En los momentos en que las cosas van bien es cuando más atentos tenemos que estar a lo que puede ir mal. Si es sólo “mal”, porque puede ser una oportunidad para comprar barato en un entorno alcista. Y si es algo que torna a “muy mal”, entonces debemos de estar atentos para salir del mercado de renta variable y esperar a tiempos mejores desde activos descorrelacionados o correlacionados negativamente con las bolsas (no es necesario ir a liquidez, siempre hay activos que suben cuando caen las bolsas)
En este informe vamos a vigilar dos factores de riesgo que observamos actualmente en los mercados. Empezamos por la batalla que mantiene el “Establishment” con Donald Trump y seguiremos con el que para mi es más plausible: el riesgo de que la Reserva Federal de los EE.UU. se pase de frenada. Y luego el BCE por simpatía (y presión de Alemania)
No entraremos en si Trump es “bueno” o “malo”, o si nos cae bien o mal. Si lo que queremos es cuidar de nuestros ahorros tenemos que hacer un esfuerzo de objetividad y olvidarnos – aquí – de la ética o de la política.
Se trata de analizar objetiva y fríamente las consecuencias que puede tener la campaña de acoso y derribo – nos da igual si es justa o injusta – que se desató contra Trump el día que se vio que podía ganar las elecciones, una batalla que sigue actualmente y que continuará en el futuro.
Ocurrió con Reagan, que era un presidente mucho más aceptable para el “establishment” e incluso para una parte de los medios, así que podemos imaginar la intensidad del movimiento contra Trump, que resulta inaceptable para todo el “establishment” y para el 80% de los medios de comunicación norteamericanos y el 99% de los europeos. Y el les facilita la tarea dando motivos para esa animadversión, así que tiene una ardua tarea por delante. Y a nosotros nos interesa seguir de cerca la evolución del combate.
De esto no se habla en los informes de sociedades de valores y de gestión de patrimonios, tan dados a limitarse a publicar ristras de datos económicos, pero, si la alianza anti Trump consiguiera sus objetivos tendríamos un presidente en la picota. Y no como ahora, que uno dice que dijo algo y que además dice que lo anotó, o que se nombra un asesor para investigar si el presidente hizo o dejó de hacer. De momento son solo fuegos artificiales y por eso la bolsa USA ni se inmuta por este motivo, y con razón.
De esto no se habla en los informes de sociedades de valores y de gestión de patrimonios, pero, si la alianza anti Trump consiguiera sus objetivos, tendríamos un presidente en la picota. Literalmente.
El problema es que Trump tiene toda la pinta de tener cadáveres en el armario y la cuestión a plantearse es doble. Primero, si los van a encontrar y, segundo, si quienes los encuentren tendrán el apoyo político para juzgarle.
Porque si la respuesta fuera positiva a ambas cuestiones, tendríamos un “impeachment”, es decir, un presidente encausado. Y eso si que afectaría a Wall Street, empezando porque lo que le gusta a la bolsa del presidente actual no es su persona, sino su plan de estímulo económico y, muy especialmente, de reducción de impuestos. Si lo juzgan, todo quedará en el aire. Y si lo condenan, entonces su programa será historia, pero incumplida. Y si no fuera así, si Trump superara el desafío o fuera capaz de vivir y hacer política pese al ataque, entonces el mercado alcista seguirá adelante ajeno al ruido mediático.
Si Trump superara el desafío, o si fuera capaz de vivir con ello y hacer política pese al ataque, entonces el mercado alcista seguirá adelante ajeno al ruido mediático.
Alguien dirá que exagero al plantear la cuestión inicial, es decir, que haya una alianza anti Trump, como he afirmado anteriormente. En los medios de comunicación es evidente. También lo es, y por motivos obvios, en el partido demócrata. Pero lo que hace especialmente fuerte esta alianza es que también participan una gran cantidad de políticos republicanos que desearían que Trump abandonara la presidencia. Y no sólo por ocupar alguno de su puesto, sino porque es un presidente claramente “disruptor”. Pasa olímpicamente del partido y muestra una animadversión real hacia los políticos profesionales. Esto, que es precisamente lo que le dio los votos para llegar a la presidencia – y se los quitó a Hillary – podría ser también su talón de Aquiles.
