En finanzas, como ocurre en la mayoría de los negocios, las ideas más sencillas son las más efectivas. Algo así ha ocurrido con la de invertir en bonos en dólares,aunque en mi caso es a través de fondos de inversión que invierten en bonos denominados en dólares.
Hace ya mucho tiempo que les comenté que los incluía en cartera en base a un razonamiento muy sencillo: si los tipos de interés eran mucho más altos en Estados Unidos, es decir, el dinero se remuneraba mucho mejor que en Europa, parecía lógico invertir en dólares. La duda que surgía era también muy sencilla y llena de lógica: de qué sirve que me paguen mejor, si luego puedo perder con la evolución de la divisa.
Ante esta duda, el razonamiento era también muy sencillo: la economía norteamericana estaba mucho más fuerte que la europea y, en consecuencia, los tipos de interés eran mucho más altos, motivos suficientes para que,o bien subiera el dólar o por lo menos no bajara frente al euro. Por si todo esto fuera poco, la pésima política económica de los gobiernos europeos, basada en altos impuestos, burocracia, regulación excesiva y cero apoyo al empresariado – y menos todavía a la innovación – convertía esta fortaleza norteamericana frente a Europa en algo estructural.
Los tipos de interés, la fortaleza de la economía subyacente, el apoyo a la innovación y al empresariado, los bajos impuestos: todo beneficiaba al dólar.
Además, tal y como comenté en su día, los males europeos eran alegrías en Norteamérica, en el sentido en el que cada vez que había algún problema económico o político en la Eurozona, algo por otra parte muy habitual, subía el dólar. Lo cual tiene toda su lógica. Esta tendencia hacer justo lo contrario se llama correlación inversa y tiene una ventaja enorme: las posiciones en dólares permiten “cubrir” las carteras ante la inestabilidad política y económica europea.
Evidentemente la idea ha funcionado muy bien en todos sus extremos, pero es norma de esta casa revisar periódicamente la vigencia de los factores que permiten que una idea funcione, en este caso la de tener fondos de renta fija norteamericana en dólares en cartera.
Empecemos por lo más importante: la fortaleza o debilidad de la economía subyacente, un factor fundamental tanto para la fortaleza de una divisa frente a otra como para que los tipos de interés sean más altos en una economía que en otra.
En este sentido no hay la menor duda: la euro esclerótica Europa sigue estando a muy lejos de EE.UU, en cuanto a capacidad de crecimiento y liderazgo en la revolución digital. La diferencia es tan evidente que no hace falta aportar números. Cualquiera que haya visitado los Estados Unidos recientemente le ha bastado salir a la calle para ver que la economía del país va bien. Y si a esto añadimos los resultados de las empresas no hay ninguna duda: la economía norteamericana está más fuerte que la Europea.
De cara al futuro tiene todo el aspecto de seguir estándolo, al menos mientras Europa siga con las políticas que han generado la “euroesclerosis” y pensando los políticos que, contra toda evidencia, el Banco Central Europeo va a ser capaz de sacarles las castañas del fuego que han encendido ellos. Mientras tanto en Estados Unidos se reducen la burocracia y las regulaciones y se bajan los impuestos. No es extraño que las empresas punteras de la revolución digital sigan siendo norteamericanas o asiáticas y ninguna europea.
En cuanto a los tipos de interés, la diferencia lejos de reducirse respecto al momento de mi primera recomendación, ha aumentado. Baste decir que en el momento de redactar este informe el bono alemán a 10 años ofrece una rentabilidad negativa del – 0,70%, es decir, hay que pagar por tenerlo, mientras que el bono norteamericano con el mismo vencimiento paga un + 1,54%. Una diferencia del 2,24% nominal anual a favor del bonos USA, que ciertamente se queda en un 1,44% si se tiene en cuenta la inflación, ya que el IPC en Europa es algo más bajo (1% frente al 1,8% en EE.UU.) Aún así, un 1,44% es una diferencia muy importante en un mundo de tipos de interés tan bajos. Y así en todos los plazos, sean tipos oficiales de los bancos centrales o del mercado de bonos.
El bono alemán tiene una rentabilidad negativa del – 0,70%, mientras que el bono norteamericano paga un + 1,54%. Con solo un 0,8% de diferencial de inflación.
Por lo tanto podemos concluir que los dos factores que hacían que se mantuviera estable o al alza la cotización del dólar frente al euro no han cambiado.
Lo que si podría cambiar a corto plazo, si bien ya está descontado en cierta medida en la cotización, es que el Banco Central Europeo anuncie un nuevo proceso de estímulo monetario (QE). Un cambio que puede modificar significativamente el “statu quo” actual y desequilibrar la balanza, pero a favor del dólar. Y por un motivo muy sencillo: es posible que la Reserva Federal también haga un nuevo QE, pero no está tan claro como en Europa. Y lo que si lo está es que va a ser mucho antes el del BCE y probablemente de forma mucho más agresiva, porque en Norteamérica no tienen el problema de estancamiento económico y bajada de las expectativas de inflación que tenemos aquí.
Finalmente está el tema de la cobertura utilizando la correlación negativa entre el dólar y las bolsas. Y sigue vigente. De hecho a lo largo de la corrección que hemos vivido durante el mes de agosto, la cotización del dólar ha llegado a tocar el nivel 1,10, cuando antes de la corrección se movía en 1,12 o incluso 1,13.
Y, por si todo esto fuera poco, la fortaleza del dólar es global y esto obviamente ayuda a que sea visto como la divisa fuerte en los mercados, por mucho que le pese al presidente Donald Trump
Es un círculo virtuoso(para el dólar): a peor va la economía europea,peores son las expectativas de inflación en Europa y más bajan los tipos de interés, tanto los que fija el Banco Central – que ya están en el -0,4 % y bajando -, como los que fija el mercado de bonos, que ya son mayoritariamente negativos. Mientras tanto, la economía norteamericana mantiene su ritmo de moderado crecimiento, lo que lleva a poder ofrecer tipos de interés más altos. Ambas fuerzas, economía y tipos,benefician al dólar y, a más demanda de dólar, más fuerza tiene, más sube y más atractivo ofrece. Si además entremedias se produce algún tipo de evento que genera inestabilidad en la Eurozona, que es lo normal hoy en día, pues más presión sobre el euro.