008 se produjo una euforia tan grande entre los valores no tecnológicos.
Gráfico n.º 1: Reacción de las empresas de “valor” ante la vacuna

Lo que realmente establece la dirección de la bolsa norteamericana es, en primer lugar, la Reserva Federal de los Estados Unidos. Luego viene la evolución que tenga la economía, que a su vez es resultado de cómo actúen los agentes económicos y, en esta ocasión concreta, de cómo actúen consumidores y empresas de cara a la pandemia y al proceso de salida de la misma.
Aclarado esto, analicemos cuáles serían los efectos más importantes de una eventual presidencia de Joe Biden, puesto que ya sabemos cómo sería, para bien y para mal, una victoria de Donald Trump. Y parece difícil que en esta ocasión Trump sorprenda. Si no hubiera habido coronavirus y considerando cómo era la situación de la economía norteamericana, probablemente habría ganado, pero con el coronavirus por medio la relección se le ha puesto muy cuesta arriba.
Si gana Biden no va a cambiar la dirección de la bolsa en general, pero sí podría haber cambios en el pelotón, en la cola o incluso en el grupo de cabeza.
Lo más difícil es que cambie el liderazgo, porque aunque el candidato demócrata se haya mostrado crítico con los monopolios tecnológicos, parece difícil que vaya a “morder la mano que le ha dado de comer”. Y no tomen esto de forma peyorativa, sino como una metáfora que ayuda a describir la situación.
Los grandes donantes de la campaña demócrata y grandes defensores de su candidato son grandes empresas tecnológicas, así que veremos algún tipo de actuación de cara a la galería, pero, a estas alturas, el poder de los monopolios digitales norteamericanos es tan grande y tanto su dinero que parece difícil que desde el Gobierno se lleve a cabo una acción radical que afecte realmente a sus ingresos.
De hecho, veo más probabilidades de que sea Trump quien intente cortarles las alas, ya que ha sido a Trump a quien han perjudicado en campaña, no a Biden. O al menos esa es la queja de los republicanos.
Además, no olvidemos que seguimos en plena revolución digital y que los beneficiarios de la revolución digital siguen siendo las grandes compañías tecnológicas. Seguramente pronto llegará una vacuna, pero hasta que la población pueda salir con total libertad a los centros comerciales y trabajar en las oficinas pasará cierto tiempo. Es más, Biden es partidario de más confinamiento, lo cual beneficia a las empresas que venden bienes y servicios online.
Lo que sí podría ocurrir es que viéramos luego un resurgir en los valores industriales. No tanto por la llegada de Biden a la presidencia, sino por la vuelta a la normalidad.
Biden fomentaría la inversión pública en todo tipo de infraestructuras, especialmente en las medioambientales. Esto incide todavía más en lo que les decía antes, puesto que significa más construcción, más consumo de materiales, crecimiento de las empresas de servicios públicos, etc. Y todas estas no son empresas que estén especialmente representadas en el NASDAQ. Muchas ni siquiera son grandes empresas y no están en los grandes índices.
Todo lo anterior es positivo. De hecho, en mi opinión no estaría mal que los valores tecnológicos dieran paso a los industriales. Bajaría un poco la presión sobre el índice SP 500, porque si no llegará un momento en el que los precios de los valores tecnológicos podrían entrar en algo que se podría calificar como burbuja (que desde luego no es el caso actualmente, salvo en determinados valores muy concretos).
Y digo que no es el caso porque gracias a la pandemia la revolución digital se ha adelantado cinco o siete años al calendario previsto, pues el virus ha cambiado muchísimos hábitos de consumo y de trabajo. Y aunque esto podría moderarse en el futuro, habrá costumbres y usos adquiridos que quedarán para siempre.
Lo que hace el mercado es valorar en el momento presente flujos económicos futuros y, gracias al coronavirus, el descuento de flujos de caja se ha adelantado varios años. De ahí que las subidas de muchas empresas tecnológicas estén más que justificadas, porque ingresarán más y más rápido de lo previsto.
