Recientemente alguien me comentó que en su banco le habían dicho que si mantenía los elevados saldos que tenía en cuenta corriente le cobrarían por ello. Y era un buen “pellizco”. Pero para mí la sorpresa no fue que le mandaran ese mensaje, que por otra parte escucho desde hace tiempo, sino la alternativa que le planteaban.
Vaya por delante que entiendo que los bancos quieran cobrar por los depósitos de sus clientes, porque ellos tienen que pagar por sus depósitos en el Banco Central Europeo. Todo ello es consecuencia de los tipos de interés negativos y no es culpa de la banca, que de hecho reza cada día porque suban los tipos de interés y mejorar el margen financiero en sus operaciones de crédito.
Tampoco me parece mal que quieran venderles productos que dejen una comisión para el banco. Al fin y al cabo son vendedores de productos, no asesores financieros al servicio del cliente.
Lo que me parece mal es que a esta persona —y en el resto de casos que conozco— lo que le ofrecen son productos con comisiones exageradamente altas y/o productos que, en lo referente al nivel de riesgo, no son comparables con depósitos o cuentas corrientes.
Porque existen tonos de gris entre una cuenta corriente que no rinde nada y la compra de productos caros y con un nivel de riesgo muy superior al de una cuenta corriente. Si los grandes bancos no los ofrecen es precisamente porque la comisión es muy baja y no les interesa tenerlos. Afortunadamente hay bancos u otros intermediarios financieros que, sin ser precisamente pequeños, sí que los tienen en oferta.
La solución a este problema se llama, por lo tanto, color gris, en contraposición a la solución blanco o negro que está ofreciendo la banca. Y, si me apuran, habría que matizar todavía más y hablar de un gris pálido.
La solución también pasa por la arquitectura abierta, es decir, por trabajar con entidades que nos permitan acceder a todo tipo de productos que hay en el mercado, porque si queremos tener muchos tonos de gris tenemos que tener acceso a la paleta de colores completa.
En tercer lugar, es muy importante contar con asesoramiento independiente, es decir, con un asesor cuyos ingresos no dependan de las comisiones de los productos recomendados. Si buscar los productos más baratos es en este caso algo absolutamente necesario, no se puede uno asesorar con alguien cuyos ingresos dependen de colocarte los productos más caros. Dirán que “tiro para casa”, pero es tan evidente que cae por su propio peso.
Y, finalmente, que el asesor tenga tarifas muy competitivas, para no “salir de Guatemala y acabar en Guatepeor”. Esto es más difícil de encontrar en nuestro país, pero afortunadamente es lo que le ofrece Nextep Finance, la empresa que tengo el honor y el placer de dirigir, donde diseñamos carteras de fondos o ETF a la medida desde solo 55 €.
Evidentemente, cuando hablamos de “industriales” no todos son valores industriales como los de antaño, puesto que como “blue chips” industriales ya se incluyen empresas como Apple o Microsoft, lo cual tiene toda su lógica. Pero también forman parte del Dow empresas como Walmart, McDonalds o Home Depot. La composición actual del Dow Jones representa muy bien la economía norteamericana en su conjunto y, si me apuran, la economía global.
Veamos ahora por qué todo lo anterior es tan importante
Empecemos por lo del gris pálido. Y no “vale” un fondo monetario donde sabes con total seguridad que vas a perder dinero. Y digo total seguridad porque actualmente cualquier activo de renta fija de corto plazo mínimamente conservador tiene rentabilidad negativa por cupón, es decir, hay que pagar por tenerlo. Y si encima añadimos la comisión de gestión, estamos ante lo que llamo un “garantizado inverso” (la pérdida está garantizada).
Tampoco valen los fondos de renta fija. Su banco o sociedad de valores se lo venderá como la solución conservadora y rentable, basándose en la rentabilidad pasada. Pero si han ido tan bien ha sido porque han bajado mucho los tipos de interés y, en consecuencia, ha subido el precio de los bonos que tienen en cartera (2). Y si ha subido ha sido como consecuencia de las compras masivas de bonos que han realizado los bancos centrales, en nuestro caso el Banco Central Europeo, para sostener la economía.
De aquí a unos meses, máximo un año, empezarán a detenerse esas compras de bonos, según se vaya estabilizando la situación económica, y los fondos de renta fija podrían unirse a los monetarios como los siguientes “garantizados inversos”.
El gris pálido serían carteras, no productos concretos. Carteras formadas por productos muy conservadores acompañadas de productos un poco más arriesgados. Y todos con bajísimas comisiones de gestión. Recordemos que lo que buscamos no es ganar dinero —para eso hay otro tipo de soluciones—, sino que el resultado final sea cero o ligeramente positivo y que no perdamos en ningún caso, ni nos cueste dinero.
