De las palabras a los hechos
Como lo que vende son las “burbujas” y las crisis, las decisiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos y las declaraciones de su presidente quedan en un segundo plano. Genera más seguidores hacer ruido sobre Evergrande que hablar de la Fed. Pero es más importante lo que haga esta última.
Hemos llegado a un punto en el que ya no se trata solo de los medios y las redes. La mayoría de los analistas han perdido todo tipo de objetividad y mesura a cambio de conseguir un “like” o un “retuit” de su último comentario en redes.
Por el contrario, los mercados sí que tomaron nota de la reunión de la Fed. Y nosotros en Nextep. Por eso empezamos este “Cuaderno” analizándola para Uds. y no hablando del “Lehman chino”.
Para empezar, la Reserva Federal ha dejado bien claro que empieza una nueva etapa. Tras más de diez años inyectando liquidez en el sistema (lo que se conoce como “Quantitative Easing” o “QE”). Las medidas extraordinarias sólo deben estar en vigor en circunstancias extraordinarias. La Fed lo sabe y tenemos que ir haciéndonos a la idea de que, salvo que se produzca algún otro evento extraordinario, en los próximos años no habrá QE. Todo un cambio de escenario.
Los eventos extraordinarios que hicieron necesaria la intervención masiva de la Fed fueron la crisis financiera de 2008 —los primeros QE— y luego la pandemia. Ahora la economía ya no necesita de respiración asistida.
En realidad se trata de un movimiento anunciado hace tiempo. Fue después de la reunión anual de Jackson Hole y lo comentamos en el número anterior de estos cuadernos. Fue positiva para la renta variable y solo ligeramente negativa para los bonos, como también adelantamos. En esta segunda ocasión el mensaje ha sido más concreto. Y más potente.
La reacción ha sido similar a la anterior en la renta variable. Un alza especialmente significativa, dado que de lo que se hablaba en todos los sitios era de Evergrande y cómo se contagiaría al resto del mundo, etc.
Pero en esta ocasión parece que los inversores en bonos —renta fija— se han empezado a caer definitivamente del guindo. Se van dando cuenta de que la Reserva Federal de los Estados Unidos es con diferencia el mayor comprador de bonos del mundo. Y no hace falta ser un genio para entender que, cuando se retiren, caerá el precio de los bonos. Y lo mismo se puede decir del BCE aunque vayan a tardar más tiempo. Y ningún inversor se quiere quedar con el “florero”.
La primera víctima de que el “tapering” pase de los hechos a las palabras son los bonos, porque el QE consiste en comprar bonos (con dinero que fabrica la Fed y que pretende que acabe en la economía). Y se está pasando de las palabras a los hechos. La Fed empezará por comprar menos y a mediados del año que viene dejará de comprar totalmente. Y detrás de ella irá el BCE.
Como también dijimos, a las acciones —renta variable— que la Fed reduzca sus compras de bonos y luego cierre el grifo no tiene por qué afectarles negativamente, siempre que el movimiento no sea excesivamente fuerte o excesivamente brusco. Las acciones son de empresas y si se está cerrando el grifo es porque la economía se recupera.
El escenario actual —y por el que apuestan los mercados— es el de un tapering “amable”. El problema es que los bancos centrales proponen, pero es la inflación quien dispone. Podemos tener distintos posibles escenarios de inflación que a su vez generan diferentes escenarios para la renta fija y la renta variable. Vamos a verlos, utilizando diapositivas de la última presentación que hicimos en Nextep (la presentación completa está a disposición de los clientes en su área privada de la web).
Los escenarios
Escenario n.º 1 / La inflación “vuelve al redil”