La presidencia de Biden tiene riesgos. Para empezar no sabemos si limitará las subidas de impuestos a lo que ya ha anunciado o será más agresivo. Y no tanto porque sea su intención, sino porque se vea obligado a ello. En general los políticos del mundo están muy tranquilos porque endeudarse sale gratis, ya que la reserva federal y resto de bancos centrales compran toda la deuda —bonos del Estado— y eso mantiene los tipos de interés en mínimos. Pero dudo mucho de que la Reserva Federal siga haciendo lo mismo cuando la economía norteamericana haya salido de peligro y pueda funcionar sin asistencia.
El otro riesgo de una presidencia de Biden es su edad. También lo es en el caso de Trump, pero Biden ha tenido tres infartos mientras que Trump se ha recuperado en unos días del coronavirus. En cualquier caso, a Trump le sustituiría en caso de fallecimiento Mike Pence, pero a Biden le sustituiría Kamala Harris, y eso es harina de otro costal.
El verdadero, el auténtico problema que pueden suponer estas elecciones es a corto plazo, concretamente si el resultado es muy ajustado. No quisiéramos que se repitiera la incertidumbre y el descontrol que vimos cuando Al Gore no aceptó la victoria de George Bush, dado el pequeñísimo margen por el que había ganado este último. Hubo que revisar todos los votos de una serie de circunscripciones. Una situación así aportaría gran incertidumbre a los mercados.
Cómo aprovechar esta oportunidad en una cartera de fondos
Lo primero es tener una estrategia clara respecto a los factores que van a mover el mercado a lo largo de los próximos meses. Porque en función del peso que se le dé a cada uno de ellos sale casi de forma automática el peso que tiene que tener cada tipo de activo, país o sector en la cartera de inversión.
Por cierto, abrimos un paréntesis para decirle que si utiliza Twitter le puede ser de gran utilidad seguirnos en @NextepFinance. Es gratuito y la información que publicamos complementa en tiempo real la estrategia que transmitimos a través de estos cuadernos. Además publicamos información de gran utilidad.
También hay que tener claro si en los próximos meses se va a producir algún tipo de rotación, en qué sentido y con qué “timing”. Hay algunas evidentes, pero hay otras que son discutibles. Las más evidentes ya las hemos incorporado o las estamos incorporando a nuestras carteras recomendadas en Nextep. Otras habrá que ir analizando su conveniencia y estableciendo los tiempos adecuados, pero si no se sabe exactamente dónde pueden estar en cada momento las opciones ganadoras, de nada sirve pensar en el timing.
A continuación, algo muy relacionado con lo anterior: no lanzarse a conclusiones precipitadas. Por ejemplo, que haya sectores que mejoren sus expectativas no significa necesariamente que haya otros que las tengan que empeorar. En muchos casos en esta primera fase de la rotación es más importante añadir cosas que quitarlas.
Por otra parte, parece que cuando hablamos de rotación hablamos solo de rotación entre países y sectores de renta variable, cuando probablemente la rotación que se va a producir casi con total seguridad —aunque el timing sea todavía incierto— es en los fondos de renta fija. Así que no los perdamos de vista.
La rotación también afecta a las divisas. Por ejemplo, Europa va a seguir siendo la casa de los líos y un monumento a la burocracia y a la falta de liderazgo en la revolución digital, especialmente por parte de los políticos. Pero si se produjeran flujos financieros hacia las bolsas de la eurozona como consecuencia de los bajos precios, se podría equilibrar considerablemente la balanza. Pero por otra parte la subidas basadas solamente en los precios y que no tienen en cuenta el crecimiento o la fortaleza económica suelen ser de vida corta (lo cual no significa que no haya que tenerlas en cuenta).
Resumiendo, el timing y la selección de activos, sectores y países va a ser la clave. Y poco a poco empezará a serlo la selección de gestores.