Si están pensando en fondos de inversión mixtos conservadores están acercándose a la solución, pero no es la solución. La comisión resulta demasiado alta si tenemos en cuenta que son productos o carteras muy conservadoras. Y no queremos que la comisión se coma la pequeña rentabilidad que puedan obtener.
Tampoco son solución las carteras conservadoras que ofrecen los “roboadvisors” o gestores automatizados, puesto que, aunque los productos tienen comisiones de gestión muy bajas, hay un doble comisionamiento: el del producto indexado y el de la cartera gestionada, con lo cual no solucionamos nada. Además estamos tirando dinero en la parte de la comisión “de gestión” de la cartera, porque obviamente no hay nada que gestionar. Una vez diseñada una cartera así solo requiere pequeños ajustes muy ocasionales.
Así que no le quepa duda, el segundo elemento fundamental de esta ecuación es la comisión de gestión. ¿Y dónde están las comisiones de gestión más baratas? En los ETF.
Los ETF son fondos de inversión de segunda generación que tienen enormes ventajas, como la liquidez, y sobre todo una bajísima comisión de gestión. El único problema es que, como son productos tan interesantes, el oligopolio de distribución de productos financieros que existe en España —bancos, sociedades de valores y asesores financieros NO independientes— ha conseguido que no tengan la consideración de fondos de inversión a efectos fiscales y, por lo tanto, que no se pueda traspasar dinero de un ETF a otro sin pagar por las plusvalías. Es lo que de forma bastante poco sutil se llama “barrera de entrada”, que evidentemente no existe en otros países (de ahí el crecimiento exponencial a nivel mundial de estos productos en las carteras de los inversores).
Ahora bien, también pagábamos en el IRPF de cada año por los intereses de las cuentas corrientes y los depósitos —cuando ofrecían intereses—, así que, si queremos realizar una comparativa homogénea, la cuestión fiscal no debería entrar en el planteamiento.
Además, en el caso de los ETF no pagamos por las plusvalías acumuladas hasta que no los vendamos, mientras que cuando teníamos ese dinero en un depósito en una cuenta corriente teníamos que pasar por Hacienda cada vez que el banco nos abonaba intereses.
Lo que nosotros proponemos como alternativa gris pálido al blanco o negro de la banca son carteras conservadoras de ETF con comisiones de gestión muy bajas.
Una cuestión que en carteras de fondos no es vital pero en este caso es totalmente imprescindible es abrir cuenta en un intermediario financiero que tenga una buena oferta de ETF. Y no, no tienen por que ser oscuros “brokers” con cuentas en bancos extranjeros o algo así, no: estamos hablando de entidades muy conocidas en España.
Además es un servicio que también damos en Nextep, la selección de las plataformas más competitivas, con auténtica arquitectura abierta, tanto en fondos tradicionales como en ETF. Sin por supuesto cobrar nosotros comisión alguna de estas plataformas, ni de los ETFs, ni de ninguno de los productos que recomendamos. Nextep es una empresa de asesoramiento financiero independiente certificada como tal por la CNMV, precisamente porque no cobramos comisiones de los productos o entidades que recomendamos.
Y recuerden, tal y como decimos en la introducción de estos cuadernos, aquí tienen las ideas, en Nextep las tienen con nombres y apellidos. En este caso los nombres y apellidos de los ETFs que conforman esas carteras de bajo riesgo, las mejores entidades para adquirirlos y el seguimiento de la cartera, que va incluido en el precio (por si hubiera que hacer algún pequeño ajuste en el futuro o incorporar nuevas ideas similares). Y todo desde 55 € euros al trimestre.
Pero es que ahora podemos añadir a la ecuación el Eurostoxx 50 (Gráfico n.º 5), que llevaba seis meses dentro de una línea de fluctuación de la que no parecía ser capaz de salir. Y así se alinean todas las estrellas, no sólo las norteamericanas (China y Japón también lo han hecho).
Cuando me preguntan qué prefiero utilizar, si el análisis fundamental o el análisis técnico, mi respuesta es que no solo no son incompatibles sino que son complementarios. El análisis fundamental te dice qué comprar, el técnico cuándo.
El primer “cuándo” se produjo en el mes de abril, cuando se dibujó el fondo del mercado, tal y como advertimos desde estos “Cuadernos” y en varios artículos de prensa (1).
El segundo “cuándo” es precisamente ahora y en Nextep estamos a su entera disposición para ayudarle a diseñar una cartera de fondos a la medida que le permita aprovechar la que podría ser una oportunidad única.