Antes de nada, querría expresar mi agradecimiento a la cuenta de Twitter cuyo titular tuvo la amabilidad de compartir conmigo estos relojes (aparece al pie de la imagen, junto a los proveedores originales de la información).
A continuación —y con la ayuda del equipo de análisis de Nextep—, paso a aportar mi “granito de arena”, es decir, la interpretación de los datos. Y sobre todo ver cómo podemos utilizarlos como inversores.
El primero de los relojes, el que está arriba a la izquierda, corresponde al IPC en Norteamérica (índice de precios al consumo). Es el dato que tiene de los nervios a los mercados y que utilizan los agoreros para atraer la atención de posibles clientes. Como ocurre en los medios de comunicación, donde las malas noticias llaman mucho más la atención que las buenas, en los mercados llaman más la atención los gestores y asesores que meten miedo que los que dan información objetiva.
El indicador más conocido de la inflación, el IPC, está claramente en color rojo, dado que está muy por encima del objetivo de la Reserva Federal de los Estados Unidos (el 2 %). Si la Reserva Federal se atuviera solo a este dato, no solo estaría cerrando ya el grifo de la liquidez —dejar de comprar bonos—, sino que estaría anunciando un par de futuras subidas de los tipos de interés para el mes que viene.
El motivo por el que no lo está haciendo y por el que las han anunciado para 2023 son el resto de “relojes” que aparecen en la imagen con la que iniciamos este Cuaderno.
El de arriba a la derecha representa el nivel de inflación actual, pero excluyendo los elementos más volátiles de la misma, es decir, los alimentos y la energía. Porque hoy pueden estar muy altos y mañana pueden estar más bajos. Ese indicador es elevado en comparación con el objetivo de la Fed, pero vemos como se reduce bastante en relación con el IPC general.
A continuación tenemos el PCE, que es el que de verdad mira la Reserva Federal. Digamos, por no alargarnos, que considera que es una medida más fiable que el IPC. Además, lo importante es que lo es para la Fed. Y como vemos, también es menos preocupante que el IPC general.
Finalmente tenemos el dato más importante: el PCE una vez eliminada la volatilidad que aportan la energía y los alimentos. Y ese índice —abajo a la derecha— está actualmente ligeramente por encima del 2 %, es decir, solo ligeramente por encima del objetivo de la Fed.
No se fijen ustedes demasiado en la media de los últimos 10 años, porque, aparte de que está muy por debajo del objetivo de la Fed, corresponde a un periodo de inflación históricamente baja. En otras palabras, es un dato poco representativo de lo que ha sido la inflación a lo largo de los últimos 50 años. Pero es importante, porque nos dice cuál ha sido la inflación en un momento en el que han coincidido la revolución digital y la globalización, factores ambos desinflacionistas.
Conclusiones
- Lo más probable es que cuando se equilibren la oferta y la demanda los indicadores más extremos bajen.
- Estamos saliendo de una pandemia y hay que poner en marcha todo el sistema de fabricación y distribución de nuevo. Es lógico que se produzcan desequilibrios.
- Tampoco ha finalizado la revolución digital ni va a desaparecer la globalización. La revolución digital seguirá aumentando la productividad y la competencia entre empresas digitales y analógicas —y entre las propias empresas digitales—, lo cual tiene efectos desinflacionistas, como demuestra la bajísima inflación de los últimos 10 años.
- Tampoco vamos a volver a la media de inflación tan baja de estos últimos 10 años, simplemente porque el crecimiento económico va a ser muy superior, como consecuencia del tsunami de liquidez que han provocado los bancos centrales para hacer frente a las consecuencias de los confinamientos. Y por los planes de estímulo de los gobiernos.
- En nuestra opinión, el último de los “relojes”, el más importante, se situará dentro de unos meses en el entorno del 2 %. Si así fuera, la Fed seguirá con el calendario que estimamos hace ya unos meses, que repetimos en la tabla n.º 1:

Observarán que ponemos en duda que la Reserva Federal pueda esperar hasta 2023 para subir los tipos de interés oficiales. Es lo que declararon recientemente, pero, con su permiso, diremos que lo vemos muy difícil, considerando el repunte que va a tener la inflación y el fuerte crecimiento económico que veremos en 2022. Pensamos que revisarán su previsión actual (subir tipos en 2023) y que acabarán subiéndolos en el tercer trimestre de 2022 o, como mucho, en el cuarto.
Respecto al “tapering” y el fin del QE —que, insistimos, son dos cosas diferentes—, no ha habido anuncios de ningún tipo, solo globos sonda y declaraciones individuales de miembros de la Fed, así que lo que ven en el cuadro son las previsiones del equipo de análisis de Nextep.
En cuanto a la eurozona, simplemente hay que alargar entre tres y seis meses el calendario previsto para Estados Unidos (probablemente más seis que tres). La euroesclerótica, hiperregulada e hiperburocratizada Europa no alcanzará ni el nivel de crecimiento ni el nivel de dinamismo económico de Estados Unidos, y, por lo tanto, el BCE podrá esperar algo más de tiempo antes de actuar.
Consecuencias estratégicas
- Seguimos pensando lo que pensábamos hace meses: la inflación tiene que repuntar, pero no será tipo años 70 u 80. Al menos de momento.
- El tsunami de liquidez, el exceso de ahorro como consecuencia del confinamiento y los planes de estímulo serán motores inflacionistas, pero habrá dos frenos muy importantes: la digitalización y la globalización.
- En ese contexto el acierto estará en situarse en aquellos activos, sectores y estilos de gestión que se ven beneficiados por la entrada en un ciclo económico de mayor crecimiento y repunte de la inflación.
- Por el contrario es pronto para sobreponderar activos y sectores que para subir con fuerza necesitan que se dispare la inflación, no que repunte.