El gráfico número 3 nos muestra una cruda realidad: los asesores financieros asesoran bastante mal. Afortunadamente en mi caso cuentan Uds. con una “cobertura”, que es que utilizo la opinión del consenso en general – y la de los asesores en particular – como un indicador contrario, es decir, más para hacer lo contrario que para seguirlos.
El motivo de esta tendencia al error de los asesores es el mismo que entre los gestores. El mismo que les ha llevado a estos últimos a que cada día les cueste más batir a los índices: ante el temor a equivocarse, la reacción primaria es dar prioridad al control de daños, es decir, poder decir que todo el mundo se equivocó. Nadie quiere equivocarse en solitario.
Normalmente es la dirección la que transmite la idea de que es mejor equivocarse con los demás que hacerlo en solitario. Prefieren no tener “versos sueltos”.
Y no me refiero tanto a los analistas y asesores desde un punto de vista individual – que también -, sino sobre todo a las directrices que les llegan “desde arriba”. Normalmente es la dirección la que transmite la idea de que es mejor equivocarse acompañado que hacerlo en solitario. Los jefes prefieren evitar los versos sueltos. Y poder decir eso tan socorrido de que “nadie lo sabía” o “nadie se lo imaginaba”, lo cual suele ser rigurosamente falso, porque siempre hay alguien que sí que se lo imaginó y que sí que lo dijo.
En este negocio “versos sueltos” son Warren Buffett o Ray Dalio, que suelen hacer lo que consideran adecuado con independencia de lo que hagan los demás. De hecho, Dalio – fundador de Bridgewater Capital – dice que su trabajo es detectar donde se equivoca el consenso y aprovecharlo, porque lo que no ve el consenso no está descontado en los precios y es cuando hay margen de subida (o bajada). Y como el consenso se equivoca a menudo Ray Dalio es billonario.
Gráfico nº 3: la bolsa norteamericana vs el sentimiento de los asesores

Veamos a que me refiero con ayuda del gráfico número 3. La línea color negro refleja la evolución de la bolsa norteamericana, representada por el índice SP 500. La línea roja refleja la evolución del sentimiento de los asesores. Como puede verse el sentimiento es especialmente negativo cuanto más baja el mercado. Algo muy natural, pero muy poco profesional. No olvidemos que este negocio va de comprar barato y vender caro. La conclusión es sencilla: si el asesor está deprimido difícilmente va a recomendar al cliente tomar posiciones justo cuando más debería hacerlo, que es cuando más ha caído el mercado.
Si el asesor está deprimido, difícilmente va a recomendar al cliente tomar posiciones cuando más debería hacerlo, que es cuando ha caído el mercado.
Esto lo vemos también entre los tertulianos y tuiteros del sector, que llevan años anunciando el fin del mundo y han hecho que la gente se pierda un magnífico “rally” de diez años de duración. No hacen más que reflejar la línea roja del gráfico.
A tenor del gráfico número 3 se obtienen dos conclusiones. La primera es de tipo general: el sentimiento de los asesores debe ser más un indicador contrario. A más deprimido el asesor, más motivo para comprar. La segunda es más de corto plazo: según este dato, hora es buen momento para tener posiciones en fondos de renta variable, dado que el nivel de confianza de los asesores es bastante bajo.
Puestos a considerar el sentimiento de los asesores, utilícelo mejor para hacer lo contrario que para seguirlo. Si están muy deprimidos, compre.
Pero no olvidemos que es sólo un indicador más y que ningún indicador de este tipo acierta al 100%. El dato debe ser contrastado con otros, especialmente con la información económica y financiera del momento.