Para llegar a juzgar a Trump, el famoso “impeachment” presidencial, tendría que obtenerse el voto favorable de la mayoría de la cámara de representantes, requisito previo para llevarlo al Senado y que este proceda. De ahí la importancia de su propio partido: si habláramos de un presidente que fuera hombre de partido el riesgo de “impeachment” sería casi cero, dado que los republicanos controlan las cámaras. Pero este no es un hombre de partido, es un hombre odiado por gran parte del partido.
La primera cuestión a vigilar es, por lo tanto, si Trump mejora o no sus relaciones con el partido. Porque si lo consiguiera – y no olvidemos que son políticos y que sus voluntades, simpatías y antipatías tienen un precio – las probabilidades de “impeachment” disminuirían en la misma medida. Por el contrario, si sus relaciones fueran a peor, un caso incluso débil convenientemente apoyado por la prensa podría complicarle mucho las cosas al presidente. Y no digamos si se reúnen pruebas suficientes para presentar un caso fuerte.
Lo más importante es, por lo tanto, si Trump puede establecer un cortafuegos en la cámara de representantes, haciendo amistades y repartiendo dádivas entre los congresistas. En ese caso lo único que funcionaría sería la existencia de pruebas abrumadoras que forzaran su dimisión, como ocurrió con Nixon.
Lo más importante es si Trump puede o no establecer un cortafuegos en la cámara de representantes, haciendo amistades y repartiendo dádivas entre los congresistas.
De momento no hay pruebas concluyentes para encausarle. Ni de lejos. Es casi una broma pensar que las notas del ex director de la CIA, es decir, su palabra contra la del presidente, por mucho que lo anotara todo, pudieran considerarse suficientes para el “impeachment”. Ahora bien: podría tener en reserva pruebas más sólidas – como una grabación – y que ahora solo estuviera enseñando “la patita”. Yo no lo creo, pero hay que vigilar ese frente, porque supongo que no se llega a director de la CIA siendo tan simple como para pensar que tus notas personales pueden llevar a un presidente ante los tribunales.
A mi quien me parece que tiene mucho más peligro es el asesor especial que se ha nombrado para investigar el asunto de la intromisión de los rusos en la campaña para favorecer a Trump. Si lo hubieran nombrado en España sería como las comisiones de investigación de nuestro parlamento, es decir, algo totalmente inútil. Pero allí un fiscal especialmente designado o un “special counsel” es harina de otro costal.
A mi quien me parece que tiene mucho más peligro para Trump es el asesor especial que se ha nombrado para investigar el asunto de la intromisión de Rusia en la campaña para favorecer a Trump.
Lo más preocupante para Trump es que este “consejero especial” tiene toda la pinta de ser un hombre de consenso. No sabemos si esa estupenda valoración que hacen de él tanto demócratas como republicanos es por aprecio o por ser el “elegido” por para acabar con el “outsider”. Si lo es, no podrían haber elegido mejor. Respetable, respetado, experto, carrera intachable, … Lo tiene todo para acabar con un presidente, si esa fuera – que no lo sé – su misión. Así que habrá que seguir sus pasos tanto como los del presidente en su tarea de ganarse el favor de los políticos de su partido.
La otra forma en la que el “establishment” puede desalojar a Trump del poder es saboteando su acción de gobierno. Y es obvio que está en ello. Y está muy relacionada con lo anterior, porque a más funcione al acoso y derribo legal, más difícil le será gobernar.
Es fácil entender que haya congresistas republicanos contrarios a los límites que pretende poner la presidencia a la entrada de personas que vengan de determinados países. Va contra la esencia del funcionamiento histórico de los Estados Unidos. Ahora bien: llama la atención que se pongan trabas al resto de medidas, sobre todo las económicas, de esta administración. Incluidas las relacionadas con la sanidad que, si bien es lógico estar en desacuerdo siendo del partido demócrata, parece extraño desde el punto de vista de un político republicano en Norteamérica.
Es otra señal de que el señor Trump no despierta muchas simpatías en su propio partido y que eso puede acarrearle no sólo problemas judiciales, si no también a la hora de implementar su programa económico. Y esto último afectaría a las bolsas. ¿Cuánto? Dependerá de la intensidad de los ataques y de la capacidad del presidente para enfrentarse a ellos.