El método de comprar barato y mantener es, para mi, el más eficaz y aporta el setenta por ciento de la rentabilidad de una cartera. El treinta por ciento restante se obtiene de otras formas. Una de ellas sería el “trading”.
No es, en mi opinión, ni la mejor ni la más recomendable para el inversor particular. Además, queda totalmente descartada para el ahorrador o inversor de medio / largo plazo. Si empiezo por ella es simplemente porque, aparte de ser muy popular, resulta que este año parece estar hecho a la medida de los “traders”. Y como el año no ha acabado, mis comentarios todavía podrían resultarles útiles.
Antes de continuar, un “disclaimer” o aviso a navegantes: sólo se puede hacer trading con una pequeña parte del patrimonio. Debe ser la guinda de una gestión basada en un método estable y con visión de largo plazo. Además, sólo debe hacer trading quien tenga los conocimientos y el tiempo necesario para ello (hay que estar muy pendiente de las posiciones)
El “trading” consiste en operar a corto plazo, tratando de comprar barato para luego vender con un margen de beneficio. Y cada parte de esta definición es importante. Se opera a corto, lo que quiere decir que queda descartado quedarse mucho tiempo en una posición y, muy importante: se trabaja siempre con un stop de perdidas, es decir, se establece un porcentaje de pérdida máximo asumible y, si se toca, se vende. Sin pensarlo dos veces.
Se trabaja con un stop de perdidas, es decir, se establece un porcentaje de pérdida máximo asumible y, si se toca, se vende.
Hay que comprar cuando el mercado cae, utilizando el grado de pesimismo como guía de lo barato que se pueda llegar a comprar y teniendo muy claros cuales son los factores que generan el optimismo o el pesimismo, para así aprovecharlos.
Como digo, un ejemplo de trading de libro lo tenemos este año. Empieza con un optimismo desatado – que ya venía de finales del año anterior – medido por unos índices de volatilidad en mínimos históricos (ver gráfico nº 2) – e índices de optimismo de los inversores en máximos. En el gráfico nº 1, se aprecia la euforia de finales de 2017, la caída en 2018 y todo el movimiento al alza y a la baja posterior.
Gráfico nº 2: el índice VIX (volatilidad del mercado norteamericano)

En el momento de la euforia, el trader vende y obtiene liquidez a la espera de que llegue el pesimismo. Este año no tuvo que esperar mucho, el mercado se asustó viendo como subía el tipo de interés del bono a diez años y como la volatilidad – la aliada del “trader” – se disparaba al alza (Gráfico nº 2) El optimismo se convirtió en pesimismo y el mercado cayó un 8% en unos días. El momento perfecto para que el “trader” compre.
Como hubo muchos que compraron, el mercado rebotó y volvió el optimismo. No tanto como antes, pero, como no somos robots, entendemos que, después de una caída como esa, el “benchmark” del optimismo es diferente. Con la alegría llego el momento de vender y de embolsarse entre un 5% y un 8% de beneficio, dependiendo de la pericia del “trader” (ver gráfico nº 1)
A continuación entra en escena el otro gran aliado del operador de corto plazo: Donald Trump. Su método ya lo conocemos: disparar primero y hablar después. Disparó una buena salva como forma de iniciar “conversaciones” con sus socios comerciales, especialmente con China, que lleva años robando patentes y cerrando sus mercados mientras invade los del resto del mundo.
Nuestro “trader” ve que llega de nuevo el pesimismo, en esta ocasión pesimismo “tarifario”, y aprovecha para comprar. El “donde” no resulta complicado: cerca del momento de mayor pesimismo anterior. Y luego vende cuando Trump “tuitea” que se trata de hablar y que al final todo el mundo quedará contento. Y el mercado se tranquiliza. Nuestro “trader” estará vendiendo en el entorno de los 2.700 puntos, es decir, otro 3% adicional de ganancia sobre la operación anterior.
El vaivén no ha finalizado. Según escribo, el bono a diez años ha tomado el testigo de Trump y asusta a los mercados tocando el 3% de TIR. Si lo supera tendremos nueva caída y nueva oportunidad de compra. Eso si: ojo con el suelo o soporte mencionado en el primer capítulo. Si se rompe, el “trader” tiene que ser el primero en venderlo todo y esperar a ver hasta donde llega la nueva racha de pesimismo. Para comprar de nuevo, por supuesto.