Viendo la evolución que han tenido los bonos a lo largo de los últimos tres meses, quienes mantuvieron en cartera sus fondos de renta fija de largo plazo —o si lo hicieron sus gestores— se estarán arrepintiendo de no haber tomado en serio nuestras advertencias.
El tipo de interés del bono americano ha pasado del 0,50 % al 1,70 %. Y eso no es una buena noticia para los inversores en fondos de renta fija de largo plazo, porque la evolución del precio de los bonos que tienen en cartera es inversamente proporcional a la de los tipos de interés del mercado (1). Pueden imaginarse la caída que han tenido los bonos. La tienen en el gráfico número 8.
Gráfico n.º 8: Caídas en el precio del bono USA vencimiento a 10 años desde 1980
Fuente: Bloomberg
En el periodo 1980-2021 el bono ha tenido diez caídas superiores al 10 %, pero ninguna como esta, superior al 20 %. Habría que remontarse al año 1981 para ver una caída de esta magnitud.
El propio gráfico podría hacer pensar que ha pasado lo peor. El problema es que esta caída se ha producido cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos todavía está comprando grandes cantidades de bonos. ¿Qué pasará cuando deje de hacerlo? Y si alguien piensa que tras inyectar una cantidad de dinero nunca vista en la economía, más de 2,8 billones de dólares en planes de estímulo económico más otros 2 billones en planes de infraestructuras, la Reserva Federal va a seguir comprando bonos para “sujetar” la economía como si siguiéramos en pandemia, tiene un problema con la realidad. Resumiendo: cuando deje de comprar será peor.
Otro elemento que nos lleva a la conclusión de que el mal comportamiento de los fondos de renta fija de largo plazo no ha finalizado es el nivel tan extremo al que han llegado a subir los precios, y cuando decimos extremo decimos en un plazo larguísimo de tiempo.
En el gráfico número 9 vemos la evolución del tipo de interés del bono norteamericano a 10 años desde el año 1970. Ya sabemos que la evolución del tipo de interés es inversamente proporcional a la del precio (1), así que la conclusión es evidente: nunca han estado tan bajos los tipos de interés, al menos desde que existe un mercado razonablemente organizado y transparente. Esta imagen por sí sola sería suficiente para darse cuenta de que quien compra un bono de largo plazo ahora está comprando a precios increíblemente caros (1).
Gráfico n.º 9: El tipo de interés de los bonos USA desde el año 1970.
Fuentes: Global Financial Database, Goldman Sachs Global ECS Research.
También vemos que el último “mínimo extremo” de los tipos de interés coincidió con la segunda Guerra Mundial. Y el repunte de tipos se produjo a partir de entonces. También podría parecerse mucho al resultado del estímulo económico que se va a aplicar ahora, que de hecho es mayor que el que se realizó tras la Segunda Guerra Mundial.
Habrá quien piense que esto es un problema para la renta fija norteamericana, que a los europeos no nos afecta. Craso error, que de hecho ya están pagando muchos inversores que no vendieron sus fondos de renta fija europea de largo plazo.
Es cierto: en Europa los tipos de interés siempre serán más bajos que en Estados Unidos porque la economía europea nunca será capaz de crecer como la norteamericana, al menos mientras siga dirigida por burócratas que cada día hacen más difícil el crecimiento empresarial o la innovación tecnológica. Ahora bien, eso no significa que en algún momento el Banco Central Europeo no tenga que reducir la compra de bonos.
Es más, en Europa se produce una distorsión financiera adicional como consecuencia de la intervención de BCE, que son los tipos de interés negativos. Hasta países como Italia o España, con cuentas públicas crónicamente desequilibradas, están cobrando por que les presten el dinero. Repetimos: el inversor tiene que pagar por prestarles dinero. Quitando determinadas burbujas financieras especialmente llamativas, nunca se ha visto una distorsión financiera como esta, que finalizará cuando se estabilice la situación económica en Europa y el Banco Central Europeo deje de comprar bonos.
Porque no les quepa la menor duda de que el único motivo por el que se mantienen estos tipos de interés tan bajos y no se derrumba el precio de los bonos europeos es por las compras del banco central, que podemos ver en el gráfico número 10.
Gráfico n.º 10: Compras de bonos del BCE.
Fuente: BCE
Finalmente hay una cuestión importante que tampoco están valorando quienes piensan que en Europa no se va a notar la subida del tipo de interés de los bonos que se está produciendo en Norteamérica: la competencia por conseguir el dinero de los inversores.
Si Estados Unidos empieza a pagar más por sus bonos, Europa no puede quedarse atrás. Si lo hace, todo el dinero se irá a Estados Unidos. Considerando que los niveles de inflación tampoco son tan diferentes y que la calidad crediticia es similar, entre cobrar un cupón del 1,70 % en un bono norteamericano a diez años o tener que pagar —sí, pagar— un 0,30 % en un bono alemán similar, la decisión está muy clara. El día que el Banco Central Europeo deje de manipular el precio de los bonos tendrá que producirse un ajuste de mercado en el tipo de interés de los bonos europeos.
Y si lo que ocurre con el bono americano afecta a los bonos europeos, pueden imaginarse cómo afecta a los bonos de los países emergentes, especialmente a los latinoamericanos. Lo que hemos comentado en relación con la competencia que ejercen los tipos de interés norteamericanos sobre el resto de bonos del mundo es casi directamente proporcional en el caso de los bonos de los países de Latinoamérica.
Lo anterior es muy importante porque, en su búsqueda de cupón —rendimiento—, muchos gestores de cartera y asesores compraron o recomendaron a sus clientes comprar bonos de países latinoamericanos. Ahora los precios se ven muy afectados.
La “buena noticia” es que a partir de ahora la subidas de tipos serán más moderadas o incluso puede que se produzca una pausa. Pero la tranquilidad durará poco, puesto que la mejora de las cifras económicas que provocará la vacunación traerá los primeros lanzamientos de globos sonda por parte de los bancos centrales para avisar de su intención de ir reduciendo las compras de bonos (para no pillar al mercado desprevenido). Y por mucho que avisen, los bonos sufrirán en sus cotizaciones (1).