Cuando Donald Trump llegó al poder, dije en estos “Cuadernos” que las bolsas serían el paraíso del “trader”. Trump se enfada, caen las bolsas: momento de comprar. Luego se reconcilia —con los chinos, con los coreanos, etc.— y sube el mercado: momento de vender. Una vez tomada la medida a su forma de negociar y siguiendo su cuenta de Twitter era relativamente sencillo establecer el timing.
Pero Trump no era el único aliado de los operadores de corto plazo. Un amplio grupo de “expertos” utilizaba el miedo a una supuesta “crisis”—que siempre está al caer— o la “burbuja” en los los precios de la renta variable, para llamar la atención y así atraer clientes o seguidores.
Pero mientras la realidad paralela de estos agoreros profesionales tiraba a la baja las cotizaciones, la realidad propiamente dicha —la tendencia alcista— tiraba al alza. Así los “traders” trabajaban con el concepto “risk on – risk off”, de forma que cuando pesaban más los agoreros o Trump se enfadaba, el interruptor de los inversores se situaba en modo “risk off” (disminuir riesgo), bajaban las bolsas, momento perfecto para comprar. Cuando se imponía la realidad se encendía el “risk on”, subía la bolsa y el “trader” vendía a buen precio.
Pero, al igual que cambian las correlaciones, como mencionamos en el cuaderno anterior, también cambian los interruptores. Ahora hemos pasado del “risk on – risk off” al “inflation on – inflation off”. Y les puedo asegurar que da mucho juego, tanto para el operador de corto plazo como para el inversor de medio y largo plazo.
Desde el mes de abril el mercado se ha movido como un pollo sin cabeza. Va de un lado a otro sin saber muy bien qué dirección tomar. Hay días en los que los inversores piensan que vamos hacia una inflación tipo años 80 y otros en los que piensan justo lo contrario, que lo de la inflación es exagerado. Y para aumentar la confusión, los agoreros han cambiado “la crisis” y la “burbuja” por el espantajo de la inflación.
Para el “trader” la jugada es obvia. Pero lo es incluso más para el inversor de medio y largo plazo. Si tiene claro cuál será el nivel de inflación futura y el tipo de activos y sectores que se beneficiarán de ese nivel de inflación —la inflación puede ser alta, baja o medio pensionista—, solo tiene que aprovechar el día en el que la posición del interruptor esté en “inflación off” para comprar lo que le interesa.
Además el inversor puede jugar con los estilos de gestión, que es algo muy rentable. Si lo que le atraen son los fondos “de valor” (“value”) puede aprovechar para comprar cuando el interruptor de inflación está en modo “off”. Y viceversa: si piensa que la globalización y la revolución digital mantendrán a raya los precios, aprovechará los días en los que el interruptor está en modo “on” para comprar barato el NASDAQ. Hay muchísimos más ejemplos, porque con fondos de inversión puedes invertir en cualquier activo, sector o país.
Y ahora tenemos acceso a los fondos de inversión de tercera generación, los ETF, que nos permiten llegar a activos, sectores y subsectores enormemente interesantes a los que no se puede llegar con fondos de inversión tradicionales. Combinando fondos tradicionales con ETF estaremos potenciando y multiplicando el resultado final de la cartera.
Evidentemente, aunque parece fácil, no lo es. Hay que tener muy claro qué tipo de inflación esperamos y cómo beneficiarnos de ella. También hay que tener un buen equipo de análisis de fondos y ETF para sacar partido a las correlaciones. Además el inversor tiene que trabajar con entidades financieras que dispongan de una auténtica arquitectura abierta y no esa versión descafeinada que llaman “arquitectura guiada”.
En el escenario actual de mercado hay que tener acceso a todo tipo de fondos y podría ocurrir que los que ha elegido su banco o sociedad de valores para formar parte de su “arquitectura guiada” y por lo tanto muy limitada —los que le dejan mejores comisiones—, no incluyan todos los que aprovechan este nuevo y diferente mercado del nuevo ciclo postpandemia.
Y por supuesto hay que trabajar, a ser posible, con una entidad que ofrezca ETFs. Y “olvidarse” de la fiscalidad, ¿o habrían dejado pasar la oportunidad de invertir en Amazon, Apple o Facebook porque los beneficios tributan y no se puede hacer un traspaso libre de impuestos al vender las acciones?
Si necesitan asesoramiento a la hora de elegir ETFs, les sugiero prueben el de Nextep. De hecho es el único que existe en España donde el inversor puede recibir asesoramiento independiente a la hora de elegir estos fondos de tercera generación.

Observarán que ponemos en duda que la Reserva Federal pueda esperar hasta 2023 para subir los tipos de interés oficiales. Es lo que declararon recientemente, pero, con su permiso, diremos que lo vemos muy difícil, considerando el repunte que va a tener la inflación y el fuerte crecimiento económico que veremos en 2022. Pensamos que revisarán su previsión actual (subir tipos en 2023) y que acabarán subiéndolos en el tercer trimestre de 2022 o, como mucho, en el cuarto.
Respecto al “tapering” y el fin del QE —que, insistimos, son dos cosas diferentes—, no ha habido anuncios de ningún tipo, solo globos sonda y declaraciones individuales de miembros de la Fed, así que lo que ven en el cuadro son las previsiones del equipo de análisis de Nextep.
En cuanto a la eurozona, simplemente hay que alargar entre tres y seis meses el calendario previsto para Estados Unidos (probablemente más seis que tres). La euroesclerótica, hiperregulada e hiperburocratizada Europa no alcanzará ni el nivel de crecimiento ni el nivel de dinamismo económico de Estados Unidos, y, por lo tanto, el BCE podrá esperar algo más de tiempo antes de actuar.
Consecuencias estratégicas
- Seguimos pensando lo que pensábamos hace meses: la inflación tiene que repuntar, pero no será tipo años 70 u 80. Al menos de momento.
- El tsunami de liquidez, el exceso de ahorro como consecuencia del confinamiento y los planes de estímulo serán motores inflacionistas, pero habrá dos frenos muy importantes: la digitalización y la globalización.
- En ese contexto el acierto estará en situarse en aquellos activos, sectores y estilos de gestión que se ven beneficiados por la entrada en un ciclo económico de mayor crecimiento y repunte de la inflación.
- Por el contrario es pronto para sobreponderar activos y sectores que para subir con fuerza necesitan que se dispare la inflación, no que repunte.