Es el escenario actual, así que hay poco que comentar. Sólo aclarar que cuando decimos “volver al redil” nos referimos a que, aunque la inflación ahora sea muy superior a los objetivos de los bancos centrales, vuelva en unos meses a donde estaba antes de la pandemia, una vez se normalice la situación económica. De hecho es el escenario preferido de las autoridades monetarias y al que le dan más probabilidades.
El emoticono representa a los bancos centrales. En este caso estarían lógicamente contentos. Y decimos “los”, en plural, porque nos referimos tanto a la Fed como al BCE. Este último se resiste a dejar de comprar bonos —por motivos políticos —, pero al final harán lo que les obligue a hacer la inflación que haya en la eurozona.
Antes de seguir, un apunte importante: la misión de los bancos centrales es adelantarse a la inflación y evitar así los excesos (inflación alta o deflación). Pero, en la práctica, en la situación actual su posición es más reactiva que proactiva.
La inflación ya ha superado todos sus objetivos. Que “vuelva al redil” es un deseo y una esperanza. Pero actuarán en función de lo que dicte el nivel de inflación, no a la inversa. Esto puede tener su importancia en el futuro, porque no es lo mismo ir manejando la inflación que la inflación te maneje a ti.
Escenario n.º 2 / Inflación superior a antes de la pandemia, pero dentro de los objetivos de los bancos centrales

En este caso la forma de quitarle la respiración asistida a la economía —e indirectamente a los mercados— sería amable, pero los bancos centrales se lo tomarían con menos calma. Se adelantaría el fin del QE y se empezaría a hablar del “QE inverso”, es decir, del drenaje de liquidez (lo contrario de inyectar liquidez). En cuanto a las subidas de tipos, que en el caso anterior serían como pronto a finales de 2022 o ya en 2023, en este escenario se adelantarían a 2022.
Para los bonos sería muy nocivo. Imagínense: que se hable de que los bancos centrales vendan bonos en lugar de comprarlos a mansalva como han hecho hasta la fecha.
Las bolsas mantendrían la tendencia alcista pero el ángulo de la pendiente sería menor. En la presentación a la que hacemos referencia, y que está a disposición de los clientes Premium, Premium+ y Presenciales, también explicamos las distintas formas en las que se puede corregir ese ángulo. Y cuál debe ser la estrategia de inversión en cada caso. También se reforzaría el proceso de rotación interna del mercado, del que hemos hablado en números anteriores (por ejemplo en el de octubre de 2020, en el capítulo “El efecto espejo”) y en muchos informes y vídeos de Nextep.
Para quien podría ser negativo este escenario es para los clientes que confían su gestión a los roboadvisors. En la práctica este tipo de “gestión” consiste en replicar la evolución de alguno de los índices más importantes, normalmente el SP 500 o el MSCI World. El problema es que en este nuevo escenario habría muchos sectores e incluso países que lo harían mejor que estos dos índices.
Ocurre todos los años. Por ejemplo, en 2020 el sector tecnológico y China ganaron por goleada al SP 500 y al MSCI World, pero los roboadvisors se limitaron a seguir la evolución de estos grandes índices.
Si se produce el escenario mencionado anteriormente volveremos a ver ese tipo de diferencias sectoriales e incluso por países. El coste de oportunidad de estar indexado a un índice grande sería elevado.
Escenario n.º 3 / La inflación supera consistentemente los objetivos de los bancos centrales

