Hay que estar pendiente de las inversiones en curso, pero también hay que estar atentos a donde pueden estar las futuras oportunidades que, normalmente, están en activos, sectores o países que han bajado mucho y tengan posibilidades de recuperarse en el medio plazo. En el cuaderno anterior estudiábamos la posibilidad de entrar en China. Hoy vamos a analizar el sector de materias primas y los fondos que invierten en países emergentes productores de las mismas, muy castigados en los últimos tiempos.
Desde un punto de vista histórico y en relación con la renta variable, las materias primas están muy baratas. Especialmente comparadas con las actuales “reinas del mambo” del mercado, que son las bolsas norteamericanas. Lo vemos en el gráfico nº 1. Hace 20 años que no estaban tan baratas y, como puede verse, siempre ha acabado habiendo un repunte, a veces muy llamativo.
Grafico nº 1: índice SP de materias primas vs índice SP 500 de acciones USA

Antes de nada permítanme aclarar que las señales de comprar” (“buy”) o vender (“sell”) no son mías, son del autor gráfico. Y lógicamente he respetado el gráfico y al autor, puesto que lo he tomado prestado. Pero no por ello comparto necesariamente la última indicación de compra que indica el autor (la actual)
Ojo con la lógica del autor del gráfico, porque según esta, habría que haber comprado tanto en 2013 (que coincide con las señal de 1986) como en 2014 (coincidente con la señal de 1998). De haberlo hecho ahora estaría perdiendo mucho dinero. No se debe comprar algo simplemente porque ha bajado mucho o está especialmente barato con relación a otro activo. Porque puede bajar más. La información sobre el precio es importante y es el primer paso que debe buscar el inversor de largo plazo que busque gangas. Pero no es en absoluto el único criterio a seguir. En términos matemáticos podemos decir que comprar en zona de mínimos es condición necesaria, pero no suficiente. Esta última depende de dos cuestiones: a) si el mercado puede caer más b) si puede recuperarse en el medio plazo (no todos lo hacen)
Los índices de materias primas no subirán hasta que haya un mínimo de probabilidades de que aumenten la inflación o el crecimiento a nivel global.
En mi opinión, los índices de materias primas pueden seguir cayendo y no subir hasta que la economía global entre en un entorno de fuerte crecimiento y/o un repunte de la inflación. Porque ese es el entorno que beneficia a este activo. Un caso paradigmático son los años 70 y la crisis del petróleo. O los “calentones” de crecimiento y construcción de infraestructuras en China desde mediados de los 80 hasta la devaluación del Yuan (ver gráfico nº1)
Pero hoy por hoy solo hay cierto nivel de inflación en EE.UU. y tampoco es para echar cohetes. Además, el hecho de que la poca inflación que hay se centre en EE.UU. genera un circulo vicioso para los países productores de materias primas, porque, a mayor es el diferencial de inflación y, en consecuencia, a más suben los de tipos de interés en EE.UU., peor para los emergentes, que ven como el dinero que tienen se va a EE.UU. (atraído por esos altos tipos de interés en moneda segura) y el dinero que deben, especialmente en dólares, es cada vez más caro (los créditos a tipo variable o los de tipo fijo y bonos que vencen) Hay que devolverlos en dólares, lo que significa que para devolverlos hay comprar un dólar más caro.
Los emergentes ven como el dinero que tienen se va a EE.UU y el que deben en dólares es cada vez más caro.
Pero es que, desgraciadamente, en esta ocasión hay algo más: estamos en plena revolución industrial, la digital, la del siglo XXI, no en una revolución industrial del siglo XVIII Esta revolución “digital” no es intensiva en consumo de carbón, petróleo u otras materias primas (salvo algunas muy determinadas como el litio o el cobre) Esta revolución industrial es intensiva en tecnología, datos, creatividad, innovación y talento. Lo que vale y cada vez va a valer más en esta revolución no es el hierro, el algodón o el paladio, es la información y la innovación. Por no hablar de la revolución energética (vehículos eléctricos, energía solar, etc.), que lo que busca es reducir el empleo del combustible fósil, otra materia prima.
Los inversores no son ajenos a estas cosas y, con razón económica o sin ella, el atractivo que ven en los mercados emergentes productores de materias primas es por el momento muy bajo. Y recelan de China. Ambos representan el 50% del índice MSCI Emerging Markets. Y no es algo reciente: lleva ocurriendo desde el año 2012, como puede verse en el gráfico nº 2. Es una tendencia muy sólida, duradera – casi siete años ya – y que va a costar que se rompa (aunque a cambio pondrá mucho más “a tiro” la futura inversión en el índice.
Gráfico nº 2: el SP 500 lleva siete años superando a los emergentes.

Esta preferencia de los inversores por los mercados desarrollados se aprecia bien en el gráfico nº 2. En los últimos años el índice SP500 ha subido un 179% (línea blanca del grafico nº 2, parte de abajo) mientras que el índice que agrupa a los mercados emergentes sólo ha subido un 14% (línea verde)
¿Será siempre así? Por supuesto que no. O no habrá una diferencia tan elevada. Los países en vías de desarrollo seguirán desarrollándose y para ello necesitan materias primas y EE.UU. pretende desarrollar un programa de regeneración de infraestructuras y algo comprarán fuera. China finalizará en algún momento su proceso de desapalancamiento. Incluso parando motores crece al 6% anual. Y en algún momento volverá la inflación a la economía global (aunque eso puede tardar) Algún día los inversores volverán la vista a las materias primas, a los países emergentes productores y a China. El problema – y por lo que voy a esperar antes de comprar fondos que invierten en materias primas o en países emergentes – es que creo que ese momento creo que no ha llegado todavía.
Evidentemente no todos los emergentes son productores de materias primas. También están los que venden productos manufacturados, como pueden ser Taiwán, Corea, Singapur o Tailandia. El “problema” es que esos no están tan baratos ni han caído sus índices, precisamente porque sus economías no dependen de las materias primas y se benefician de la revolución digital como fabricantes de componentes y productos tecnológicos que son. Pero esa parte del índice no es el tipo de “gangas” que estamos buscando en este capítulo.