Como dije en el informe anterior, me llama la atención que la señora Le Pen pusiera en primera línea de su campaña la salida del euro. Es como buscar la derrota. La frase de que en la primera vuelta se vota con el corazón y en la segunda con el bolsillo se hizo en Francia y para sistemas electorales como el francés.
Si se hubiera centrado en la inmigración, el terrorismo, el peso del Islam en la sociedad francesa o la crítica a las élites políticas – a las que su rival Macron no es en absoluto ajeno –, yo no habría descartado que pudiera ganar. Es más: habría reducido posiciones en la zona euro, por si acaso.
Un político francés me explica que Le Pen es joven y juega a largo plazo. Que piensa que su momento llegará cuando los franceses estén tan hartos de Bruselas y del euro como lo están ahora del islamismo, la inmigración o el terrorismo.
Sea por lo que sea, para los inversores es un alivio ¿Podría entonces cambiar, al menos temporalmente, el equilibrio de fuerzas entre la bolsa norteamericana y la europea, claramente favorable hasta ahora a la primera? Es posible, si bien la dependencia de Wall Street es absoluta, especialmente por parte de los mercados emergentes, pero también de Europa.
En cualquier caso es una buena noticia que se haya despejado el tema político europeo– al menos hasta las elecciones italianas – porque los inversores podrían volver a fijarse en que parece que la recuperación de la economía europea va en serio. Lo podemos ver gráficamente en los datos de actividad que aparecen a continuación.
El PMI, índice de la actividad manufacturera en Europa

Esta mejoría económica y, sobre todo, este alivio político, se está produciendo en paralelo a una cierta vuelta a la realidad en EE.UU., en el sentido de que el programa económico del presidente Trump es sin duda muy positivo para la bolsa, pero aplicarlo va a llevar tiempo, esfuerzo y dura negociación política. Y no solo porque es un programa radical, sino porque a Trump le odia medio país, casi toda la prensa, el “establishment” y gran parte de los senadores de su propio partido.
Insisto en que creo que a largo plazo Trump se saldrá con la suya y aplicará gran parte de su programa. Está en sus genes conseguir lo que se propone. Lo ha demostrado ganando las elecciones contra todo y contra todos. En consecuencia, en mi estrategia de largo plazo sigo dando más peso a EE.UU. que a Europa. Pero a corto plazo podríamos asistir a un periodo en el que, por una vez y sin que sirva de precedente, las bolsas europeas lo hagan algo mejor que las norteamericanas.
A corto plazo podríamos asistir a un periodo en el que, por una vez y sin que sirva de precedente, las bolsas europeas lo hagan algo mejor que las norteamericanas.
Este tipo de afirmación, en la eurozona, es como “mentar la bicha”. La historia nos dice que aquí, en cuanto se animan las cosas, pasa algo. El primer candidato a cargarse la toma del testigo bursátil sería el BCE, enviando un mensaje de restricción monetaria prematuro. En medio de una recuperación todavía frágil, con la inflación subyacente estancada y el precio del petróleo perdiendo fuerza, sería muy negativo. Afortunadamente no parece que el BCE tenga mucha prisa. Grecia también asoma por la puerta, pero el mercado sabe que la decisión política de mantener a Grecia en la Unión a cargo del contribuyente se tomó hace tiempo
El otro gran afectado por este cambio de tercio sería el dólar. Hablamos de ello en apartado de las divisas
La Eurozona está en mi cartera y está SOBRE PONDERADA.
En renta variable, la sobre ponderación de Europa y EE.UU. la hago en detrimento de Japón y, en menor medida, de los mercados emergentes.