De producirse esta situación se acabaría ipso facto la “amabilidad” de los bancos centrales. Se pasaría a subir los tipos de interés sin contemplaciones y se empezaría a retirar liquidez del sistema.
Pero fíjense que decimos que los objetivos se superan de forma “consistente”, es decir, no sería porque se superen pasado mañana, sino porque pasen varios meses y la inflación no descienda de los niveles actuales.
En este caso quienes se han pasado tantos años anunciando “la crisis,” la explosión de “la burbuja” y cosas parecidas conseguirían tener razón, al menos por una vez (de hecho en eso consiste el plan: si todos los años anuncias una crisis, alguno acertarás).
En cuanto a las bolsas, no caería todo, pero sí casi todo. En un escenario así es muy importante trabajar en arquitectura abierta —plataformas en las que haya mucha variedad de fondos y muchas gestoras distintas—, porque la rentabilidad pasaría a activos y sectores muy distintos de los que se utilizan habitualmente, incluidas determinadas divisas y algún tipo de criptomoneda que para entonces esté adecuadamente regulada, supervisada y comúnmente aceptada como para tener grado de inversión (el “grado de inversión” es una calificación que establece si determinados activos pueden ser adquiridos por los grandes inversores institucionales).
Evidentemente sería un muy mal escenario para los clientes de los gestores automatizados, que se limitan a seguir a los grandes índices. Los grandes índices caerían con fuerza y no levantarían cabeza. Y, como digo, la rentabilidad habría que buscarla en otros activos y sectores que podrían estar muy alejados de los grandes índices bursátiles.
Lo de los bonos sería un desastre. Imaginen alguien que haya comprado en los últimos años bonos con rentabilidad negativa o que solo paguen un pequeño tipo de interés y que la inflación subyacente se estabilice en el 3 %. Nadie querrá esos bonos. Y los bancos centrales tampoco estarán ahí para comprarlos. Es una mezcla explosiva que podría generar una auténtica crisis financiera.
Escenario n.º 4 / La inflación se dispara y está fuera de control

En este escenario los bancos centrales se convierten en el peor enemigo de inversores y ahorradores. En los bonos el “crash” estaría garantizado. Algo parecido al ejemplo anterior pero con la inflación estabilizada en el 5 % o 6 %. Imaginen lo que valdrían esos bonos que ha comprado tanta gente con rentabilidad negativa o del “cero coma” (comprados vía fondos de renta fija, cuyo valor se desplomaría).
Para los inversores que tienen en mayor o menor medida indexado su dinero a los grandes índices vía roboadvisors, el desastre también sería absoluto. Además no podrían cubrirse poniéndose “cortos” —apostar por la caída de estos índices— o poner su dinero en oro o divisas fuertes. No es algo que hagan este tipo de gestores.
Escenario n.º 5 / El mundo vuelve a la desinflación y el bajo crecimiento

Una de las características de los mercados es su tendencia a hacer lo contrario de lo que se espera de ellos. Sobre todo lo contrario de lo que espera el consenso de analistas. No significa que siempre sea así, pero es cierto que el consenso acierta menos de lo que se equivoca.
Los escenarios considerados ahora menos probables son los más extremos, es decir, el número 4 (inflación disparada y fuera de control) y este que analizamos ahora, el de la “japonización”.
En este escenario, una vez pasa el efecto del estímulo monetario de los bancos centrales y el estímulo económico de los gobiernos, se vuelve a la situación de bajo crecimiento y baja inflación anterior. Agravado por el hecho de que los bancos centrales tendrían mucha menos munición para levantar el ánimo de la economía (se la han gastado en los QE anteriores).
La situación sería especialmente mala en Europa, una economía mucho menos dinámica que la norteamericana o la asiática, cargada de excesos regulatorios, burocráticos, impositivos y falta de apoyo a las empresas.
Lo único bueno de este escenario es que ya sabemos qué es lo que “funciona” bien y qué no a la hora de invertir, ya que se parecería mucho a lo ocurrido en Japón durante décadas y hasta hace relativamente poco tiempo. Solo tendríamos que mirar al pasado.
Conclusión
En los próximos meses ganará quien sepa adelantarse a la evolución de la inflación, lo cual —y esta es la buena noticia— es perfectamente posible si se saben seguir e interpretar los indicadores adelantados adecuados. Desde luego hay que aclarar que tampoco es fácil.
Afortunadamente, la inflación no es como un virus: se la ve venir, es medible y sabemos qué activos y sectores funcionan bien en cada nivel de inflación. Así que pueden imaginarse cuál va a ser nuestra prioridad en Nextep de cara a los próximos meses.