No voy a criticar ni alabar, ni recomendar ni dejar de recomendar el Bitcoin. Personalmente creo que las criptomonedas tienen un gran futuro como medio de pago, como no puede ser de otra manera en la era digital. Pero una cosa son las criptomonedas como medio de pago eficaz, rápido y seguro y otra como inversión.
El problema de las criptomonedas es que no tenemos forma material de saber lo que valen a medio y, mucho menos, largo plazo. A corto sí: las cosas valen lo que la gente esté dispuesta a pagar por ellas en un momento dado. Pero a un plazo mayor surgen muchas preguntas y demasiadas incógnitas.
Por ejemplo: aunque se dice que el número de bitcoins es limitado y no habrá más, si investigas ves que eso no está tan claro. Y lo que si lo está es que hay otras criptomonedas y que pueden surgir más. Depende de que un algoritmo – que es lo que es una criptomoneda – se haga popular como medio de pago o como inversión. Por lo tanto la seguridad respecto a su escasez o preeminencia es relativa. Es más: lo que es oficial es que el 40% está en manos de tres o cuatro personas ¿y si un día deciden vender?
Y luego está el tema de la liquidez. Actualmente el que quiere hacer “cash” y convertir sus Bitcoin en dólares puede hacerlo, aunque, ojo, con restricciones si hablamos de grandes cantidades de dinero. Actualmente la mayoría de la gente compra – por eso el precio sube como la espuma -, pero ¿qué pasará el día que la mayoría venda? Esto no son acciones de Apple , ni un fondo índice sobre el SP 500 o bonos del tesoro norteamericanos. Ese examen de la liquidez tendrá que pasarlo y yo prefiero verlo desde la barrera. Y tener mejores criterios de valoración antes de comprar algo. No tengo nada contra el Bitcoin u otras criptomonedas. Es sólo una cuestión de profesionalidad.
Pero como profesional hay una cuestión que debo considerar y que además empiezan a plantearse las autoridades, que no es otra que las consecuencias que tendría y como afectaría al resto de mercados si se desplomara el valor del Bitcoin. Porque podría ocurrir que estemos esperando que la corrección de los mercados venga por la subida de los tipos de interés, la burbuja de los bonos o los precios de las acciones y resulte que sea un “crash” del Bitcoin quien active la espoleta. Muchas veces un “crash” bursátil se produce como consecuencia de un “shock” externo.
El planteamiento parece que tiene cierta base. Los Bitcoin en circulación valen ya tanto como la empresa Wallmart (el mayor distribuidor minorista de los EE.UU) o como General Motors. Vale tanto como el banco Wells Fargo y ya sabemos que pasa cuando quiebra un banco. Pero un banco no sería comparable, porque el problema con los bancos es que la gente teme que arrastren a otros bancos.
En mi opinión, a día de hoy Bitcoin no representa un riesgo sistémico porque no es todavía lo suficientemente grande y, sobre todo, porque no tiene participación institucional (de bancos o grandes fondos de inversión)
Bitcoin podría llegar a ser un problema si sigue creciendo. Si, como dicen sus mayores promotores, pudiera llegar a valer 100.000 dólares cada Bitcoin y desde ahí se desplomara. Entonces podría ser un problema. A esos precios la capitalización del Bitcoin superaría no ya la de muchas empresas importantes, también la de algunas bolsas.
A día de hoy Bitcoin no es un riesgo sistémico porque no es todavía lo suficientemente grande y porque no tiene participación institucional.
Pero lo que realmente convierte un riesgo en sistémico es cuando invierten en el las instituciones financieras. Si el que se queda con el florero es un banco o un fondo de inversión importante, la cosa cambia. Sobre todo porque los floreros institucionales suelen ser muy grandes. Lo peor es que el público empieza a pensar que otras instituciones tienen problemas parecidos o qué bancos las han acompañado en su locura prestándoles dinero y es cuando surge el pánico.
Por el momento y pese a la “bitcoinmanía” esta criptomoneda no generaría un gran temblor si colapsara. Pero la locura financiera no tiene límites y quien sabe a donde podría llegar su cotización. En ese caso la cosa cambiaría. Por eso lo que hay que vigilar no es si cae, sino cuanto llega a “valer” y, sobre todo, la actitud de las instituciones financieras al respecto.
Por cierto, lo anterior pudiera dar lugar a pensar que va a seguir subiendo y que entonces ¿porqué no comprar? Mi respuesta es que algo como esto puede seguir subiendo, sí, pero sufrir una corrección del 40% o 70% entre medias. Es como el juego de la silla: acaba la música y, aunque luego se reinicia, entre medias alguien se queda con el florero. Tenga en cuenta que podría ser Ud.