Cuando a principio del año incluí en las carteras un ETF que reflejara la evolución de los bonos de la zona euro no era un brindis al sol. Era un inversión basada en la constatación de que la desaceleración económica de Europa, unida a las fuerzas desinflacionistas que presionan a la economía global, no sólo impedirían que el BCE alcanzara su objetivo de inflación, sino que, además, era muy posible que los mercados empezaran a descontar la posibilidad de que la eurozona se “japonizara”. Y que, en consecuencia, el BCE tuviera que tomar nuevas medidas de estímulo para evitar un nuevo proceso desinflacionista. Ambas cosas son excelentes motores para una subida del precio de los bonos (*)
Y, muy importante: toda esa liquidez que genera el BCE y que no va a otorgar prestamos no quiere quedarse en las arcas del banco central pagando el – 0,4% anual. Prefiere estar en bonos soberanos, aunque paguen poco o nada. Y esa enorme cantidad de dinero que se dirige a comprar bonos soberanos aumenta la demanda y hace subir el precio.
Un mes después no sólo se confirmó la caída de tipos de los bonos – y consecuente subida de precios – sino que el bono alemán con vencimiento a diez años ha empezado a dar señales de “japonización”, acercándose a tipos de interés cero y con posibilidad de entrar en terreno negativo.
Desde entonces el ETF utilizado en las carteras ha generado una rentabilidad cercana al 1%. Y no es TAE, es real. En dos meses. Por cierto y abriendo un paréntesis: si hubiera utilizado un fondo de inversión tradicional sólo subiría unas décimas. En el ETF tengo unos gastos totales anuales del 0,35% mientras que en un fondo de inversión tradicional son del 1,50%. De ahí la ventaja de utilizar ETFs a la hora de invertir en renta fija.
Pero volvamos a la inversión ¿hemos hecho ya el año en la parte de renta fija de las carteras y es hora de vender nuestro ETF o, por el contrario, se le puede sacar más partido? Porque para obtener algo de rentabilidad adicional el tipo de interés del bono alemán a diez años, qué es el que dirige la evolución de todos los demás, tendría que romper a la baja la barrera psicológica – y económica – del 0% ¿Es posible? ¿Qué podría forzar esa caída del tipo de interés de mercado y consiguiente subida del precio del bono? ¿No está ya descontado el riesgo de “japonización”?
Uno de los motivos que permitirían una nueva caída del tipo de interés y subida en consecuencia del precio del bono sería que se publicaran nuevos datos confirmando la desaceleración europea o mostrando una desaceleración mayor de la ya descontada. Y vista la tendencia que muestra el Gráfico nº 3 no es algo imposible. En el gráfico se muestra el índice de actividad PMI, uno de los más indicadores más respetados a la hora de valorar las condiciones de la actividad económica en la eurozona
Grafico nº 3: índice de actividad manufacturera en Alemania y en la Eurozona

Ahora bien, en las economías avanzadas tiene mucho peso el sector servicios y ese no va tan mal. Podemos verlo en al gráfico nº 4 donde se compara el nivel de actividad del sector servicios en Alemania – línea azul – con el sector manufacturero (línea color negro)
Grafico nº 4: los índices de actividad (PMI) de Alemania, separando servicios de manufacturas.

Considerando el peso de los servicios en las economías avanzadas, este dato reduce el grado de desaceleración y compensa el mal dato del sector manufacturero, generado en gran medida por los conflictos tarifarios (“Global Trade” ). Esto último aleja, en principio, la posibilidad de “japonización”. Ahora bien, observemos que el PMI de servicios es relativamente estable, es decir, si permanece así pero el manufacturero siguiera cayendo, el resultado conjunto servicios más manufacturas seguiría a la baja, solo que de forma más gradual.
Otra cuestión importante es que la desaceleración tiene un origen global. En el Gráfico nº 5 observamos como se desploman las ventas de automóviles en China (línea azul oscura) – por cierto, un mercado muy importante para Alemania – y como caen en general las exportaciones tanto europeas como norteamericanas (líneas azul claro y rojo respectivamente) La debilidad económica de China es sin duda un lastre para el crecimiento global.
Grafico nº 5: exportaciones norteamericanas y europeas y venta de coches en China.

Y con toda esta información ¿qué piensa el mercado de bonos? Eso lo mide el ratio de expectativas de inflación (Gráfico nº 6). Y lo que piensa a día de hoy es que en los próximos años esa inflación va a estar muy por debajo del famoso objetivo del 2% del BCE. Incluso del 1% (0,94% en el gráfico). También llama la atención que esas expectativas de inflación futura se hayan movido en 2018 y en lo que llevamos de 2019 de forma sospechosamente parecida a lo que muestran los gráficos de PMI europeo (nº 4) y el de exportaciones (nº 5) En otras palabras: hay una tendencia a la desaceleración, se refleja en el las expectativas de inflación y ambas tienden a la baja.
¿Qué piensa el mercado de bonos? Que en los próximos años la inflación va a estar muy por debajo del famoso objetivo del 2% del BCE. Incluso del 1%.
Grafico nº 6: expectativas de inflación en Alemania.

Otro grafico que confirma esta tendencia es el nº 7, donde se ve la estrecha correlación que existe entre lo que ocurre con los precios industriales en China (PPI) y el IPC en el resto del mundo. El PPI de china (línea azul) tiende claramente a la baja y esto debería de trasladarse al IPC global (línea negra), tal y como ha venido ocurriendo desde el año 2005.
Grafico nº 7: el IPC mundial y su correlación con la evolución de los precios industriales en China.

Después de todo lo anterior, parece claro que por el momento la tendencia de los tipos de interés es a la baja y que las fuerzas desinflacionistas que vienen de China – y de la revolución digital y la globalización, pero eso hablaremos otro día – siguen ahí. Es más: sabemos que esa enorme cantidad de dinero que ha emitido el BCE seguirá prefiriendo estar en deuda soberana incluso al 0% de interés antes que pagando un 0,4% al BCE. Porque eso es lo que cuesta tener el dinero en sus arcas. Es más: de mantenerse el proceso de caída de tipos, la plusvalía que se obtiene en los bonos (*) hace que a la rentabilidad del bono se añada la plusvalía.
En este contexto no veo de momento motivo para abandonar la posición en bonos y llevar ese dinero a liquidez. A partir de ahora seguramente el ETF subirá mucho menos que lo que lo ha hecho en estos dos meses, porque sin duda mucho de lo anterior ya está descontado. Pero probablemente siga siendo más interesante lo poco que pueda darnos el ETF que el 0% que va a dar el depósito o la cuenta corriente.