Además de leer entre líneas, también es importante leer los titulares pequeños. Muchas veces los periodistas al no estar en las “interioridades” de los mercados no le dan importancia a determinadas cuestiones que pueden tenerla. O se la dan, pero, como les ocurre a muchos gestores de fondos y analistas, tienen miedo a salirse del consenso, es decir, salirse de aquello de lo que hablan y dan importancia el resto de los periodistas.
En Davos este año el consenso entre los periodistas era hablar de cuestiones medioambientales. Especialmente de Greta Thunberg y Donald Trump. Incluso cuando se habla de los bancos centrales la cuestión es si van a promover la emisión de bonos verdes o si se van a incluir objetivos medioambientales en su mandato. Que la inflación no levante cabeza ha pasado a un segundo plano, incluso para la propia presidencia del BCE que ha visto hueco para desviar la atención y que no le presionen con los riesgos desinflacionistas.
Pero entre los grandes titulares había uno pequeño sobre el lobby que ha creado para este evento la banca europea para presionar a los bancos centrales a que abandonen su política de tipos de interés negativos. Para los periodistas y para la sociedad tiene sin duda mucha más importancia la cuestión medioambiental, pero para los inversores este pequeño titular tiene una gran trascendencia. Se une a muchos otros sobre los que hemos hablado frecuentemente en estos “Cuadernos” y que ha tenido, como consecuencia, un fuerte posicionamiento europeo en las carteras de Nextep Finance, con muy buenos resultados, por cierto. Vamos a tratar de explicarlo lo más breve y claramente posible.
La política monetaria tiene unas limitaciones evidentes. Está pensada para ajustar los niveles de inflación, no para mover y dirigir la economía de un continente. Tampoco es suficiente para compensar el entramado de burocracia y regulaciones en que se ha convertido la economía europea. Por eso y por una sensación generalizada de incompetencia de los políticos y sus políticas económicas, el dinero que inyecta el Banco Central Europeo en el sistema se ha quedado en bonos e inversiones inmobiliarias en lugar de ir a la economía productiva. Y por eso no se anima la economía y, en consecuencia, tampoco se “anima” la inflación.
La economía también hace extraños compañeros de cama. En Davos se han juntado los intereses de los ecologistas con los de la banca, el BCE y los empresarios alemanes.
El caso es que, por algún motivo, el banco central europeo ha aceptado hasta ahora un papel que no le corresponde – y para el que no tiene herramientas -, descargando así de responsabilidad a los políticos de la Eurozona. Pero ahora se están dando cuenta de que si siguen aceptando esa responsabilidad también serán responsables de los efectos secundarios de los tipos de interés negativos, en los que no entraremos aquí para no perder el hilo.
Haber ayudado a los políticos a ponerse de perfil está dañando el prestigio del Banco Central Europeo. Mario Draghi ya aprovecho su despedida para mandar un mensaje muy contundente a los políticos: “hagan su trabajo” les dijo. Christine Lagarde mandó exactamente el mismo mensaje en su discurso inaugural.
¿A qué se refieren los consejeros del Banco Central Europeo cuando dicen a los políticos que hagan su trabajo? Básicamente sugieren dos opciones: la primera y preferible es que quiten el traje de cemento regulatorio burocrático e impositivo que han colocado al sistema productivo europeo, que lo dejen respirar y que así seguramente saldrá de la “euro esclerosis”. Las famosas “reformas” de las que pasan olímpicamente los políticos porque requieren valentía y liderazgo, algo muy escaso entre los políticos europeos actuales.
La otra opción es la opción Keynesiana, es decir, iniciar un programa de fuertes inversiones públicas que actúe como la cerilla que enciende la mecha de la economía, también conocido como de “estímulo fiscal”.
Ahora a la presión del BCE a Angela Merkel y su partido se une la de los ecologistas, la de los empresarios alemanes, la de los sindicatos y la del partido socialista alemán y “Los Verdes”, elementos ambos fundamentales para formar coaliciones de gobierno en Alemania.
Si los mercados europeos están subiendo no es porque vaya bien la economía europea, cuyos datos son cada día más deprimentes, sino por la esperanza de que ante todas estas presiones y la debilidad de la economía, Angela Merkel decida utilizar la excusa medioambiental y digital para modificar su política de superávit en Alemania, hacer su trabajo y dejar de fiarlo todo al Banco Central Europeo. Lo que estamos viendo son las subidas que crea la expectativa, que todavía es solo eso, una expectativa. Si se va convirtiendo en realidad, las bolsas europeas lo reflejarán todavía más.