Decía un político que el truco está en cogerle la medida a la gente. Y yo creo, modestamente, que ya se la he cogido a Mario Draghi.
El “método Draghi” es dar una de cal y otra de arena.
Su papel es complicado: es el banquero central de dos economías que, nos guste o no, son muy diferentes. No dirige el banco central de la eurozona. Dirige el banco central de la Eurozona Norte y el banco central de la Eurozona Sur. Pero no tiene dos divisas con las que trabajar como instrumento de política monetaria. Tiene solo una: el euro. Puede que llegue a tenerlas en el futuro, pero a día de hoy tiene que establecer una política monetaria que valga para dos economías muy distintas contando con un solo tipo de interés y una sola divisa. Más que de banquero central es un trabajo de fonambulista político
Mario Draghi dirige un banco central para dos economías: la Eurozona Norte y la Eurozona Sur. El problema es que solo cuenta con una divisa para su política monetaria.
Alemania, por ejemplo, no necesita estímulo monetario. Pero Italia y Francia sí. Y todos presionan a Mario para que adapte la política monetaria a sus deseos. Draghi, que es florentino, espera a que se publique una mala cifra de crecimiento o una baja cifra de inflación para dar grano – mantener el estímulo – y, cuando hay buenas cifras de crecimiento, dice que lo podría quitar.
El problema es que la penúltima vez, en Sintra, se le fue la mano y dijo que lo iba a quitar. Y el euro se puso como un moto y no se baja de ella, pese a las explicaciones posteriores de Mario. Tanta cal dio Mario en Sintra que seguramente la patronal de empresas del automóvil y otros exportadores alemanes debieron de llamar a Angela Merkel y decirle que “Nein”, que tampoco es eso.
Draghi, consciente de que se le había ido la mano, intentó primero echar marcha atrás en una conferencia de prensa del BCE. Pero nadie le creyó. Ahora el BCE vuelve a la carga y filtra que está preocupado por la fortaleza del euro. El BCE, ojo, no sólo Mario Draghi. Eso suena ya a permiso de Alemania para olvidarse temporalmente de quitarle los estímulos a la economía europea, si el precio es que el Euro supere el nivel 1,20, dólares por euro, nivel a partir de cual se ve que se pone nerviosa la industria de un país netamente exportador como Alemania.
Los inversores, por su parte, tienen su parte de razón al temer una retirada antes de tiempo de los apoyos. En EE.UU. la retirada funcionó porque era evidente la recuperación. Aquí no lo es tanto. Tiene buen aspecto, pero no es evidente. El enfermo ha mejorado, cierto, pero no está para escalar montañas. El caso español es muy particular y tiene mucho que ver con la “primavera árabe” – que ha sido el “agosto español” – y el traslado de dinero de depósitos al ladrillo, huyendo del cero por ciento de rentabilidad de los mismos y buscando rentabilidad donde el español busca rentabilidad: en los “pisos”. Y eso anima el sector de la construcción. Turismo más construcción en España significa recuperación. Pero no es así en toda Europa.
Por su parte, la inflación está todavía lejos del objetivo del BCE, mientras que cuando la Fed inició el “tapering” (1) la inflación USA ya llevaba varios meses en los niveles establecidos como adecuados por la Reserva federal. En estas cosas, como en casi todo en los mercados, el “timing” es importante.
Lo que haga Mario Draghi en un futuro cercano es muy importante para los inversores, porque, demostrando la validez de mi teoría sobre el consenso – “en los mercados, las probabilidades de que ocurra algo son inversamente proporcionales al nivel de consenso existente al respecto” – , el 90% de los gestores, estrategas y analistas han sobre ponderado Europa en 2017, que, de momento, va peor que la norteamericana. Yo también, por cierto, aunque, afortunadamente sin por ello infra ponderar EE.UU. sino al contrario (tiene más peso en mi cartera que Europa). Además, creo que, al final, la bolsa europea saldrá adelante (probablemente coincidiendo con una disminución en el consenso en cuanto a su liderazgo) En cualquier caso, y visto el grado de consenso al inicio del año, hay muchas probabilidades de que tenga Ud. dinero invertido en bolsa europea, bien por recomendación de su asesor, bien por parte de sus gestores. Así que lo que haga el Eurostoxx de aquí a final de año afecta a sus finanzas.
Y por eso hablamos de Draghi. Porque el resultado final depende en gran medida de Mario Draghi y el BCE. Y la cuestión es saber si mantendrá el tapón que supone para las bolsas la expectativa de retirada del proceso de estimulo monetario o si lo retirará para evitar una apreciación adicional del euro y sus consecuencias desinflacionistas.
La cuestión es saber si Draghi mantendrá el tapón que supone para las bolsas la expectativa de retirada del proceso de estimulo monetario.
Los últimos comentarios de la autoridad monetaria son prometedores. El BCE no quiere un euro demasiado fuerte. No se trata ya de las posibles protestas de los exportadores alemanes – que pueden ser imaginación mía -, sino que un euro fuerte es desinflacionista. Y eso ya no son imaginaciones. Considerando que la inflación de la eurozona está todavía lejos del objetivo del BCE, Draghi tiene un argumento de peso frente a Alemania y sus adláteres, es decir, frente a la Eurozona del Norte. Y probablemente un aliado en la industria alemana, que no es poco.
Porque la correlación euro fuerte / bolsa europea débil es evidente. Hay quien dice que los alemanes seguirían exportando aunque el euro subiera un 20% más. Puede que sí, pero a nuestros efectos lo que importa es que piensa el mercado, y viendo la evolución del DAX desde que se inició el ultimo tirón alcista del euro, está clara su opinión. Desde el mes de Mayo, el índice de la bolsa alemana ha caído un 4% mientras el euro ha subido casi un 7% en el mismo periodo, periodo que ha coincidido con la irrupción de la palabra “tapering” en el mercado. Es obvio que a la bolsa europea, y muy especialmente a los exportadores, no le sienta bien que suba el euro
Vista la sensibilidad del euro a los comentarios sobre el “tapering”, a corto plazo no deberíamos ver mucha insistencia o prisa respecto a la retirada de estímulos por parte del BCE. Y eso ayudaría a las bolsas de la eurozona en la recta final del año. Obviamente pueden pasar muchas cosas, pero con los datos de inflación en la mano y el cada vez más claro posicionamiento del BCE respecto a una excesiva fortaleza del euro, mi opinión es que hay base para un tirón adicional alcista de las bolsas europeas tras el “paréntesis de Sintra”. Eso si; por detrás de los EE.UU., que están encantados con el efecto que está teniendo un dólar débil en las cuentas de muchas de sus empresas (ver primer epígrafe de este informe)