Cuando empecé a trabajar, tanto los que gestionaban dinero como los intermediarios financieros (“brokers”) daban lo que fuera por conocer antes que nadie el dato de inflación. Aunque parezca mentira, en aquella época en España había filtraciones segundos antes de que saliera el dato. O simplemente llegaba antes a unos que a otros. Pero esos segundos eran importantísimos, porque la inflación era uno de los datos que mas influían en el mercado. Por no decir el que más. Luego entramos en un proceso de reducción de la inflación que ha durado la friolera de 30 años, con período de deflación incluido. El famoso IPC fue pasando a un segundo plano. Un IPC alto dejó de ser un riesgo e incluso el miedo cambio de puerta, pues llegó a temerse por un mundo a la japonesa, es decir, de inflación cero o negativa.
Tal y como hemos visto en el epígrafe anterior, así como lo comentado sobre la “Fed” y su exceso de frenada del informe anterior, lo que hagan los bancos centrales se ha convertido, como en muchas otras ocasiones, en la clave del movimiento futuro de los mercados. Y lo que hagan los bancos centrales va a depender de cómo sean las cifras de inflación, porque se han dado cuenta que, en la situación de cambio de estructura económica actual, adelantarse demasiado a los acontecimientos puede ser peligroso.
Así que, primera conclusión para el inversor: tanto si es Ud. un “trader” como si es un inversor de medio o largo plazo, esté muy atento a los datos de inflación. Van a ser de los que realmente muevan el mercado (“Market movers”) Probablemente uno de los más importantes a partir de ahora. ¿Crecimiento con baja inflación? Muy bueno para las bolsas ¿Crecimiento con alta inflación? Riesgo de fuerte subida de tipos, malo para las bolsas. ¿Bajo crecimiento? Su efecto dependerá de cómo sea de bajo o estacional.
Lo que hagan los bancos centrales va a depender de cómo sean las cifras de inflación. Se han dado cuenta que adelantar acontecimientos es peligroso.
Hay dos tipos de inflación: una, la estructural, conocida como Inflación Subyacente, que se establece eliminando del cálculo los componentes más volátiles, como la energía o la alimentación. La otra, que puede sufrir variaciones coyunturales importantes, es la inflación “por las buenas”, el famoso Índice de Precios al Consumo, más conocido como IPC, que incluye todos los componentes.
La más importante a medio y largo plazo es la primera, y para entender su funcionamiento hay que entender cual es la estructura de la economía en cada periodo.
En la década de los 70 la economía era híper dependiente del petróleo y, encima, una parte de los países productores se agrupó en un monopolio, así que era el escenario perfecto para que algo que afectaba a todo lo demás– el precio de la energía – fuera una fuente permanente de tensión inflacionista.
Otro elemento estructural importante es, por ejemplo, el grado de apertura económica. Economías cerradas y proteccionistas tienden a que suban los precios por falta de competencia.
No pretendo aburrirles con una clase de economía, sino llegar a nuestra segunda conclusión para inversores: hay que analizar y seguir el tipo de entorno económico en el que nos movemos, porque al final los bancos centrales ya pueden decir misa, que si un entorno es estructuralmente de baja inflación la inflación acabará revirtiendo a su nivel natural. Y lo mismo si estamos en una economía con tendencia a la inflación. Con independencia de las declaraciones de la Fed o del BCE.
No voy a insistir en los motivos, porque he insistido ya en informes y artículos anteriores, pero lo importante es que vivimos en un entorno de baja inflación. Estamos inmersos en una revolución industrial – la revolución digital – que no es inflacionista y que afecta a casi todo, ya sean precios, ya sean salarios. Además, las economías emergentes compiten con las desarrolladas, también en salarios, y eso le va a costar mucho a Trump cambiarlo.
Por su parte, el modelo energético está cambiando y la OPEP cada día tiene menos poder. Para más información al respecto, les sugiero lean mi artículo del 7 de Junio de este año titulado “Esta inflación es diferente porque la economía también lo es”. Lo pueden encontrar en la sección de blogs de mi pagina web, concretamente de los publicados en “El Confidencial”.
La inflación no creo que vaya a bajar, eso sería entrar en deflación y parece que la desinflación digital no da para tanto. Y la deflación que hemos vivido en algunos países como consecuencia de la crisis parece que ya es historia. Pero también parece difícil que vaya a incrementarse en el corto o medio plazo, como temían los bancos centrales.
