Parece imposible pensar en inflación con la que está cayendo. Y les adelanto que no es un escenario que me preocupe en el corto plazo. Ahora bien, en estos cuadernos tratamos estrategias para todos los plazos y, además, algo de tanto calado como un cambio en la tendencia de la inflación es algo que tenemos que tener siempre presente.
La forma de adelantarse a lo que puedan hacer los mercados es vigilar si se están creando las condiciones para un cambio de tendencia. Y, por el mismo motivo por el que afirmo que la inflación es un fenómeno todavía lejano, también afirmo que se están plantando las semillas para que pueda aparecer en el futuro. Y que tenemos que vigilar si esas semillas crecen.
Veámoslo con ayuda del gráfico número 4. Mide la velocidad del dinero en EE. UU., es decir, el número de veces que un dólar cambia de manos en un determinado periodo. Suele ser un buen indicador del nivel de actividad económica, porque, a más transacciones, más dinámica es una economía. En el gráfico, junto a la línea azul que mide la velocidad del dinero, aparece la línea negra que mide la inflación, en este caso la inflación subyacente, que es el dato más consistente de inflación.
Gráfico n.º 1: Velocidad de dinero e inflación

Como consecuencia de la crisis del COVID, el nivel de transacciones se ha desplomado. Detrás podría ir el nivel de precios (inflación), la línea negra del gráfico. Va a ser muy difícil que suba la inflación mientras no se vuelva al nivel de actividad económica anterior, pero, como insisto en muchas ocasiones, los mercados se parecen a la física en que cuando cambian las causas cambian las consecuencias.
Si la pandemia ha traído un desplome en las transacciones y de la velocidad del dinero, la recuperación traerá un incremento. Y como vemos existe una correlación clara entre la velocidad del dinero y la inflación. Lógico, puesto que a más actividad económica, menos inflación. Cuando todo va muy mal es muy difícil que alguien se plantee subir precios. Pero es igual de cierto a la inversa: cuando las cosas van mejor empiezan a planteárselo.
En esta ocasión el rebote en la actividad no llegará en las mismas circunstancias que hace unos años. Llegará a un mercado inundado de liquidez por los bancos centrales y, aunque la teoría económica no siempre se cumple, porque a veces hay otros factores que pesan más que una teoría concreta, un incremento tan brutal de la liquidez en el sistema debería traer inflación. Fabricar billetes como si no hubiera un mañana suele generar inflación, porque el valor de ese dinero decae. Para entender a qué me refiero pensemos en casos extremos, como Alemania tras la Primera Guerra Mundial o más recientemente Argentina o Venezuela.
Tiene toda su lógica que esto todavía no haya ocurrido en las grandes economías avanzadas. No se puede comparar la credibilidad de los bancos centrales de Argentina o Venezuela con la de la Reserva Federal de los Estados Unidos o el Banco Central Europeo. Pero de ahí a que, una vez se normalice la situación económica, no se note en absoluto un cambio tan importante de estructura económica, hay un largo trecho. Estamos hablando de la mayor emisión conjunta de papel moneda de la historia. Y no viene de ahora, se lleva produciendo desde la crisis de 2008.
A donde quiero llegar es que el día en el que haya una recuperación económica que reactive la velocidad del dinero y lo haga en un contexto de absoluta inundación de liquidez en el sistema estaremos ante dos fuerzas inflacionistas muy potentes.
Pero, como he dicho antes, si en economía muchas veces no se cumplen determinadas leyes es porque hay otras fuerzas que lo impiden. En este caso es claramente la revolución digital. Y recientemente se han unido los confinamientos. Son las fuerzas desinflacionistas que impiden un repunte de la inflación o que se note el efecto de la emisión masiva de papel moneda.
La revolución digital es especialmente desinflacionista, porque tiende a generar una guerra de precios allí donde se produce. Una de las características de la digitalización es que ofrece servicios más baratos. Además, la proliferación de negocios digitales que compiten con negocios “analógicos” aumenta la competencia y la competencia hace bajar los precios.
¿Será capaz la revolución digital de compensar la presión inflacionista que traería el incremento de la velocidad del dinero? Pues no lo sé, pero sí sé que debemos vigilar, porque, como dijo Paul Volkler, la inflación es como la pasta de dientes: una vez sale del tubo es muy difícil volver a meterla. De ahí la importancia de adelantarse y estar preparados antes de que salga.
Efectos de la inflación sobre una cartera de fondos
Si hay algo que podría afectar en el futuro a la cartera de fondos del español medio sería la inflación. El inversor español es mayoritariamente conservador o de perfil equilibrado, lo cual significa que la mayor parte de su cartera de inversión suele estar en fondos de renta fija.
Si algún día repuntara la inflación serían los fondos más perjudicados. Esa es la mala noticia. La buena es que no va a ocurrir en el corto o incluso medio plazo. En Nextep no somos de utilizar el miedo como fórmula para captar clientes, aunque sea lo que hace la mayoría de las entidades. No le “asustaremos” con la inflación, pero seremos realistas y conviene estar vigilantes. Lo que ahora es un escenario terriblemente desinflacionista podría cambiar dentro de unos meses.
No sabemos cuándo se dará la vuelta la tortilla, si me permiten la expresión, pero sabemos que se dará. Y habrá que estar preparados para ver cómo afecta a la inflación. En otras palabras, o se vigila cómo evoluciona este tema o se trabaja con un asesor que lo haga por Ud., pero no es algo que se pueda dejar de lado. Si no, nos podemos encontrar con que la pasta ha salido del tubo y no sabemos cómo volver a meterla.