Quienes me conocen saben que no hay nada que me guste menos que utilizar el miedo como fórmula para captar clientes. No me parece bien hablar de crisis y de burbujas para asustar a la gente para que busque tu protección como asesor, gestor o “guía espiritual”, es decir, “influencer”.
De hecho, hace años que, contra la opinión de la mayoría de los analistas e “influencers”, descarto que vaya a producirse una de esas “crisis” etéreas de las que tanto hablan los agoreros profesionales, o que haya una “burbuja” en las bolsas. Y de haberla creo que sería en los bonos.
Pero no utilizar el miedo como herramienta comercial no significa que olvidemos que las crisis son parte integrante de la economía y los mercados. Es importante vigilar dónde se pueden estar gestando, porque hay una cosa en la que sí coincido con los agoreros: la próxima crisis, sea cuando sea, se está gestando ahora. La diferencia es que nosotros no la anunciamos todas las semanas.
A tal efecto creo que hay que fijarse en cómo la emisión de deuda y papel moneda se ha convertido en el bálsamo de fierabrás de todos los problemas. La última reunión del G7 se resume en eso: todos y cada uno de los problemas tratados se solucionarán con más deuda. Tema solucionado.
Probablemente las únicas soluciones posibles a los problemas actuales sean emitir deuda, ya se trate de problemas de crecimiento económico, compensar el daño que han hecho los confinamientos en el tejido productivo, proteger el medioambiente o poner al día en digitalización a quienes no hicieron los deberes en su día. Pero esa estrategia tendrá consecuencias.
Porque en economía todas las acciones tienen consecuencias. Y a más grandes las acciones, mayores las consecuencias. Y dado que jamás en la historia se ha emitido tanto papel moneda ni tanta deuda, es lógico pensar que podrían tenerlas. Al menos en el largo plazo. Sé que no es políticamente correcto decir todo lo anterior, pero quienes tenemos como profesión cuidar el patrimonio de nuestros clientes, tenemos la obligación de ser más realistas que políticamente correctos.
Las consecuencias de los excesos mencionados pueden ser de varios tipos. La primera, la inflación, pero ese no es un problema para el inversor, pues lo único que tiene que hacer es saber qué activos, sectores y países se benefician de un entorno inflacionista e invertir en ellos. Y evidentemente evitar los fondos de renta fija de medio y largo plazo.
La crisis que produce más respeto es aquella en la que el mercado pierde la confianza en el papel moneda y/o en la solvencia de los emisores de deuda. Lo segundo ya lo vivimos en la crisis del euro y lo hemos visto en multitud de ocasiones en economías emergentes, así que sabemos qué tipo de activos nos protegen de esas situaciones.
Por el contrario, una pérdida de confianza en los bancos centrales y, por lo tanto, en el valor del papel moneda que emiten, no es algo habitual. Y está por ver cuáles serían las mejores coberturas, que para tranquilidad de los clientes de Nextep pensamos que tenemos bastante claro cuáles serían. Con nombres y apellidos. Porque esa es la crisis más temible.
La buena noticia es que, además de los remedios clásicos, ahora tendríamos la posibilidad de que alguna criptomoneda acabe consolidándose como reserva de valor comúnmente aceptada y que para entonces cotice en mercados organizados, regulados y supervisados.
Como verán, no he dicho “bajo el control de los bancos centrales”. El punto óptimo estaría en que el mercado de esta cripto o criptos no fuera el salvaje oeste en el que viven actualmente, que exista un control de volatilidad y protección del inversor. Pero para que nos sirva de cobertura ante los excesos de los bancos centrales, tienen que seguir fuera de su control.
Una divisa o reserva de valor con esas características e independiente de los bancos centrales podría llegar a ser una buena cobertura ante una pérdida masiva de confianza en el papel moneda. No creo que eso vaya a ocurrir ni a corto ni a medio plazo, así que a lo mejor da tiempo a que el Bitcoin —u otra “cripto” que tome su lugar en el futuro— pueda ser utilizada como se utiliza actualmente el oro o el franco suizo a la hora de buscar refugio