La gestión de una cartera se parece a la navegación. Establecido un destino, que en este caso sería un objetivo de rentabilidad con un determinado grado de volatilidad asumible, se trata de llegar y de hacerlo en las mejores condiciones posibles.
En las travesías surgen las tormentas. En los mercados ocurren cosas. Unas se ven venir, otras no. En ambos casos hay que plantearse si lo conveniente es un cambio de rumbo o simplemente preparar el barco – la cartera – para el temporal manteniendo el rumbo establecido.
Dos son los nubarrones que hay ahora mismo en el horizonte, y son de carácter geopolítico. En el corto plazo, Francia – ahora ya un riesgo mínimo – y, a corto/medio plazo, Corea del Norte.
En el informe del mes de marzo les dije cuál era mi estrategia en relación con las elecciones francesas: siempre y cuando el enfrentamiento final, es decir, la segunda vuelta electoral, fuera entre Marine Le Pen y un partidario de permanecer en el euro, ganaría el europeísta.
En mi opinión, y tal y como les comenté, la insistencia por parte de la candidata de la extrema derecha por salir del euro era un error de cálculo porque los franceses no están todavía preparados para tomar una decisión tan arriesgada para su bolsillo.
El resultado de la primera vuelta ha sido el que esperaba – entendido como el que se le dan las mayores probabilidades de que se produzca – y mantengo mi opinión de que convertir la segunda vuelta en un plebiscito sobre la permanencia en el euro y la Unión Europea ha sido un error por parte de Marine Le Pen y dará la victoria a Macron.
El único riesgo lo veo en que Le Pen se dé cuenta de su error y diga ahora que lo del euro es secundario y que no ve problema en permanecer. Difícil y poco creíble dar ahora ese giro, pero ahí está su única posibilidad de triunfo. Confiar en una alta abstención sería un error. Todo el mundo está movilizado, tanto a izquierda como a centro y derecha, como se ha demostrado en la participación de la primera vuelta.
Y a continuación, la imagen que acompaña las buenas noticias políticas: el crecimiento, del que ya les he hablado en informes anteriores, se consolida en la Eurozona. También se ve lo que siempre les digo en relación a España: que es cierto que nuestra recuperación es de las más fuertes, pero también fuimos de los que más caímos en actividad económica como consecuencia de la crisis (línea azul oscuro).
Los índices de actividad de la eurozona muestran que la recuperación se consolida

Datos de PMI – actividad – por encima de 50 señalan expansión económica. Cuando se producen de forma puntual no garantizan crecimiento, pero llevamos en positivo desde 2013 y, tras el traspiés de enero de 2015, el índice conjunto – color marrón – se ha situado con paso firme en máximos.
Y, finalmente, la que es, en mi opinión, la “madre de todos los datos” económicos: la confianza de los consumidores.
De nada sirve que las empresas inviertan si los consumidores no consumen, ni que el BCE inunde el mercado de dinero si nadie pide crédito porque no hay confianza en el futuro. Lo que relanza una economía es el consumo, ese momento en el que la gente se empieza a sentir menos insegura y gasta. Las empresas, al verlo, invierten en nueva capacidad, lo cual genera inversión y empleo, iniciando así el círculo virtuoso del crecimiento. Pues el dato fundamental de ese proceso lleva subiendo casi ininterrumpidamente desde finales de 2012 y alcanza ahora máximos y niveles pre-crisis. Lo mismo que el índice compuesto de actividad económica. Una coincidencia muy positiva y a resaltar.
La confianza de los consumidores europeos, en niveles pre-crisis

Superado el obstáculo de las elecciones francesas, Europa – muy atractiva por precio en comparación con EE.UU. y en plena recuperación económica – pasa a tener en mi cartera el mismo peso que los Estados Unidos.
El importe necesario para aumentar el peso de la renta variable europea lo detraigo de la parte invertida en renta fija/liquidez y realizando beneficios en la mitad de mi posición en instrumentos que se benefician del aumento de la volatilidad, instrumentos que, como les comenté en mi primer informe, invierten en índices que miden la volatilidad y, otros, en oro. Y digo realizar beneficios porque, como recordarán – ver informe de marzo –, la volatilidad la compré en mínimos históricos y el oro sigue positivo en el año.
El otro nubarrón que había y que permanece en el horizonte se llama Corea del Norte.
La amenaza que supone para la estabilidad global es, en mi opinión, menor de lo que se transmite en los medios y en el “show” mediático de los políticos, pero tampoco sería prudente descartarla totalmente, porque situaciones así son como las armas: las carga el diablo.
Lo que me lleva a pensar que la amenaza no es tan grave es que a ninguno de los implicados le interesa llegar a las manos.
Salvo que sea realmente estúpido o esté completamente loco, de lo único que le serviría al dictador norcoreano provocar una guerra es para acabar muerto o juzgado por un tribunal internacional. Y si ha sobrevivido en un régimen así no debe ser estúpido. Su sanidad mental me preocupa más – de ahí las coberturas – pero hasta en megalómanos desequilibrados como éste, lo que más pesa es el instinto de supervivencia.
El “riesgo coreano” es reducido, pero hay una línea roja que Estados Unidos no puede permitir que cruce el dictador: que se haga con un misil que pueda alcanzar Norteamérica.
En cuanto a Norteamérica, si bien es cierto que no le vendría nada mal quitarse de encima y de una vez por todas la amenaza, no es menos cierto que si no es capaz de neutralizar toda la capacidad de ataque nuclear de Kim Jong–un de un solo golpe – algo muy difícil con los medios actuales – se arriesga a que un misil alcance Corea del Sur o Japón. Para cualquier presidente norteamericano es preferible un mal acuerdo que un conflicto nuclear, sobre todo porque, en el fondo, lo único que quiere Kim es dinero. Dinero para sus cuentas personales en paraísos fiscales y para mantener un régimen económicamente inviable. Ese ha sido y será el juego macabro de la dictadura norcoreana: un simple chantaje que, hasta la fecha, los chantajeados – Japón, Corea del Sur y EE.UU. – han preferido pagar antes que entrar en conflicto.
A China tampoco le interesa que su aliado entre en guerra. La prioridad actual de China es la economía y una guerra en su patio con algunos de sus más importantes socios comerciales involucrados sería un desastre para sus planes quinquenales.
Desde este punto de vista el “riesgo coreano” es reducido y las medidas a tomar en nuestra cartera deben ser acordes con el riesgo. Pero cuidado: el riesgo existe, porque hay una línea roja que Estados Unidos no puede permitir que cruce el dictador coreano: hacerse con un misil que pueda alcanzar Estados Unidos.
En breve editaré un informe que incluirá los nombres y apellidos de todos los productos que utilizo para implementar todas y cada una de las estrategias de inversión que creo adecuadas para cada situación de mercado, incluidas las de cobertura. Porque, por ejemplo, no es lo mismo el “riesgo francés”, que fue de corto plazo y requería coberturas de corto plazo, que el de Corea, que es más estructural y requiere coberturas de más largo plazo. Y activos diferentes.