Es lo que se está preguntando mucha gente viendo como uno de los índices con mejores resultados del año pasado es de los que peor lo está haciendo este año.
Lógicamente muchos inversores se plantean si China ya dio de sí todo lo que podía dar, al menos en el medio plazo, es decir, de cara a los próximos seis meses / un año. O si estamos ante una simple corrección temporal dentro de una tendencia alcista.
Analizando la cuestión desde el punto de vista puramente económico, no hay ningún motivo para que China lo haga peor que otros índices. En todo caso tendría que hacerlo mejor.
Es el país que mejor ha manejado la pandemia, está vacunando a su población a un ritmo que ya quisiéramos en Europa y encima es la fábrica del mundo y por lo tanto será la principal beneficiaria del incremento de la demanda de bienes de consumo e industriales que puede llegar con la normalización de la economía.
Además, China está creciendo a día de hoy más que ninguna otra gran economía, prepara planes de estímulo económico con cifras espectaculares y tiene proyectado un plan quinquenal para situarse a la vanguardia de la revolución tecnológica y energética.
Salga lo que salga del estudio con visión a corto y medio plazo que vamos a realizar a continuación, China tiene mucho a favor para ser una buena inversión a largo plazo. Pero veamos ahora cuáles son sus probabilidades de serlo a corto y medio plazo.
Ya que el análisis fundamental no justifica que China lo haga peor que otras zonas geográficas, la razón habrá que buscarla en el análisis técnico y en el funcionamiento de los mercados. Las “razones del mercado” pueden llegar a ser incluso más importantes que las del análisis económico fundamental, puesto que en inversiones la última palabra siempre la tiene el mercado, que es quien establece los precios.
Vayamos pues a esas “razones de mercado”. La primera es siempre la liquidez. Ya hemos visto cómo afecta la política de los bancos centrales a las bolsas.
En China las autoridades han decidido empezar a reducir la liquidez del sistema, es decir, drenar poco a poco parte de la liquidez que inyectaron para hacer frente al impacto económico del coronavirus. China tiene un problema con el llamado “shadow banking” —sistema crediticio paralelo ajeno a la banca oficial— y las autoridades no quieren que siga aumentando gracias al exceso de liquidez.
Este razonamiento parece que tiene lógica y habrá que tenerlo en cuenta, pero tiene dos “peros”. El primero es que, si bien es cierto que se está drenando liquidez, también lo es que se están implementando los programas de estímulo económico mencionados anteriormente, y que compensan sobradamente el drenaje de liquidez.
La segunda cuestión es que drenar liquidez lo van a tener que hacer tarde o temprano todos los bancos centrales del mundo, tan pronto se estabilice la situación económica. Y los mercados lo saben. China simplemente se está adelantando en el “tapering”. Este es sin duda un argumento de peso, pero tenemos experiencia sobre el poco interés que tienen las autoridades chinas en dañar a sus mercados de valores, por lo que probablemente sean bastante graduales y cuidadosos en este proceso.
Hay otro argumento que si bien no tiene ninguna base fundamental sí la tiene para quien conoce los mercados: las preferencias de los inversores.
Keynes decía que en un concurso de belleza no gana la mujer más guapa sino la que más votos tiene. Y que en los mercados ocurre exactamente lo mismo: un valor o la economía de un país pueden tener estupendas perspectivas económicas, pero si no se encuentran entre los preferidos por los inversores, no van a situarse en los primeros puestos del ranking por rentabilidad.
En mi opinión en el caso de China ocurre algo parecido: los inversores han metido a China en el mismo saco que todo aquello que funcionó bien el año pasado.
En esta primera fase de lo que hemos denominado “La Gran Rotación” se vende indiscriminadamente todo aquello que lo hizo bien durante la pandemia y el confinamiento y se compra todo aquello que puede resurgir como consecuencia de la recuperación económica que trae la normalización.
Este último es para mí el argumento que mejor explica el mal “inicio de carrera” que ha tenido la bolsa china este año. Otra cosa es la validez temporal de este planteamiento, porque las modas son importantes, pero las evidencias económicas acaban imponiéndose a las modas.
Pero vamos a “escuchar” al mercado. A ver qué nos dice el movimiento de los índices bursátiles, ya que con su comportamiento los índices nos dicen qué opinan los inversores. Pero hay que verlo en el contexto adecuado, es decir, no olvidarse del medio y largo plazo.
