Entrando ya en las claves para este año y siguiendo con el esquema anterior, lo primero que hay que analizar es qué van a hacer los bancos centrales, porque igual que no queremos ir contra ellos cuando están inyectando liquidez, tampoco queremos que nos pillen con el pie cambiado cuando decidan dejar de hacerlo.
El año que viene la política de los bancos centrales podría tener dos fases muy distintas y esa puede ser la principal diferencia que se va a producir en los mercados con respecto a 2020. Aparte, evidentemente, del hecho de que vamos a pasar de una economía dominada por una pandemia y sus consecuencias económicas a una economía que vuelve a la normalidad y donde desaparecen los confinamientos, lo cual afectará a todos los países, activos y sectores.
En el primer trimestre del año —y probablemente también en el segundo— la actitud de los bancos centrales será tan “salvaje” en términos de inyección de liquidez como lo ha sido en 2020. Querrán apuntalar la recuperación económica con dinero barato y su aval a los gobiernos para que puedan endeudarse a coste cero o incluso cobrando. Seguirán inundando el sistema de liquidez, así que para ganar dinero habrá que mantenerse en esa inmensa ola y surfearla. El que pretenda nadar contracorriente se perderá de nuevo la correspondiente subida bursátil.
Si miran el gráfico número 1, que superpone el nivel de liquidez que hay en el mundo —consecuencia principalmente de las inyecciones de liquidez de los bancos centrales— con la evolución del índice SP 500, verán que la correlación entre ambos es perfecta.
Gráfico nº 1: Liquidez global & Índice SP 500
En cuanto a los bonos, cada vez les costará más subir. Ya empieza a notarse el cansancio en los bonos norteamericanos. No hay que ser un lince para darse cuenta de que a estos precios solo compran los bancos centrales, los incautos o quien lo haga como una pura operación especulativa a corto plazo para aprovechar las compras de los bancos centrales. Mientras los bancos centrales sigan comprando, “so far, so good”, como dicen los ingleses. Pero atención, porque ahí es donde más adelante pueden empezar a cambiar las cosas: si cambia la actitud de los bancos centrales.
Cuando los bancos centrales vean que la economía se va estabilizando, no anunciarán a bombo y platillo su intención de ir reduciendo las compras de bonos. Si lo hicieran el desplome sería histórico. Y por supuesto afectaría a las acciones. Lo más probable es que utilicen globos sonda.
Estos globos sonda suelen tener forma de declaraciones de los consejeros o de los economistas de la casa, no de los presidentes. Los mandos intermedios van preparando el camino, la labor de zapa, que se diría en el ejército. Suelen ser declaraciones mencionando, por ejemplo, que empiezan a ser un poco más optimistas en relación con la evolución de la economía, o que empiezan a ver datos esperanzadores pero que no hay que bajar la guardia, etc. En otras palabras: todo lo que sean apreciaciones positivas en relación con la economía serán señales de que se acerca el momento en el que anuncien que reducen la compra de bonos.
Grafico nº 2: Balance del BCE y posible evolución a medio plazo.
Como verán, hablamos de reducir compras, no de detenerlas. Todo este proceso va a tener que ser delicado y gradual, porque nunca en la historia habían emitido una cantidad así de papel moneda ni habían comprado esta cantidad de bonos. Estamos en una situación que se parece a cortar los cables de una bomba de relojería. Habrá que desactivarla con mucha prudencia. Y mucha sutileza.
Pero por mucha sutileza y mucha prudencia que pongan, tan pronto el mercado vea que los bancos centrales empiezan a mandar señales, la situación puede complicarse sobremanera, empezando por los bonos, es decir, por los fondos de renta fija. No hay ningún otro motor para que sigan subiendo los bonos de países que nunca han tenido una situación crediticia tan mala como ahora y que encima no pagan intereses o incluso hay que pagarles por prestarles dinero.
La capacidad del asesor o gestor de carteras para detectar esos globos sonda será uno de los factores que marquen la diferencia entre inversores que ganen dinero e inversores que lo pierdan. Especialmente en España, donde la mayoría de las carteras tienen un elevado componente de renta fija. Y, en nuestra opinión, ese primer globo sonda se lanzará en algún momento de 2021.