Como decimos en la presentación que figura en la presentación en estos “Cuadernos” en la web, tratamos de no centrarnos en lo que ya sabe todo el mundo, porque lo que saben todos los inversores ya está descontado en los precios. Poco aportaríamos insistiendo en ello. Aporta mucho más valor tratar de ir un poco más allá, porque puede ocurrir que en los precios actuales se esté sobre reaccionando a las noticias o, por el contrario, no se estén valorando suficientemente. Especialmente las expectativas de evolución futura de la situación.
A más espectacular es un evento, más se descuenta en los precios. Es pura psicología humana. Este coronavirus que trae de cabeza al mundo es un ejemplo extremo. Nada puede crear más pánico en la sociedad que un virus nuevo y muy contagioso.
En realidad viendo lo que ha ocurrido con todo tipo de epidemias y pandemias similares en la historia reciente seguramente no nos equivocamos si decimos que en algún momento no tan lejano el número de infecciones y fallecimientos se irá estabilizando. De hecho ya está ocurriendo en China. Y que finalmente se conseguirá una vacuna, cosa de la que nadie duda en la comunidad científica.
Las bolsas rebotarán cuando el virus deje de ser portada en los telediarios y “trending topic” en las redes.
Pero realmente lo importante para la economía no es el virus, sino las medidas de contención que tomen los gobiernos para evitar la expansión. Y no nos cabe la menor duda de que esas medidas tendrán un efecto sobre la producción mundial. La cuestión, como siempre en los mercados, es si en los precios está descontado algo superior a lo que luego pueda realmente ser o, por el contrario, estas bajadas están quedando cortas a la hora de valorar el impacto económico de las medidas de contención del virus.
De acuerdo con experiencias anteriores, el impacto del SARS en China fue del 0,5% del PNB, lo cual confirma hasta qué punto económicamente hablando el remedio es peor que la enfermedad, puesto que el SARS mató a 800 personas, que sin dejar de ser una tragedia, es muy poco para un país con 1.300 millones de habitantes. Aunque en esta ocasión el impacto pueda ser mayor, tampoco lo tiene que ser mucho más, puesto que si el SARS no afectó o mató a más gente fue precisamente por las medidas de contención.
Respecto a las economías avanzadas, tenemos un interesante estudio publicado por la escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, que realizó un modelo por ordenador de los efectos económicos de una epidemia, concretamente de un supuesto virus gripal con una tasa de mortalidad del 0,4 %, es decir, parecida a la del coronavirus en Europa. Y el resultado fue similar: entre 0,5% y el 1 % del producto nacional bruto. Se parte de la base de que el proceso es siempre el mismo: origen, expansión exponencial, medidas de contención, estabilización y, al cabo de un año, vacuna o, en su defecto, llegada de temperaturas más cálidas que reducen la fortaleza del virus.
También tenemos un estudio reciente de la empresa Goldman Sachs que cuenta con un importante departamento de análisis económico y que llega a la conclusión de que el daño para la economía mundial podría llegar a ser en el peor de los casos del 1 %. En otras palabras que la economía global en lugar de crecer al 3 % estimado hasta ahora lo haría en el entorno del 2 %. Pero en estas estimaciones no se tienen cuenta la posibilidad – que yo llamaría certeza – de que los bancos centrales tomarán medidas al respecto bajando los tipos de interés y los gobiernos llevarán a cabo programas de estímulo económico para compensar el impacto negativo de las medidas para detener la expansión del virus.
La pregunta que tenemos que hacernos en primer lugar es si China puede hacer frente a un retroceso cercano al 1% de su PNB, porque allí sin lugar a duda el impacto será grave. La respuesta, para cualquiera que conozca el funcionamiento de esa sociedad, de esa economía y sus enormes reservas de divisas, es que sí, sí que puede. China tiene medios, autoridad y dinero para tomar contra medidas económicas muy importantes. Y estamos hablando de revertir un retroceso que puede durar un trimestre o a lo sumo dos, no de combatir una epidemia durante varios años.
Cuando el coronavirus haya perdido fuerza y protagonismo lo que quedará en los mercados es una enorme cantidad de liquidez. Y las medidas de estímulo económico.
