Para entender porqué no hay inflación en la economía occidental no hace falta ser economista. Basta con vivir la realidad cotidiana. Probablemente por ese motivo a los que más les cuesta entenderlo es a los banqueros centrales, que son más de aula académica y zona noble de banco.
Cualquiera que utilice habitualmente el comercio electrónico sabe perfectamente la fuerte competencia que existe dentro del sector y de este, a su vez, con el comercio físico. Y cualquiera que mire una etiqueta de cualquier bien de consumo puede observar que la mayoría de los productos están fabricados en países emergentes. Y no les quiero decir quien viva en una economía con un alto nivel de paro. Si, además, tiene hijos jóvenes y vive en España, sabe perfectamente como afecta a muchos jóvenes ese vergonzoso 40% de paro juvenil y como presiona a la baja los salarios. Las organizaciones sindicales también han puesto su granito de arena, desprestigiándose de tal manera que actualmente el poder de negociación colectiva es casi inexistente. Nada de eso ayuda a que suban los salarios y, en consecuencia, tampoco a que suban los precios.
En el gráfico número 5 vemos el bajo grado de participación que ha tenido la mayoría de los trabajadores en los ingresos que se han generado en la expansión económica que han vivido los Estados Unidos en los últimos años (2010 – 2019). Y eso que allí el paro es muy reducido y hay crecimiento. Imagínense en Europa, donde el paro es mucho mayor y el crecimiento es raquítico.
Si lo comparamos con lo que ha ocurrido en todas las expansiones anteriores entenderemos rápidamente lo difícil que resulta que suban los precios en este entorno, salvo que se trate de coches de lujo , viviendas en barrios caros o monopolios protegidos donde el estado esconde impuestos indirectos, como ocurre con la energía.
Gráfico nº 5: participación del factor trabajo en los ingresos en EE.UU.

Pero si, además de vivir en el mundo real se leen periódicos, no es difícil encontrarse con noticias y reportajes sobre la robotización o la inteligencia artificial. Y no son sólo palabras llamativas. La revolución digital es una revolución industrial cuya primera fase es una reestructuración total de los negocios en el que la cuota de mercado de las empresas analógicas es absorbida por los disruptores digitales, que hacen lo mismo, pero mejor y, muy importante: más barato.
La cuota de mercado de las empresas analógicas es absorbida por los disruptores digitales, que hacen lo mismo pero mejor y, muy importante: más barato.
Pero luego vendrá la segunda fase, que ya se ha iniciado pero que tomará intensidad en el futuro. Será un escalón más en cuanto a la sustitución del hombre por la máquina. Y esa sustitución es desinflacionista – desde el punto de vista de los salarios – puesto que, con la introducción de nuevas tecnologías, aumenta el desempleo hasta que se pone en marcha el mecanismo de sustitución (como cuando los ordenadores destruyeron inicialmente empleo pero luego se creó en otras actividades)
También se habla mucho de los monopolios que han creado las empresas digitales, pero no se pregunta porqué no vemos alzas en los precios de sus servicios. La respuesta, en mi opinión, es sencilla: si lo hicieran pasaría muy poco tiempo hasta que surgiera un competidor que lo hiciera más barato. Igual que surgió una empresa digital para hacerlo mas barato que una empresa analógica.
Vivimos en un mundo muy diferente y, por el momento, no es inflacionista.
Puede que los banqueros centrales sigan pensando que vivimos en los años 60, o en los 70, cuando subía el precio del petróleo, pero la realidad es que vivimos en un mundo muy diferente. Y, por el momento, no es inflacionista.