En Nextep valoramos tanto el análisis técnico como el fundamental y consideramos que no son incompatibles sino complementarios. El análisis fundamental te dice qué tienes que comprar o vender, el técnico te dice cuándo.
Como hemos visto anteriormente, ahora mismo el análisis fundamental claramente dice “comprar” China, así que vamos a ver qué dice el técnico. Y vamos a verlo en primer lugar analizando el largo plazo, cosa que hacemos en el gráfico número 5.
Gráfico n.º 5: Índice CSI 300 de Shanghái desde el año 2015
Hasta el año 2015, el índice CSI 300 no tuvo demasiado movimiento, pero en 2015 tuvo una revalorización brutal. Tan brutal como la caída que tuvo después, tras haber alcanzado su máximo histórico.
Han tenido que pasar seis años para que el índice volviera a tocar dichos niveles máximos (círculo verde), y ahí es donde se ha producido la corrección.
Es algo absolutamente normal. No se suele alcanzar un máximo que ha costado seis años conseguir y se sigue hacia arriba como si nada. Suele haber un periodo de consolidación: inversores que piensan que de ahí ya no se podrá pasar, inversores que se quedaron atrapados en los puntos más altos de la subida del año 2015 y ahora tienen la oportunidad de recuperar su dinero, o simplemente el “mal de altura” de superar un máximo histórico que ha costado tanto tiempo alcanzar.
Podría argumentarse que lo siguiente que tiene que ocurrir es que el índice haga lo que hizo en 2015, es decir, repetir la jugada y derrumbarse. Pero tampoco es lo que suele ocurrir normalmente, porque si se ha vuelto a estos máximos históricos de nuevo es porque, de alguna manera, los inversores deciden “democráticamente” que es donde tiene que estar el índice y que es algo que está justificado por la situación económica subyacente.
Porque una cosa es que en el corto o incluso medio plazo el mercado no refleje la situación de la economía subyacente y otra muy distinta que la economía y las bolsas no tengan nada que ver.
En 2015 el PIB de China fue de 11,02 billones de dólares, mientras que a finales de 2020 es de 15,67 billones de dólares. Esto significa que ha crecido un 42 %.Y la cifra de 2020 incluye el impacto de la pandemia global. A poco que se recupere la economía global, el PIB de China en 2021 será muy superior al de 2020. Se apunta a una recuperación de un 8 %, así que a finales de 2021 el PIB de China será un 50 % superior al que era en 2015. El incremento del tamaño de la economía subyacente justifica sobradamente el incremento en el valor de la capitalización bursátil.
Pero donde vemos mejor dónde estamos y hacia dónde podemos dirigirnos en el corto plazo es en el gráfico número 6.
Gráfico nº 6: El índice CSI 300 de Shanghái desde inicios de 2020.
Como puede verse, en julio de 2020 el índice tiene una subida espectacular, probablemente como consecuencia de la buena gestión de la pandemia realizada por las autoridades chinas, cuyo resultado ha sido mantener un nivel de crecimiento económico que llama la atención de los inversores.
Hasta que topa con un techo —representado por la línea azul— que dura hasta el momento en el que, en el mes de noviembre, se anuncia la llegada de la vacuna occidental (la de China fue anterior, pero no había gran confianza en ella).
Lógicamente y ante la expectativa de una recuperación económica global, lo que era un techo se convierte en un suelo. Y cuando el mercado comprueba la solidez del mismo se dispara al alza. Tanto que rompe los máximos históricos. Y es ahí comienza la corrección.
La conclusión es que el mercado chino está en un momento clave. Si lo que fue un techo entre los meses de julio y noviembre volviera actuar como suelo ahora, tal y como hizo entre noviembre de 2020 y enero de 2021 y teniendo en cuenta las expectativas de la economía china, permitiría al CSI 300 volver a la senda alcista que se inició en el año 2019.
Por el contrario, si el índice rompiera a la baja la línea azul, el siguiente apoyo estaría en la línea verde, base del canal de distribución en el que se movió durante los meses de julio y noviembre. En ese caso, y diga lo que diga la teoría económica, habría que reducir posiciones, puesto que ir a buscar apoyo en la línea verde supone una pérdida que no se debe asumir.