La cuestión es que lo que vaya a ocurrir con la inflación dependerá de lo que ocurra con sus componentes. Ya hemos visto la influencia del comercio electrónico, que es lo más evidentemente desinflacionista. Hagamos un pequeño repaso a los costes laborales y a los costes de la energía.
En un día de mucho viento, en nuestro país un 25% de la energía que se produce es eólica. En el otro lado del mundo, en Australia, Tesla está construyendo baterías gigantes basadas en energía solar. En breve, en la mayoría de ciudades españolas solo se podrá acceder al centro en vehículos eléctricos. Varios países, incluido el RU, anuncian que prohibirán los vehículos no eléctricos a partir de 2040. Y EE.UU. – que no pertenece a la OPEP – es ahora el mayor productor de petróleo del mundo.
No me baso solo en estos ejemplos para decir que la capacidad de controlar el precio del petróleo por parte de la OPEP es cada día menor – y mayor su capacidad de engañarse entre ellos- sino en estudios muy serios que hay en el mercado. Pero los ejemplos son importantes para darnos una idea de la importancia del cambio. ¿Qué habría pensado Ud. si hace veinte años le hubieran contado los ejemplos anteriores? Pues eso le da una idea de la magnitud del cambio de modelo energético que se está produciendo y su influencia sobre los precios del petróleo, uno de los componentes principales de la inflación.
En cuanto a los costes laborales, les contaré una anécdota. Estaba respondiendo un día a las preguntas de un periodista sobre el cambio de modelo laboral, cuando mencioné la figura del “liberado sindical”. Y observé la sorpresa que se dibujaba en su cara. Tendría treinta y tantos años y obviamente no sabía lo que era un liberado sindical. Y nunca había estado afiliado a un sindicato.
Esa figura atávica del representante sindical de la empresa, el tipo que vivía como un señor porque, al ser el “liberado sindical”, no le podían echar, “ese” figura representa el pasado. El mundo actual es un mundo mucho más duro en cuestión laboral, un mundo de paro juvenil y de paro “sénior”, donde los únicos que tiene fuerza para pedir subidas salariales son ingenieros de telecomunicaciones con un master en empresariales, diseñadores de video juegos con pedigrí o hackers que abandonan la web oscura para trabajar en los departamentos de seguridad de las grandes empresas. El resto, sean economistas, abogados, ingenieros, publicistas, maestros, médicos, arquitectos, lo que sea, es decir, la gran mayoría, cobra sueldos muy bajos y se da por contenta si conserva su puesto de trabajo. Cuando en este escenario oigo a un economista hablar de inflación salarial se me pone la carne de gallina, por lo alejados que viven de la realidad. Y si son del BCE, más.
Hará bien el BCE en rectificar y mostrar que sabe o intenta entender en que mundo vive. Un mundo de comercio electrónico donde si subes un precio te merienda una App. Un mundo en el que los que opositan a puestos administrativos tienen un master y tres idiomas. Una economía, en definitiva, que no está, ni de lejos, en la fase en la que se tengan que subir los tipos de interés por temor a la inflación salarial, porque es inexistente. Ni, por el momento, por ningún otro tipo de inflación.
Antes de acabar este apartado, una idea que no veo se maneje mucho entre los analistas pero que me parece importante plantear: en un entorno de baja presión inflacionista como el actual es más urgente normalizar el balance de algunos bancos centrales – Japón, EE.UU., .. – que subir los tipos de interés. Porque esos balances gigantescos si que son anormales.
Es más urgente normalizar el balance de algunos bancos centrales que subir los tipos de interés. Porque esos balances gigantescos si que son anormales.
Los tipos pueden mantenerse bajos mientras no haya presión inflacionista. Y ya vemos que no la hay. Y sabemos porqué. En cambio, los balances de los bancos centrales se han disparado como consecuencia de los procesos de estímulo, a niveles nunca vistos. Reducirlos puede llevar décadas, así que cuanto antes se empiece, mejor. Más gradual y menos traumático será el proceso.
Personalmente vería como algo positivo para los mercados que la Fed se centrara en eso y no insistiera tanto en subir unos tipos de interés que tampoco están tan fuera de contexto. Además: reducir balance es otra vía de restricción monetaria, igual que ampliarla lo es de expansión. Reduciendo balance se matan dos pájaros de un tiro: normalización de balance y normalización de las condiciones financieras. Subiendo tipos lo que puedes matar es el crecimiento.