Lo importante es plantearnos que queda después del coronavirus. Que queda después de la tormenta. Y lo que quedará después del coronavirus en China será una enorme cantidad de liquidez en el sistema y fuertes medidas de estímulo económico.
¿Y qué pasa con Europa? Honestamente, me cuesta pensar que tengamos el número equivalente de fallecimientos que ha habido en China. No soy médico ni epidemiólogo, pero a Europa la situación no le ha pillado por sorpresa como a China y cuenta con un sistema sanitario muy potente, algo que la Organización Mundial de la Salud considera fundamental para controlar la expansión de un virus. Si a esto añadimos la histeria que han provocado los medios y las redes sociales entre la población, lo cual generará medidas probablemente exageradas de contención, me apostaría algo a que la evolución del virus es menos potente y se estabiliza antes.
Pero precisamente esta histeria y sus consecuencias son las que generarán el efecto negativo sobre la economía. Yéndonos a lo peor, que sería el estudio realizado para el Reino Unido mencionado anteriormente, podríamos estar hablando de una caída del 0,5 % del PIB en la Unión Europea y, dado que es un erial económico en lo que a crecimiento se refiere, sería mucho más grave que el 1% en China, una economía dinámica y protagonista de la revolución digital.
Además el BCE no cuenta con la munición que tiene China, en el sentido de que lleva años bajando los tipos de interés y comprando activos para inyectar dinero en el sistema desde hace también mucho tiempo. Todo el mundo es consciente de que llegados a este punto, la efectividad de una bajada de tipos adicional sería muy relativa y los efectos secundarios, bastante negativos.
Pero ojo, cuando decimos que los efectos secundarios serían negativos, estamos hablando de subida del precio de los inmuebles, de los bonos y probablemente también de las acciones, porque lo que ha quedado claro es que el dinero que inyecta el BCE en la economía acaba en estos activos y no en el sistema productivo o en la oferta de crédito.
Lo que no han conseguido el BCE, los empresarios y los sindicatos alemanes lo podría conseguir un virus: que Alemania acepte realizar un plan de estímulo económico.
En cuanto al estímulo económico, podríamos encontrarnos con la ironía de que sea un virus lo que convenza a Alemania de que tiene que abrir la mano y relajar la política de austeridad.
Y no porque Alemania esté muy preocupada por lo les pueda ocurrir a los italianos y a su economía, sino porque dos de los principales clientes de la máquina exportadora alemana son precisamente Asia y el resto de la Eurozona. En otras palabras, si sus clientes decrecen, Alemania entra en recesión, porque ya estaba muy cerca de hacerlo antes del brote del coronavirus. Y ese momento – la entrada en recesión – se activaría la inversión pública en Alemania y países satélites.
Es lo que declaró hace tiempo el ministro de finanzas alemán y lo que llevan pidiendo los empresarios, los sindicatos y todos los partidos menos el que gobierna. que, por el momento, mantiene la política Austeridad. Al final a largo plazo el brote del coronavirus podría tener un resultado positivo en la bolsa europea, pues se tomaría muy bien que Alemania diera un paso tan importante para relanzar el crecimiento de la Eurozona.
Antes de acabar, hay otra cosa importante que veremos cuando pase la crisis del virus: tipos de interés norteamericanos sensiblemente más bajos. Lo cual no es poco y suele sentarle muy bien a las bolsas. No será la primera vez que escuchamos a la Reserva Federal de los Estados Unidos preocuparse por el impacto exterior sobre su economía y si la debilidad de China y Europa, sus principales socios comerciales, no genera impacto exterior, ya me dirán que podría generarlo.
Tras la tormenta lo que va a quedar es un mar de liquidez que se va a unir a los billones que están depositados en los bancos al 0 % o incluso pagando, los que están en bonos que no pagan cupón a sus tenedores o incluso les obligan a pagarlo a quienes emiten los bonos y probablemente planes de estímulo económico en sitios donde antes parecía imposible que los hubiera. Sé que en las circunstancias actuales suena extraño, pero a mí me parece que eso es mucha gasolina para la renta variable en los próximos años y desde luego suficiente para recuperarse de una corrección. Sigo pensando, por lo tanto, que el coronavirus es más una oportunidad de compra que un motivo para abandonar el mercado de renta variable.