A la hora de resolver problemas de matemáticas ayuda mucho enfocarlos desde distintos puntos de vista, en lugar de centrarse en la primera alternativa que se te ocurre y obcecarte con ella.
Con la cuestión de los tipos de interés y cuando subirán ocurre algo parecido: la solución no es plantearse adivinar cuando, que es donde está obcecado todo el mundo y es prácticamente imposible saberlo, sino que tendría que ocurrir para que suban. Ahí está, en mi opinión, la clave para adelantarse al movimiento y tomar las posiciones adecuadas.
Con la cuestión de cuando subirán los tipos de interés no se trata de plantear cuando, que es imposible de saber, sino que tiene que ocurrir para que suban.
No les voy a aburrir contándoles exactamente porqué sería problemático que en las circunstancias actuales de tipos cero o negativos de repente subieran fuertemente. Baste saber que generarían pérdidas importantes en el valor de los fondos de renta fija y muy probablemente también en los de renta variable. Recordemos lo que ocurrió en Diciembre del año pasado, cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos insinuó que para ellos el 3% es la tasa neutral para los tipos de interés. Ni siquiera llegó a subir subió tipos: la mera probabilidad de que ese 3% estuviera en su cabeza como algo “neutral” generó una caída del 20 % en la bolsa norteamericana. Y el peor mes en el mercado de bonos desde hacía muchos años.
Así que volvamos a qué podría desencadenar esa subida fuerte y sostenida de los tipos de interés. En mi opinión habría dos motivos fundamentales:
- un incremento fuerte y sostenido de la inflación
- una perdida de confianza en la valoración de la deuda
El motivo obvio sería el repunte de la inflación. De ese habla todo el mundo, aunque casi nadie entra en cuál podría ser el origen de ese repunte. Hablaremos de ello en el capítulo siguiente. Pero luego hay otro posible origen y advierto que es una “apuesta” personal, que no creo haber escuchado o leído en ningún sitio. Sería por pérdida de confianza en la valoración o sostenibilidad de esa deuda. Y este motivo es más preocupante, porque no “avisa”. Como veremos luego, antes de que aumente la inflación se ven cambios en los factores que producen inflación en el sistema. Pero los procesos de pérdida de confianza no avisan, simplemente ocurren.
Los procesos de pérdida de confianza no avisan, simplemente ocurren.
El mejor ejemplo lo tenemos en el mercado inmobiliario o en las bolsas. Un día, sin un motivo aparente, se “seca” la fuente de dinero que generaba la subidas. En el caso de las bolsas puede producirse en minutos, de ahí lo del “crash” bursátil. Y tiene mucho que ver con la confianza. Recuerden la última crisis financiera, que tuvo origen inmobiliario. Se otorgan créditos a todo el mundo, nadie está preocupado y de repente, un día, se cae todo el castillo de naipes sin un motivo aparente.
Algo parecido podría llegar a ocurrir en el mercado de deuda. Que un país como España, con un gobierno en funciones que mientras estuvo en activo no transmitió precisamente gran voluntad de equilibrio presupuestario y que solo hace unos meses presentaba unas cuentas más que discutibles ante la Comisión Europea, que un gobierno así pueda financiarse gratis o incluso cobrar por endeudarse requiere un auténtico auto de fe. Y ocurre porque hay un banco central, el europeo, al que le ha caído la tarea de hacer lo que no hacen los políticos, es decir, reflotar la economía. Pero que el bono español a diez años esté al 0,30% de tipo de interés y camino de cero en la actual situación económica y política española es una auténtica distorsión financiera.
Algo parecido podemos decir de Italia. Gobernada directamente por populistas, hace sólo unos meses ponían en duda – aunque fuera por “postureo” negociador – su pertenencia al euro. Y no se ruborizan a la hora de decir que no van a cumplir los objetivos de déficit. Pues van a camino también de tipos negativos en parte de su deuda pública. Y qué decir de la privada: gracias a la acción del Banco Central Europeo, basta ser una gran empresa que cotiza en bolsa para que su deuda la compre el BCE y sus costes de financiación se desplomen, por muy mala que sea la gestión de la empresa.
Afortunadamente no creo que estemos cerca de una próxima caída del castillo de naipes, pero los asesores tenemos que estar siempre vigilantes. Y tener en cartera productos que puedan amortiguar riesgos concretos, que es lo que hacemos en Nextep incluyendo actualmente, por ejemplo, fondos en dólares en las carteras y valorando la posibilidad de incluir el oro como cobertura en el futuro si sigue aumentando la distorsión financiera (ver capítulo “¿Será el oro otro beneficiario de los tipos negativos?”)